"A mi madre la durmieron, le sacaron a la niña y luego le dijeron que murió"


NO quiere dar su nombre por el momento, pero la familia M.F., natural de San Bartolomé de la Torre, también es una de las afectadas por las presuntas desapariciones de bebés en Huelva. A.M.F. busca a su hija. Se quedó embarazada en 1965. Durante la gestación fue atendida por médicos de pago, que hicieron un seguimiento exhaustivo del embarazo.
A.M.F. era primeriza. El 27 de mayo de 1966 se levantó con molestias en el vientre. Estaba de ocho meses y debía dar a luz a finales del mes de junio de aquel año. Acudió a la consulta de un reputado ginecólogo y "le dijo que estaba de parto, que se fuera rápidamente al hospital Manuel Lois", indica su hija, que tampoco quiere desvelar su identidad. Llegó al centro sanitario de la Avenida Federico Mayo a primera hora, acompañada por su madre y su marido. Los tres se sorprendieron cuando la atendió un facultativo y le dijo que "no estaba de parto, así que para dar a luz tendría que irse al hospital provincial de La Merced".
El marido de A.M.F. pidió explicaciones al respecto, ya que en ese momento no tenía dinero para pagar el traslado de su mujer al clínico de La Merced. "Entonces fue a dar con él el médico jefe de planta, que llegó a pagar el taxi de su bolsillo" para que la familia llegara al otro centro con la máxima comodidad posible. Nada de ambulancias. En coche.
En este caso se produce por vez primera en Huelva una conexión directa entre ambos sanatorios, más allá de que el personal de pediatría, obstetricia y ginecología de los dos hospitales fuera, en muchas ocasiones, prácticamente el mismo.
Una vez en La Merced, "llevaron a mi madre a una habitación privada y dijeron a mi padre y a mi abuela que se marcharan a casa, que allí no podían estar". Regresaron al pueblo y dejaron allí sola a la embarazada.
A.M.F. recuerda poco detalle de lo que ocurrió después. Cree que la anestesiaron, la llevaron a paritorio y le extrajeron al bebé. Era mediodía, pero el resto de recuerdos está demasiado difuminado.
Cuando comenzó a despertar, aproximadamente una hora después de dar a luz, "le dijeron que había tenido una niña, pero que había muerto", narra su hija. Afligida por la soledad y la tristeza, la mujer permaneció ingresada en la flamante habitación que habían dispuesto para ella.
Un día más tarde, el 28 de mayo del 66, su madre y su esposo cruzaron el umbral de La Merced con la mirada encendida por la ilusión por conocer a la pequeña. Entonces recibieron la noticia de boca de uno de los médicos como un mazazo: "Les dijo que había fallecido, los trataron fatal; mi padre insistió mucho en ver el cadáver, es un hombre temperamental, y el médico llegó a enfadarse con él", explica su hija.
Pero no le dieron opción a hacerlo. Ni siquiera a asumir el entierro, "pese a que mi padre, que trabajaba en Suiza, podía permitírselo". Como a otras tantas familias, "le dijeron que el feto iba a enterrarse con un hombre mayor que había muerto ese día".
Con todo, "mi padre era muy agradecido y le llevó al jefe de planta del Manuel Lois una caja muy grande y cara de puros que él había traído de Suiza" por haberles abonado el taxi que los trasladó a La Merced. Ironías de la vida.
La madre de A.M.F. siguió visitándola durante los días sucesivos en que permaneció ingresada para recuperarse del traumático parto. En los tiempos muertos, aprovechó para indagar. "Mi abuela habló con una enfermera que le dijo que la niña era muy blanca, con las muñecas muy gorditas" y cree que "vio algo raro allí", puesto que cuando A.M.F. recibió el alta y volvió a casa "le dijo a mi madre que a la niña se la habían quitado". No dio más detalles, pero la insoportable sombra de la duda ha perseguido a la familia bartolina durante estas cuatro décadas y media.
Las dos hijas que el matrimonio afectado tuvo después decidieron, un buen día, comenzar a investigar. "Vimos en la tele otros casos y nos dimos cuenta de que era como el de nuestra hermana". Era enero de 2011. La mujer que ha accedido a contarnos la historia de su madre pidió ayuda al alcalde de su localidad, Manuel Domínguez, "que me ha echado una mano con el papeleo".
La primera sorpresa se la llevó la familia al tener en su poder el legajo de aborto: "A mi madre le dijeron que había muerto de espina bífida y cefalea, pero en el documento pone que falleció de agnosia". Además, la hora de la muerte se fijó a las 21:00 de aquel fatídico 27 de mayo, "pero a mi madre le comunicaron que la niña había muerto una hora después de que ella dio a luz, es decir, a mediodía".
En el cementerio, localizaron a un feto a nombre de su madre que "está enterrado supuestamente en la fosa común", como la mayoría de los bebés cuyas desapariciones han sido denunciadas, lo que de nuevo refuerza la idea de que la sepultura general debe contener buena parte de las respuestas que buscan las víctimas.
"Mi madre ya se ha hecho las pruebas de ADN y este mes vamos a denunciar el caso oficialmente en la Policía", afirma la hija del matrimonio, que asegura que "encontrar a nuestra hermana sería la gran ilusión de la vida de nuestros padres, que están convencidos de que se la robaron". Mientras, se conforman con detenerse en los rostros de cada persona de 45 años, "por si se pareciese a nosotras y fuese ella".
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