El director triguereño Antonio Cuadri: "En los colegios de Huelva y de toda España la enseñanza de cine debería estar reglada"
Tras el estreno de su película Te protegerán mis alas, el cineasta reivindica la formación audiovisual desde la niñez como arma para combatir la inmediatez de una sociedad que cada vez consume más "cine rápido" a través de las redes sociales
Antonio Cuadri estrena ‘Te protegerán mis alas’ sobre el misionero almonteño que ayudó a niños de Togo
Lleva toda una vida dedicado al cine y a pesar de que reside en Madrid, el triguereño Antonio Cuadri encuentra en su tierra natal la inspiración y el vínculo que le motivan para seguir dejando huella en el séptimo arte. Lo hace ahora con Te protegerán mis alas, su última película rodada en uno de los países más pobres del mundo, Togo, en África. Una aventura "trascendental" con un almonteño como telón de fondo cuya historia, dice, "le ha marcado para siempre".
Pregunta.El proyecto de su nueva película comienza al llegar a sus manos la historia del misionero almonteño José Antonio Rodríguez Bejerano.
Respuesta.Cuando la leí en un libro del periodista y escritor salesiano José Miguel Núñez allá por 2017 me impactó mucho. El padre Antonio, como cariñosamente lo llamaban, era un misionero almonteño que murió con 40 años siendo un héroe. Abandonó una vida cómoda en Almonte por su vocación de ayuda. Este hombre era un terremoto emocional y espiritual. Una especie de Madre Teresa de Calcuta que construyó una ciudad en Togo, uno de los países más pobres de África occidental, para formar a niños huérfanos, que estaban robando en las calles. Era un verdadero revolucionario de la compasión y eso me impactó, porque no se conoce y es un patrimonio que tenemos cerquita, en Almonte. Me pareció una historia digna de ser contada.
P.¿Cómo fue el proceso de producción y rodaje?
R.Ha sido un esfuerzo muy grande, de muchos años hasta llegar a la pantalla. Justo hace un año estábamos terminando de rodarla. En Togo estuvimos meses antes de rodar, haciendo el casting, la selección, buscando los paisajes, estableciendo los sistemas de producción y fue muy difícil. Luego el rodaje allí nos llevó más de dos meses. Fue muy duro. Muchas vacunas, un calor tremendo, muchas dificultades administrativas, seguíamos encontrándonos con los dos grandes problemas con los que se topaba el Padre Antonio: la corrupción y la superstición. Pero la recompensa ha sido preciosa. Ha sido realmente una experiencia transformadora.
P.¿Fué fácil dar con Ibrahima Kone para el papel de Wentinam, protagonista principal?
R.Fueron muchas pruebas. Tenían que ser además actores que hablaran perfectamente el francés, que es la la lengua alternativa, aparte del togolés que hablan allí. Y yo conocí hace dos años a a Ibrahima en un casting. Él había hecho una colaboración en una serie de televisión y un papel en una película, y me pareció que trasladaba perfectamente el alma de Wentinam.Tenía justo la mirada, la energía que necesitábamos y creo que ha hecho un trabajo impresionante, lleno de sensibilidad, muy duro, porque es una historia fuerte y realista, pero con ese punto de esperanza. En en eso nuestro protagonista juega un papel fundamental al igual que el actor Alejo Sauras, que representa un poco al autor de la novela.
Con la rapidez y simplificación con la vivimos se hace urgente volver al cine
P.A pesar de ser una película independiente ha tenido un estreno de primer nivel en una fecha, además, en la que se multiplican los estrenos en cines
R.Sí. Se proyectará en 50 cines de toda España. Para ser una película de estas características contamos con una distribución muy buena, gracias al apoyo de Luis Millán, empresario de Huelva que es productor, distribuidor, y uno de los exhibidores más importantes de España. Llega a la gran pantalla de la mano de de Odeon Media Entertaiment y hemos podido defendar la cinta en una época en la que llegan arrasando los estrenos navideños, por lo que ha habido que abrirse camino y ha sido difícil, aunque lo hemos conseguido.
P.Usted intenta, siempre que puede, llevar al cine esa raíz onubense, ¿no?
R.Yo creo que es muy bonito y a mí me sale de una forma natural. La pertenencia, los orígenes, las raíces, la cultura, y un momento en el que, efectivamente, el cine en Huelva parece que también puede despegar y para mí es un honor.
P.Desde El corazón de la Tierra, Al salir de clase o Manolito Gafotas, pasando por un largo etcétera, hasta Te protegerán mis alas, ¿cómo ha ido evolucionando la industria durante todos estos años?
