Emociones y nervios a flor de piel antes del concierto de Manuel Carrasco en Isla Cristina

Horas antes de que Manuel Carrasco subiera al escenario del pueblo que le vio dar sus primeros pasos en el cante, Isla Cristina ya se había convertido en un hervidero de emociones. Desde las primeras horas de la tarde, las calles del centro y el paseo marítimo se llenaron de camisetas con su nombre, pancartas improvisadas y grupos de fans que habían llegado desde diferentes puntos de Andalucía e incluso del resto de España para ver al cantante en su tierra.

El ambiente era eléctrico, con charlas cruzadas que solo hablaban de él, de su música, de lo que significaba tenerlo tan cerca. En las terrazas, los bares del municipio servían sin descanso, y entre sus calles, no era raro escuchar a pequeños grupos de amigos cantar algunos de los temas más conocidos del artista isleño, como preludio de lo que vendría después.

Los alrededores del recinto ferial de El Carmen se fueron convirtieron en un punto de encuentro. Familias enteras cargadas con neveras portátiles de corcho blanco a rebosar, grupos de jóvenes sacándose fotos con pancartas en las que se podía leer “Bienvenido a casa, Lolo” y parejas que se acomodaban en el suelo a la espera de que abrieran las puertas, muchos de ellos cargados con bocatas y refrescos para que el hambre no les asaltase durante el concierto.

A medida que caía la tarde, la emoción se hacía más palpable y los nervios desbordaban las calles. 'Salitre' de fondo y las voces de sus fans al unísono parecían dar la bienvenida a una cita que prometía ser inolvidable. Nervios, ilusión, orgullo y mucha impaciencia inundaban las calles de la localidad onubense. Manuel Carrasco volvía a casa y su pueblo no podía celebrarlo mejor. Una noche mágica que quedará grabada en la memoria colectiva de Isla Cristina por mucho tiempo.