Pandemia de coronavirus en Huelva: Cuando se perdieron los besos y los abrazos

Han pasado casi tres años de una pandemia ya normalizada, pero el confinamiento dejó imágenes imborrables para el recuerdo de todos los onubenses

Una mujer con la compra en una Avenida Andalucía vacía por el confinamiento domiciliario. / Alberto Domínguez

2020 fue el año en el que se perdieron los besos y los abrazos. El año en el que las mascarillas se convirtieron en un complemento -durante un tiempo, 'de lujo'- del atuendo de las personas y en el que el gel desinfectante era un compañero de viaje más. Pero también el año en el que, por primera vez, se aplaudía el coraje y la entereza de los sanitarios, aquellos héroes sin capa cuyo trabajo silencioso se ponía al fin en valor.

Una pandemia de coronavirus irrumpió en todo el planeta sigilosamente cuando el 2020 se acababa de despertar, un virus que vació las calles y obligó a los onubenses a refugiarse en sus hogares durante 40 días, una vez el Gobierno decretó el estado de alarma el 14 de marzo.

Una familia baja una bolsa con una cuerda por el confinamiento. / Alberto Domínguez

Cinco días antes Huelva había contabilizado el primer caso oficial de coronavirus. Se trataba de una mujer de 70 años que había viajado a Italia, uno de los países europeos que más contagios notificaba en aquel momento. La misma, tal y como dictaban los protocolos marcados por el Ministerio de Sanidad, pasó a encontrarse en seguimiento activo en su domicilio.

Pese a que el citado caso fue el primero que se oficializó, la Junta de Andalucía reconoce, a través del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), un primer positivo que se remonta al 3 de febrero, más de un mes antes de que Huelva tuviera evidencias de la existencia del virus. Dicho infectado, sin confirmación por una prueba PCR, aparece en el Informe Covid-19 de la Junta como fallecido tras haber requerido de hospitalización. El mismo debió pasar la enfermedad sin que hubiese sido detectada o, en su defecto, en latitudes diferentes.

El barrio de Pescadería, vacío por el confinamiento domiciliario. / Alberto Domínguez

El calendario de aquel marzo de 2020 en Huelva marca varias fechas reseñables. El primer hospitalizado data del día 14 –según Salud es la misma mujer que se contagió el día nueve–; la primera avalancha de ingresos se produjo el 17 con 13 pacientes en planta y tres en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI); y seis días después, el día 23, la provincia registró el primer fallecimiento como consecuencia del virus, un marinero jubilado de Punta Umbría de 80 años. Dos años y medio después, casi 600 onubenses han perdido la vida por la Covid-19, habiéndose infectado más de 100.000 personas, el 20% de la población residente en la provincia.

Tanto marzo como abril dejaron a su paso imágenes para la historia, huellas que son imborrables. Los balcones se convirtieron en auténticos escenarios, pues no pocos eran los que amenizaban las tardes de sus convecinos con algún instrumento musical. También era un espacio de desahogo, de respirar aire e, incluso, 'la barra de bar' en la que socializar. Sin embargo, todo ello quedaba interrumpido a las 20:00, cuando los onubenses salían a aplaudir a los sanitarios que se desvivían en los hospitales y centros de salud. Imagen que quedará grabada en el recuerdo de todos.

Aplausos a los sanitarios en un bloque de viviendas de Huelva. / Alberto Domínguez

El confinamiento mostró también la cara más solidaria de las personas. Huelva vivió una avalancha de iniciativas particulares que desembocaban en la fabricación de mascarillas para diferentes colectivos de población. Igualmente, tampoco caerán en el olvido las largas colas en los supermercados para hacerse con provisiones, especialmente con rollos de papel higiénico, el bien más preciado.

