La evolución visual de la silueta

La evolución visual de la silueta
La evolución visual de la silueta
E. J. S. / Huelva

12 de junio 2008 - 01:00

La moda en siglo XIX que se analiza en la exposición abierta en el Museo se interesa en el deseo de imponer novedades completamente opuestas a todo lo anterior.

Lo más visual atiende a la silueta femenina, así lo afirma Mercedes Pasalodos, especialista en Indumentaria Histórica. En los primeros años del siglo XIX se renuncia al aparato y a lo volumétrico. Se impone una línea lánguida, inspirada en los modelos clásicos. Tejidos de algodón y sedas ligeras modelan una nueva figura femenina que ha renunciado a una figura artificial. El vestido de una pieza, el vestido camisa, es un canto a la naturaleza. Durante el primer decenio del nuevo siglo, la línea vertical y ligera se contrarresta al utilizar otros tejidos de seda más pesados como los terciopelos y detalles o elementos de corte historicista, como elaborados acuchillados que revelan el virtuosismo de la costura. En un mismo traje se pueden dar cita influencias dispares, fruto de un anacronismo armonizado que prepara el camino hacia las tendencias románticas a partir de 1820-1825. El talle recuperó su posición natural y las faldas aumentaron de volumen con tableados y fruncidos en la cintura que necesitarán un soporte interior, rompiendo así con la estética anterior.

En los años treinta del siglo XIX, son las mangas con forma de globo y los amplios tocados los encargados de que la cintura parezca insignificante. En las décadas siguientes el volumen de las faldas sigue aumentando, sostenida gracias al miriñaque. El corsé es la prenda interior femenina indispensable para modelar el busto. Su reinado no decaerá hasta que las propuestas, por un lado corte higienista, y por otro de orden estético intenten arrinconarlo en la andadura del siglo XX. Entre los años setenta y finales de los ochenta del siglo XIX se desprende cierto aire barroquizante en la indumentaria femenina. Se manifiesta una comunión entre la decoración de los interiores domésticos y la indumentaria de la época. La sinuosidad y movimiento en la indumentaria se impondrá a finales de la centuria caminando de la mano del Art Nouveau. Cuerpos estilizados, pero flotantes, y faldas ceñidas en las caderas que se despegan más abajo y se mueven rítmicamente. El modernismo es una exaltación de la mujer y se expresa en el ritmo, casi musical de las curvas. Una belleza femenina no provocativa, pero sí frágil y seductora.

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