R.Ha sido un proceso progresivo, lento, que va dando su fruto y yo creo que ya sí hay una conciencia, una escucha y atención por parte de las instituciones. En el caso de la Diputación de Huelva he visto una actitud en la presidencia y en el equipo muy especial. Se ve, y lo digo con total llaneza, que no van buscando hacerse la foto, sino que realmente hay un interés en apoyar la cultura y en el caso concreto que a mí me atañe, pues, el cine. Y eso hay que celebrarlo y que se concrete en iniciativas y pensando en los jóvenes talentos, que hay muchos, pues, incidir en la formación cultural de los músicos, pintores, escultores y artistas más allá del ámbito audiovisual.
Nos falta, yo creo, un poco ese reposo para apreciar la expresión cultural como lectores
P.¿Le preocupa que hoy en día simplemente con un móvil y redes sociales se pueda hacer cine?
R.Está claro que hay un movimiento con las redes y los jóvenes están muy vinculados. Hoy en día con un móvil se puede hacer un cortometraje con una calidad técnica muy grande, pero tenemos que intentar que no se quede solamente en lo superficial de la imagen por la imagen, sino que se invierta en una formación de lo que es la narrativa, los guiones, la producción. Y potenciar mucho el cortometraje, que siempre va a ser la gran escuela para los cineastas.
P.¿Debería haber en Huelva más opciones de formación?
R.Yo en mis tiempos me tuve que ir a Sevilla y a Madrid para formarme. Igual habría que plantearse abrir en Huelva espacios desde los que ofrecer a los jóvenes formación. Lo primero que habría que hacer, que es una asignatura pendiente, sería que en los institutos, en los colegios, la enseñanza de cine estuviese rreglada. Hoy más que nunca los niños reciben información a través de las redes y cada vez menos desde los libros de texto. Y, sin embargo, desde el punto de vista docente, en los institutos hay un analfabetismo audiovisual. Entonces, qué interesante sería hacer descubrir a los jóvenes que la expresión cinematográfica es como la literaria, la pictórica o la musical. Que se formara a los alumnos como receptores de imágenes, para que tuvieran armas para analizar. Lo mismo que se les enseña lo que es un sujeto, verbo y predicado, no dejar esa laguna en cuanto a la formación audiovisual, porque eso nos hace menos manipulables y más activos. Yo creo que hay que formar espectadores de cine para que potencialmente de ahí surjan los creadores, los que tomen la iniciativa. Y que lo mismo que se coge un ordenador para escribir o un pincel para pintar, puedan coger una cámara y expresar su visión de la realidad a través del documental o de la ficción.
Hay que formar a espectadores de cine, que serán los potenciales directores y hay que tomárselo con seriedad
P.Un ejercicio de pararse. Porque ahora mismo, y usted como director lo sabrá, estamos en la cultura de la inmediatez, de lo rápido
R. Sí. La era digital que vivimos tiene sus ventajas, pero también hay una superficialidad y una especie como de nadería, digamos, algorítmica. Y con la rapidez y simplificación con la vivimos se hace urgente volver al cine. Lo mismo que volver a la lectura. A parte del hábito de la lectura que se intenta introducir en los colegios, que haya, digamos, esa posición más pausada se vuelve complicado. Si no se ponen las dos rayitas azules en el WhatsApp o no viene la última noticia de Instagram, los chavales se ponen nerviosos y nos falta, yo creo, un poco ese reposo para apreciar la expresión cultural como lectores, como asistentes a exposiciones de cuadros y también como espectadores. Porque ahora ya una cosa más larga de dos minutos ya les parece un coñazo a los niños. Eso es un poco preocupante.
P.¿Ha complicado la era digital la tarea de hacer cine?
R.Hoy es difícil ya no solo competir con la gran oferta masiva que hay, sino también competir precisamente con la superficialidad del momento. Es una pelea que hay que continuar porque vamos un poco por el camino de algo muy ramplón y muy vacío, en el fondo por todo lo que significa la velocidad y la rapidez en la comunicación. El cine hay que reivindicarlo como una narrativa, como un lenguaje y como un arte. A mí la autoetiqueta de creador o de artista me viene grande. Como suelo decir, me gusta hacer canastos. Los mimbres son las tramas, los personajes y es muy bonito y difícil que el canasto resista. Pero desde esa posición debemos evitar caer en la vorágine, en la rapidez, en la superficialidad y en la ramplonería de este universo. Por eso insisto en la necesidad de formar. Hay que formar a espectadores de cine, que serán los potenciales directores y hay que tomárselo con seriedad.
P.¿Qué motiva a día de hoy a Antonio Cuadri a seguir haciendo cine después de toda una vida?
R. Yo sigo disfrutando del cine en sala. Pienso que eso no debe perderse. Están muy bien las plataformas y las pantallas grandes en casa, pero hay que reivindicar el consumo de arte en las salas de teatro y, por ende, en los cines. Y reír y llorar, emocionarse de una manera colectiva. Eso es precioso y yo reivindico, sobre todo, la experimentación y seguir haciendo cosas diferentes -en cuanto a la técnica- hasta que se termine mi vida.
También te puede interesar