Expertos de Huelva y Granada concluyen que el juego terapéutico es clave para reducir el dolor en las urgencias pediátricas

Investigadores de las Universidades de Huelva y Granada han desarrollado un estudio en el que destacan el juego terapéutico como herramienta clave para combatir el dolor y el miedo en las urgencias pediátricas y, de esta forma, mejorar la experiencia de los pacientes más pequeños.

Los investigadores señalan que el ingreso en urgencias suele ser una experiencia traumática para los niños, según un artículo publicado recientemente en la revista Anales del Sistema Sanitario de Navarra.

Los procedimientos habituales como la colocación de vías o las exploraciones clínicas suelen provocar ansiedad, fobias e incluso respuestas fisiológicas negativas si el dolor no se gestiona correctamente

Según los autores, aunque existen métodos farmacológicos, muchos profesionales no los utilizan debido a la falta de tiempo o al coste.

La propuesta de estos investigadores no se basa en el simple entretenimiento, sino en la teoría de redes atencionales de Posner: el objetivo es utilizar juegos estructurados y adaptados a cada edad para "secuestrar" la atención del niño, reduciendo la activación de las redes cerebrales que procesan el dolor y la ansiedad. "El verdadero valor del juego terapéutico radica en su sencillez y bajo costo", detalla el artículo.

A diferencia de otras tecnologías médicas, esta estrategia no requiere grandes infraestructuras ni personal adicional, se basa en integrar actividades lúdicas -físicas o digitales- dentro de la rutina asistencial, facilitando la colaboración del paciente y humanizando el trato.

El estudio destaca, además, que la tecnología digital también juega un papel crucial, especialmente para niños con movilidad reducida, permitiéndoles participar en procesos recreativos que mejoran su comportamiento durante técnicas invasivas.

Los investigadores concluyen que apostar por el juego en urgencias es una herramienta de gestión eficiente ya que reducir el estrés infantil no solo garantiza el derecho del niño a un tratamiento sin dolor, sino que optimiza los recursos al disminuir la necesidad de intervenciones farmacológicas costosas y evitar secuelas psicológicas a largo plazo.

La clave del éxito, en su opinión, reside en la formación continua del personal sanitario y en la creación de espacios mínimos de intimidad para que el juego pueda desarrollarse con éxito.