Entrevista a Diego Velo, empresario de La Canastita

“Competimos con países donde la mano de obra tiene un costo menor”

  • Asegura que la investigación en la fruta provocará que las moras tengan más vida útil y calidad

  • Pide a las administraciones que se pongan a trabajar para que llegue el trasvase al Condado

Diego Velo, empresario de la Canastita, abre a ‘Huelva Información’ las puertas de su finca El Bosque.

Diego Velo, empresario de la Canastita, abre a ‘Huelva Información’ las puertas de su finca El Bosque. / Alberto Domínguez

Su vida está ligada al campo, al olor de la fruta, y al dulzor de las moras. Diego Velo sigue al pie del cañón en La Canastita, una empresa que produce durante todo el año. La unión familiar, el esfuerzo y el sacrificio son las claves de una entidad que pone su sudor en explotar siete fincas a la vera de la sostenibilidad y del medio ambiente. Velo hace un repaso por el competitivo sector de frutos rojos, la necesidad de agua en la provincia y las infraestructuras vitales para que el futuro de una de las riquezas onubenses siga siendo un referente dentro y fuera de nuestras fronteras.

–Hablar de La Canastita es sinónimo de calidad gastronómica. ¿Cuál es el sacrificio que hay detrás de todo esto?

–El sacrificio es que hay que tener una mentalización y una idea muy clara porque cuando comenzó esto Javier (su hijo) yo tenía con él unas discusiones tremendas. Javier cogía por ejemplo, al principio, 60 cajas de moras en el campo, entonces las revisaba y del total solamente se quedaba con unas 20-22, muy raro que llegara a 25, que eran las moras de calidad. Y las demás las enterraba. Por ahí yo no pasaba, quería darle una utilización y me dijo que no, que aquí había que sacrificarse una serie de años y conseguir que al final conocieran tu marca como una marca de calidad y la única forma era esa. Tener mucha paciencia y una idea muy clara. Todos esos conceptos o los tienes muy claros o no puedes realizarlos. Esa ha sido una de las bases en la que hemos conseguido la calidad: la perseverancia, la constancia y decirle a un cliente “no tengo porque no tengo más moras de calidad”. Comercialmente si tu tienes demanda lo que tratas es de vender más y Javier en eso ha sido tajante.

–Es una empresa con historia que continúa generación por generación, ¿qué diría ahora quién empezó todo esto?

–Mi abuelo se desmayaría porque fíjate, él empezó con los tomates, aprovechando que en la zona del Condado había muchas tomateras. Como tenía demanda la gente empezó a sembrar tomates, como está pasando con los arándanos, pero si no consigues venderlos no tiene sentido ninguno. A principios del siglo pasado se volvieron locos sembrando y al final resultó que sobraban muchos tomates. A mi abuelo se le ocurrió aprovechar ese tomate y se buscó una máquina de troquelar la hojalata y se inventó hacer tomate pelado al natural, para lo que contrató a 70-90 mujeres en el pueblo. En estos años el cambio ha sido brutal desde una agricultura de secano a una agricultura intensiva, vanguardista, con las técnicas más avanzadas. Todo lo que está sembrado se riega a petición de la planta y no se pierde una gota de agua. También un tema importante es la sostenibilidad, la capacidad en este contexto de finca (que tiene 160 hectáreas) que tenía históricamente 60 hectáreas de bosque mediterráneo de dehesa. En el 1995 se convirtieron 40 hectáreas más de agrícola a forestal, con lo cual son 100 hectáreas forestales y 60 agrícolas. Hay un equilibrio perfecto entre ambas actividades: una agricultura moderna con la conservación de un espacio con una riqueza natural y paisajística bastante importante. Es algo que siempre ponemos en valor.

–¿La unión familiar es la clave del producto final?

