La ermita de la Soledad nos llena de recuerdos

La restauración fue el detonante para que un grupo de onubense, en los años ochenta del siglo pasado, crearan la asociación Adepah

Aspecto de la plaza y la ermita de la Soledad en los años ochenta del siglo pasado.
Aspecto de la plaza y la ermita de la Soledad en los años ochenta del siglo pasado. / Eduardo Sugrañes

Esta semana nos dejó Antonio José Martínez Navarro y pienso que la mejor forma de recordarlo es con este paseo a la ermita de la Soledad.

Volviendo a los ochenta del siglo pasado, cuando comienza prácticamente todo en las inquietudes de defensa del patrimonio histórico de la ciudad de Huelva, en el que él está presente. Ese interés por lo onubense tendrá como marca reivincativa la restauración de la ermita de la Soledad, cuando en aquel mes de noviembre de 1983 se desploma la techumbre por las inclemencias del tiempo.

Junto a la ermita de la Soledad coincidimos Alfonso González, José Antonio Ramos, Antonio José Martínez Navarro y el que esto escribe, quienes movidos por el interés del patrimonio onubense, para evitar su destrucción fundamos la asociación Adepah, de la que Antonio José estuvo hasta el final presidiéndola.

Recordar la ermita de la Soledad es hablar de buenos amigos y poner en valor que se puede mover a la ciudad para reivindicar edificios históricos, como hicimos desde las páginas de Hueva Información.

Defendiendo que se podía salvar ante el Obispado y el Ayuntamiento de la ciudad, ninguno de los dos estaban por la labor. Luego todo cambió y el concejal de Urbanismo,Rafael Ortiz, y el alcalde de Huelva, Juan Ceada, hicieron posible que la ermita se restaurara con la ayuda de El Corte Inglés y el obispo Ignacio Noguer presidió su reapertura. No se puede olvidar en esto al arquitecto municipal Alfonso Martínez Chacón.

La restauración de la ermita de la Soledad es hoy ejemplo de unidad entre los onubenses y forma parte de un barrio de San Sebastián que aunque dentro del centro de la ciudad reivindica su sabor a barrio castizo, al embrión de la ciudad contemporánea.

Nos alegramos de que gracias a ese esfuerzo de la ciudad, de tantos onubenses, hoy la Hermandad del Santo Entierro se encuentre en la ermita de la Soledad, celebrando 25 años de su retorno.

Cuando pasemos junto a ella tendremos muchos recuerdos y uno de ellos es ese encuentro con aquel grupo de onubenses amantes de la ciudad. Antonio José Martínez Navarro destacó por su labor, erudita, minuciosa y de enamorado de Hueva. Ahí quedarán sus muchas Historias menudas de Huelva en las páginas de este periódico y en sus libros, lo mismo que otras publicaciones de trabajos muy interesantes.

Seguro que Antonio José vivirá siempre en esta Huelva en la que se ganó un sitio y nuevas generaciones lo conocerán gracias a su legado

Un edificio histórico consolidado

A punto de perderse

Algunos decían que los muros estaban para sembrar papas. Sin embargo un grupo de onubenses se empeñaron en defender la restauración de la ermita de la Soledad que en 1983 perdió su techumbre. Esta imagen es reflejo de aquella época, con una plaza que servía para que aparcaran los coches, aunque no hay que olvidar la taberna de Joseli y sus magníficos pavías saboreados al sol en un velador.

En el nuevo barrio de San Sebastián

La ermita de la Soledad es lo que queda de aquel histórico barrio castizo de San Sebastián, de buena gente, de bares y tabernas, de cabezo y huertos, de veladas festivas de enero y de palmitos junto al Patrón de la ciudad. La plaza tiene como fondo la bella ermita de la Soledad, que destaca por sus paredes blancas e inmaculadas. A día de hoy todavía está pendiente desde aquellos años el completar la plaza que tiene una parte terriza.

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