Los egos

Entre túnicas

M. Carmen Córdoba Gómez. / M.G.
Carmen Córdoba

24 de marzo 2022 - 06:05

Según el Código de Derecho Canónico, los miembros de las cofradías, sus hermanos, formarán parte de las mismas mediante un juramento de Reglas, donde renovamos nuestra condición cristiana y prometemos fidelidad a la hermandad. También, el artículo 34 de las Normas Diocesanas, exige a los miembros de las Juntas de Gobierno, la práctica de vida cristiana, gran amor a la Iglesia y la disponibilidad al servicio de los hermanos, siempre para fomentar la buena funcionalidad de éstas.

Si hacemos una reflexión interna, podríamos preguntamos si cumplimos estas premisas. Saber, que al entrar en una hermandad y más aún en una Junta, debemos tomar consciencia lo que significa la pertenencia a la misma. No se trata de rellenar por rellenar los cargos, sin tener conocimiento alguno, o ni siquiera interesarse en aprender, de tesorería, cultos, secretaría, caridad o saber dirigir. Difícil tarea. Además, nos distraemos en nuestro pequeño mundo, formando parte de diversos grupos de cofrades: el cofrade de un solo día, “cuando sale mi hermandad”, el que se cree que la hermandad es suya, “fundador de por vida”, el que no quiere pertenecer a ningún grupo, pero tampoco deja trabajar, el que desde dentro no deja participar…Y más aún, el que dice que es cofrade sin ser cristiano. Incomprensible. Que nadie se sienta aludido, porque no debemos pertenecer a ninguno de estos colectivos. Son sólo nuestros egos absurdos, pensando que no erramos en nada.

El ego se muestra de forma constante y persistente, y traspasa, a veces, la frontera de lo lógico para no poder vivir en convivencia con los demás. E incluso, hoy en día, para algunos está bien visto, basándose en un concepto narcisista para protegerse del mundo. Ese ego que no nos permite ver más allá, siendo nosotros mismos nuestros propios enemigos, haciendo difícil lo fácil, y cuando hacemos algo sólo es para alimentar nuestro propio reconocimiento, llevando a situaciones extremas, a un ambiente enrarecido, a luchas sin sentido, sin razón. En estos días de vorágine de actos, cultos, conferencias, presentación de carteles, conciertos, estrenos, ensayos multitudinarios, no debemos perder su sentido, trabajar con compromiso y responsabilidad, no olvidar el fin último, dejar radicalismos y autoritarismos que de nada valen.

Es preferible nombrar otros egos, como el alter ego, esas obras de un mismo autor que por inercia o convicción artística hace tallas que tienen un gran parecido entre sí, o como el Ego Sum Lux Mundi, Yo soy la Luz del mundo, que es a quien de verdad debemos seguir. Debemos dejar a un lado nuestros contradictorios egos, hacer críticas constructivas, ilusionarnos, y más en este año dorado que estamos viviendo. Dejar esas ansias de poder que a nada llevan, ese protagonismo ilógico cambiarlo por la fraternidad, que es lo esencial en una hermandad, por el canto al Amor, por la tolerancia. Es necesario diálogo, compromiso por todas las partes, y consenso entre los hermanos. El poder es efímero, mantengamos los pies sobre la tierra. Y para los cristianos, solo el poder de Dios nos sostiene y nos hace feliz.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último