–Sí. Eso está clarísimo. De todo el patrimonio familiar que había de La Canastita lo que queda es lo nuestro. Y ha sido siempre por la unión familiar, si no es imposible. Ahora estamos tratando de hacer un protocolo familiar de funcionamiento para que en la sucesión no haya problemas. Este protocolo especifica un poco el rumbo que quieres que tome la empresa, la firman todos los componentes de la familia y hay que aceptarlo porque es como una ley. Más del 70% de la mano de obra mundial está en manos de empresas familiares.

–Producen moras durante todo el año, ¿este paso fue el punto de inflexión para la empresa en la época moderna?

–Sí. Javier empezó con cuatro túneles. Al final te sentabas en una mesa y veías que la inversión era tanta para dos meses de producción que decías: “es improductiva esta inversión”. La estructura de la mora necesitaba algo más. Y tuvimos que pensar en ese tema. Por ejemplo nuestros túneles tienen dos capas de plástico en vez de una; tienen aspersores por si hay heladas... todo eso es una inversión de mucho dinero que si la haces y vas a tener una producción de dos meses en la vida lo vas a amortizar. Eso nos llevó a buscar soluciones y hacer una serie de pruebas. Y ahora lo que hacemos es engañar a la planta. Se siembra y se cuelga en unas espalderas y está ahí un año entero para que se haga planta, que eche raíces y se acostumbre a nuestros calores y poco frío. Cuando lleva un año colgada nada más que se le pone un apoyo de agua, sobre todo ahora en verano, entonces las ramas de la planta llegan hasta el suelo y si hay humedad echa raíces. Tienes que poner a la planta en las condiciones malas, si la vas a mimar, en la más mínima adversidad que tengas se va. Después la metemos en cámara, y según la variedad le damos el frío que necesite.

–El 80% de su producción es exportada, ¿sabe valorar el consumidor final el producto que se está comiendo?

–Las empresas de distribución o supermercados tienen distintos niveles. Las empresas de cierto nivel vienen a buscar la fruta, aunque le cueste más que la que está en el mercado. Y aparte de que producimos todo el año, hacemos investigaciones. La mora tiene una vida útil entre 5 y 7 días, depende de la variedad. Bueno pues nosotros tenemos ya variedades que aguantan 10-12 días, lo que quiere decir que pueden llegar a un país más lejano. El consumidor final sabe lo que es dependiendo la cadena en donde la compren, si saben que es una de calidad por tanto suponen que es una mora de calidad.

El empresario Diego Velo durante su entrevista con este periódico. El empresario Diego Velo durante su entrevista con este periódico.

El empresario Diego Velo durante su entrevista con este periódico. / Alberto Domínguez

–Ya que me ha hablado de investigación, ¿se puede afirmar que dentro de cinco años la mora va a estar más buena que ahora?

–Sí, efectivamente. Dentro de cinco años tendremos moras con mejor calidades organolépticas y más vida útil. Estamos trabajando firmemente en estas cuestiones con el fin de alcanzar esos objetivos que entendemos que son determinantes para consolidar un consumo a nivel global, europeo y nacional de esta fruta.

–Entonces, ¿dónde está el techo de La Canastita?

–Esto es como la vida, no tiene techo porque resulta que a medida que tu investigues vas sacando más fruta. También dependemos del consumidor. Hace unos 10-12 años la mora que se mandaba a Inglaterra era ácida, tanto es así que si mandabas una mora más madura, más dulce, te la devolvían como mala. Bueno pues en este tiempo ha ido cambiando el gusto del consumidor y ahora los ingleses nos piden las moras dulces. Te tienes que acoplar al gusto del consumidor porque las grandes superficies te piden y te compran lo que los consumidores le demandan.

–Tendréis que tener una organización perfecta para dar trabajo a cientos de personas.

