El poder de dominar la escena: Claves para hablar en público con impacto y serenidad
Club MKS Huelva
Hablar en público no es solo decir palabras ante una audiencia: es lograr que te escuchen, te sientan y te recuerden
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Dominar la escena es una habilidad que implica mucho más que prestar atención al lenguaje corporal y a la palabra. Involucra tu presencia, la forma en que te mueves, tu vestimenta, el uso intencional del color, el conocimiento de nociones de protocolo y la manera en que manejas las distancias físicas con el público.
Cada uno de estos elementos comunica, influye y construye el impacto que generas.
Tu entrada marca el tono: hazla intencionada
“No hay segundas oportunidades para causar una primera impresión”. Ya lo dijo Oscar Wilde.
Así que, antes de comenzar a hablar, haz una breve pausa en el centro del escenario o frente al grupo, respira profundo y recorre visualmente al público. Esta pausa, aunque breve, transmite seguridad y capta la atención sin que hayas dicho una palabra.
Elige una postura abierta, con los pies firmes y alineados, y los brazos relajados. No te precipites en hablar y aprópiate del espacio como si te perteneciera. Eso se contagia. Muéstrate ágil, con movimientos sutiles y controlados; y evita dejar las manos caídas, cruzar los pies o cruzar los brazos. Utiliza gestos ascendentes para ocupar más espacio, siempre por encima de la cintura.
Viste con intención: tu imagen también comunica
Lo que llevas puesto habla antes que tú. Colores, formas y estilos pueden ser aliados o distraer del mensaje.
Si vas a dar una charla motivacional, evita colores muy oscuros o demasiado neutros que apaguen tu energía. Un azul cobalto, coral o esmeralda proyecta dinamismo, cercanía y liderazgo, mientras que un estilo monocromático en tonos claros puede reforzar autoridad serena y accesibilidad.
Piensa en tu vestimenta como parte del mensaje. Pregúntate: ¿qué quiero que sientan al verme? ¿Cómo puede mi imagen apoyar el impacto que deseo generar?
Gestiona las distancias: acércate con propósito
El espacio entre tú y el público influye en el nivel de conexión. Alejarte demasiado crea frialdad, invadir incómoda y acercarte con intención genera confianza.
Si estás en una sala pequeña, puedes moverte hacia los laterales o incluso entre el público durante ciertas partes del discurso. Eso rompe la barrera y humaniza tu presencia.
Observa las reacciones del público. Si alguien se aleja inconscientemente, revisa tu proximidad.
La clave está en leer el lenguaje no verbal de quienes te escuchan y adaptar tu movimiento.
Ocupa el espacio con tu voz y tu cuerpo
No es solo qué dices, sino cómo lo dices. Tu cuerpo debe apoyar tu mensaje y no competir con él.
Si quieres enfatizar un punto clave, da un paso al frente, haz una pausa, y baja ligeramente el tono de voz. Esto crea un momento de atención máxima y refuerza tu mensaje emocional.
Practica frente a un espejo o grábate. Observa si hay movimientos repetitivos (como balancearse o mover las manos sin control). Sustituye esos gestos adaptadores automáticos, por movimientos intencionados que acompañen tu narrativa, con gestos ilustradores.
Apóyate en los elementos del entorno
Ojo con pantallas, sillas, mesas, micrófonos, ya que todo lo que está en el espacio puede sumar o restar a tu presencia. Analiza lo que te interesa en cada situación.
Si tienes una mesa alta, no te escondas tras ella, rodéala y úsala para apoyarte con naturalidad cuando sea necesario, sin perder visibilidad del torso. Eso da cercanía sin perder estructura.
Llega con tiempo al lugar donde hablarás. Reconoce el espacio, ensaya tus movimientos, identifica posibles obstáculos. Eso reduce la ansiedad y te ayuda a sentirte mejor.
El escenario es tu aliado, no tu enemigo
Cuando aprendes a habitar el espacio con intención, a vestir con estrategia, a usar tu cuerpo como un canal y no como una barrera, el miedo escénico empieza a disiparse. Lo que queda es una conexión real, una comunicación poderosa y un mensaje que llega sin interferencias.
Hablar en público no se trata de vencer el miedo. Se trata de prepararte para estar presente, conectar y transformar. Y eso, créeme, está al alcance de cualquiera que decida entrenar esta habilidad.
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