Gente Inteligente

Siete estrategias de la comunicación persuasiva

Una joven frente a un teléfono móvil.

Una joven frente a un teléfono móvil. / M. G.

Persuadir o convencer es una de las consecuencias de la comunicación emocionalmente inteligente. Por tanto, si quiere ser más persuasiva o persuasivo, debería empezar por trabajar su propia inteligencia emocional, y también por entrenar el arte de la conversación, que, aunque lo pueda parecer, no se domina de forma natural.

La credibilidad, su confianza y confiabilidad, su habilidad asertiva, el atractivo de su imagen o de su voz, y por supuesto sus argumentos, fluyen por el arte de la conversación y son las primeras piedras en los cimientos de una buena comunicación persuasiva. Todas las habilidades nombradas, sin olvidar la de generar emociones en quienes le escuchan, son importantes para persuadir y se incluyen en las habilidades sociales con las que usted expresa su inteligencia emocional.

Las siete claves que le traigo hoy están basadas en su autoconocimiento, su capacidad de autorregulación y su empatía, y se resumen en una sola: conseguir que la persona o personas a las que pretende persuadir se sientan importantes y protagonistas de la conversación. Y no valen artimañas fingidas, ni halagos vacíos. Debe ser una certeza genuina desde su convencimiento del valor de todas las personas. Eso no se improvisa.

Empatice con honestidad

¿Usted haría, diría, compraría o llevaría eso que le está proponiendo a la otra persona? ¿Qué problemas o necesidades le importan a usted más, los suyos propios o los de otras personas? La gente, por regla general, actúa de acuerdo a lo que piensa, y siente que tiene razón, aunque usted piense que está equivocada. Por tanto, antes de convencer debe comprender. Ahí es donde entra la empatía.

Convenza desde el respeto y la cortesía

Esta clave la dicta también el sentido común. La conversación persuasiva no puede comenzar desde la confrontación. Si detecta posturas muy enfrentadas, reconózcalo con franqueza y ofrézcase a reflexionar sobre por qué ocurre y buscar un acercamiento. No declare la guerra, no quiera tener la razón y no trate de convencer por la fuerza.

Muy posiblemente esto no va a ser rápido, así que debería recalibrar sus expectativas y preguntarse si de verdad tiene ganas de dedicarle el tiempo necesario. No siempre necesitamos persuadir, y evitar las discusiones es una de las mejores formas de ganarlas.

Use su lenguaje no verbal y teatralice sus ideas

Una imagen vale más que mil palabras. Seguro que lo ha oído millones de veces y hasta está de acuerdo. Por eso, ya se imagina que si sus gestos son coherentes con lo que usted dice su comunicación se refuerza. Un ‘me vas a tener cerca’ tocando el brazo de la otra persona, o un ‘vamos a conseguirlo’ alzando el brazo y sonriendo, es mucho más convincente.

Si además puede teatralizar sus ideas, mejor. Dé anclas visuales a sus argumentos. Decir ‘tendrás siempre mi puerta abierta’ y levantarse a abrirla mientras lo dice, o dibujar o mostrar imágenes mientras habla, son algunos ejemplos. Apóyese en las cientos de técnicas que existen para apoyar sus argumentos, libere su creatividad.

Piense bien por defecto

Salvando excepciones, la mayoría de las veces le va a ser más útil partir de un prejuicio sano sobre quienes le escuchan. Las personas, en general, quieren hacerlo bien y cumplir con sus compromisos, así que es mejor comenzar a movilizar sur conductas apelando a esa calidad personal. ‘Sé que te gustan las cosas bien hechas, y por eso…’, ‘se ve que eres una persona en la que se puede confiar, así que…’, ‘estoy segura de que vas a cumplir con tu parte, confío en que…’. Esto le va a venir bien incluso para su propio equilibrio emocional.

Busque simpatizar, no sólo ser simpático o simpática

Está demostrado que nos dejamos convencer antes por quienes consideramos afines que por gente experta. Nos gusta hacer amistades. Así que, simpatice con las personas.

Para conseguirlo, busque conexiones o similitudes. Quizás se han educado en un colegio parecido, les gusta viajar de la misma forma o han tenido experiencias similares en la vida… Encontrar estos puntos de apoyo genera una conexión emocional por la que la conversación va a fluir mejor y la persuasión va a ser más probable. Pero claro, hay que escuchar mucho y bien para encontrarlas, lo que me lleva a la siguiente clave.

No haga monólogos y estimule las ideas propias

Si consigue que las personas hablen más que usted, le será más fácil todo lo anterior y sobre todo lograr que parezca que las ideas y propuestas de acción son de esas personas. Así estará dando muestras de un alto nivel en su capacidad de persuasión.

Esto, llevado al contexto familiar, se visualiza rápido en una madre o un padre que ofrece a sus hijos pequeños varias opciones de ropa para vestirse cada mañana y les insta a tomar sus propias decisiones. O en una empresa, el jefe o la jefa nueva que llega y dice: ‘voy a contaros mi propuesta de proyecto de empresa y mis objetivos, y después voy a escuchar lo que cada uno puede y quiere aportar’.

Consiga la predisposición positiva del sí

Es un pequeño truco basado en nuestra predisposición psicológica. Se trata de conseguir que las primeras respuestas que consigue usted de la otra persona sean ‘sí’, para facilitar la apertura en el resto de la conversación. Es más fácil de lo que parece, tan sólo debe pensar preguntas más o menos obvias y cerradas que se respondan con monosílabos afirmativos: ¿Ha llegado al final de este artículo? Sí. Eso es porque le interesa este tema… Sí. ¿Es importante para usted comunicarse bien? Claro. Ahí las tiene. Tres afirmaciones que le facilitan la conversación y la persuasión.

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