–El panorama global está en torno a unas 250 personas en época de otoño-invierno, y en primavera, donde la producción alcanza su cota más elevada, llegamos a unas 800 personas. Llevamos ya un par de años donde hay una evidente dificultad para encontrar mano de obra y eso nos obliga de alguna manera a optimizar los procesos y los recursos para poder realizar toda la faena que lleva el cultivo. Tanto para garantizar una viabilidad y una rentabilidad económica como para salvar de alguna manera las cuestiones de déficit laboral que a día de hoy se plantean. Esa es una de las grandes propuestas que tenemos ahora mismo a nivel laboral en cuanto a organización funcional, es decir, preparar equipos de trabajo, dotarlos de herramientas, formación, mejorar sus capacidades y cualidades, y definir claramente sus funciones y responsabilidades.

–Ahora en el Condado los agricultores se han tenido que unir con el cierre de pozos ilegales, ¿les afecta de algún modo la escasez de agua?

–La carretera Lucena-Bonares es el vértice de la cuenca del Guadalquivir y el vértice de la cuenca del Guadiana. Teóricamente el sitio que divide a las cuencas es la carretera. Yo tengo todas las fincas en la cuenca del Guadiana por lo que a mí no me pueden cerrar pozos porque no estoy en el acuífero 27. Todos los pozos que están en este lado no tienen problema ninguno. Yo tengo cinco pozos en explotación, todos legales, y bombeo de todos a un embalse. Luego tengo un embalse que recoge todo el agua de lluvia, cuando la hay, que la utilizo para mezclar ese agua neutra con el agua de mis pozos para sacar un ph más idóneo para la mora sin tener que ponerle producto ninguno. Y después tengo otro embalse que es el agua de El Fresno, que lo tengo de reserva. Gracias a Dios no tenemos problemas con estos últimos acontecimientos pero nos solidarizamos con esta cuestión por el drama que supone.

–Y ¿qué opinión tiene de todo esto?.

–El origen de todo esto, para mí, está en la falta de políticos de peso que tenemos en Huelva. Con una superficie como tenemos, una producción como tenemos –que estamos los número 1 en Europa–, y el comercio que tenemos... La realidad que no tenemos fuerza política.

–Y ahora no llega el trasvase que se necesita

–¿Por qué? Porque cada vez se endurecen más las condiciones, cada vez hay más exigencia de agua y cada vez hay más problemática. Ahora mismo hay dos cosas que resolver en la provincia. El primero es el desdoble del Canal y la segunda sería una revisión del Plan de la Corona Norte. Esas serían las dos necesidades más grandes para la agricultura de Huelva. Una para que no tengamos un colapso de agua y la otra para tener una garantía.

–Los agricultores dicen que necesitan que se ejecute el trasvase antes de octubre, ¿piensa que llegará el agua antes de la fecha?

–Evidentemente entendemos que los plazos son limitantes por la burocracia que lleva intrínseca que lleva todo este tipo de cuestiones. Sí creemos que es una oportunidad única tener una Ley de Trasvase aprobada. Creo que es responsabilidad de todas las administraciones ponerse en línea, trabajar y que haya presupuesto para ejecutar las obras ya que de eso depende el futuro de la agricultura del Condado de Huelva. Aquí toca máxima responsabilidad por parte de las administraciones. Tienen que poner de su parte, agilizar los plazos y hacer que esto sea una realidad en el más corto tiempo posible.

–¿Qué futuro tiene el sector de frutos rojos a corto y largo plazo?

–Creo que es un sector potente, que ha nacido y crecido desde el emprendimiento de unos agricultores que han tenido esa capacidad de desarrollar este sector desde los inicios con la fresa y luego la diversificación a los frutos. Evidentemente es un panorama competitivo, tenemos que competir con terceros países. Tenemos que hacer un esfuerzo por hacer producciones con mayor eficiencia en los recursos. Competimos con países donde la mano de obra tiene un costo bastante menor que el que supone para nosotros. El futuro del sector está garantizado en la medida que las empresas seamos capaces de profesionalizarnos y de alguna manera tener presente todos estos cambios. Todo evoluciona y tenemos que tener la capacidad de visionar esa evolución.

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