Una de las imágenes de la pandemia en Huelva: Policía y sanitarios se aplauden mutuamente. / Alberto Domínguez

Los días se sucedían y el 26 de abril se dio paso al inicio de un plan de desescalada. Aquel día salieron a la calle los niños, aunque solo una hora, y una semana después le tocó el turno a los deportistas. Fue entonces cuando el running en Huelva se convirtió en el deporte rey. Y no es para menos, todos querían salir después de más de 40 días entre cuatro paredes.

Un niño juega con su patinete el primer día que se les permitió salir de casa tras el confinamiento. / Alberto Domínguez

Ya en mayo comenzaba una reapertura gradual del país, desescalada que concluye el 21 de junio, día en el que finalizaba el primer estado de alarma y se iniciaba la nueva normalidad. No había limitaciones a la movilidad, pero sí a los aforos, así como la obligatoriedad de llevar mascarilla en lugares cerrados y espacios públicos abiertos donde no era posible mantener la distancia social.

La incertidumbre y las explosiones de nuevos casos de coronavirus sumieron a las comunidades autónomas en un período muy cambiante de levantamiento y eliminación de restricciones, pero fue 2021 el año en el que los onubenses recibieron un soplo de esperanza. La llegada de las vacunas contra la Covid-19 hizo que muchos pronosticasen el final de la pandemia en 2022, aunque la llegada de la variante Ómicron echó por tierra los pensamientos más optimistas. Enero de 2021 fue el mes en el que la pandemia tomó un nuevo rumbo. Los más mayores y los sanitarios comenzaron a recibir la primera dosis de la vacuna contra el virus. En los días previos a enero fueron apenas 200 las dosis que llegaron a la residencia Santa Teresa de Journet y al hospital Juan Ramón Jiménez.

Día en el que llegaron las primeras vacunas a la residencia Santa Teresa de Journet. / Alberto Domínguez

Tal fue el impacto del virus en febrero, que durante todo el mes se aplicaron en Andalucía las medidas más restrictivas de la pandemia, con toques de queda incluidos. En mayo finalizó el toque de queda del Gobierno central y la Junta de Andalucía articuló sus propias medidas para controlar la pandemia. Así, debido al avance de la vacunación, desapareció este toque de queda, se abrió la movilidad interprovincial y los comercios y la hostelería retrasaron su cierre hasta la medianoche. Asimismo, durante el período estival las restricciones se relajaron aún más -el 72% de los onubenses estaban vacunados- y las mismas dependían del nivel de alerta en el que se encontrase cada distrito sanitario.

Las diferentes cepas del virus provocaron varias oleadas de coronavirus, alcanzando a diciembre la sexta. Este último mes de 2021 fue clave en tanto que, a mediados, comenzaron a vacunarse contra la Covid-19 los menores de 12 años. Esto suponía que todos los onubenses iban a contar con las defensas suficientes para evitar pronósticos más complejos de la enfermedad.

Un bar en Huelva en tiempos de coronavirus. / Alberto Domínguez

Cuando se cumplían dos años después del primer contagio, ya había motivos suficientes para confiar en el retroceso del virus: el 97% de la población mayor de 12 años tenía una dosis y más de la mitad tenían tres, las UCIs se vaciaban y la Covid-19 apenas se cobraba vidas.

Huelva se recupera de la crisis económica y social que trajo consigo la pandemia. Los autónomos y las empresas, que en muchos casos hacían lo imposible para no cerrar, ya salen a flote; la obligatoriedad de las mascarillas quedó eliminada a comienzos del verano; y las relaciones sociales se asemejan mucho a lo que eran antes.

Por contra, hay una asignatura pendiente, un fracaso de la sociedad en su conjunto: la salud mental. La pandemia de coronavirus y sus efectos económicos y sociales han desencadenado trastornos mentales en la población, que tiene aún mucho que trabajar para subsanarlos. Para ello se antoja fundamental que todas las administraciones competentes se conciencien y, unidas, apliquen las herramientas necesarias para atender a todas estas personas y para poner sobre la mesa un tema que, urgentemente, tiene que dejar de ser tabú.

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