David de Miranda culmina su pleno colombino

FERIA DE COLOMBINAS

El diestro de Trigueros amplió su cosecha de orejas en su segunda comparecencia en una tarde en la que resultó lesionado Roca Rey, que le acompañó en su salida a hombros

David de Miranda, en el patio de su casa

Los tres novilleros se marchan por la puerta grande

David de Miranda salió a hombros en compañía de Roca Rey en su segunda tarde de Colombinas.
David de Miranda salió a hombros en compañía de Roca Rey en su segunda tarde de Colombinas. / Alberto Domínguez
Álvaro Rodríguez del Moral

01 de agosto 2025 - 23:17

Se había puesto el ansiado cartel de no hay billetes en las taquillas del coso de La Merced. Era el primer lleno -este sábado ya está cantado el segundo- de un ciclo que evidencia las constantes que se viven en la mayor parte de las plazas de la piel de toro: ambientazo, ansias de espectáculo, juventud entusiasta, ganas de pasarlo bien y sobre todo, de andar por encima de las componendas oficialistas que pinta un mundo de colorines en el que los toros, la cultura heredada, no tienen cabida: todos esos ingredientes que, tantas veces, mosquean a los puristas pero son tan necesarios para que fiesta continúe...

En los chiqueros aguardaba un encierro de Torrealta, hierro talismán de La Merced que echó un primero despegado del suelo y ayuno de clase al que Manzanares iba a torear muy apoyado en la voz, desplazándolo con toques fuertes sin que el bicho llegar a humillar nunca en su muleta. Fue una faena de acá y de allá, rematada de una estocada efectiva que hasta despertó la petición de un público dispuesto a agradar. El cuarto, de irreprochable presencia, se iba a mover sin demasiado estilo en la espesa muleta del alicantino, empeñado en una larga y movida faena en la que nunca llegó a encontrar el planteamiento, el nudo y mucho menos el desenlace. Tampoco anduvo fino con el acero, volviendo a mostrarse como torero amortizado.

Roca Rey, ajeno a los dimes y diretes que animan la comidilla taurina en la yema del verano, iba a sortear en primer lugar un precioso jabonero, brindado al público, al que toreó por alto en la apertura de su faena. Sin tener mal aire, al toro sí le iba a faltar remate en la embestida. El paladín limeño lo pasaba por el lado izquierdo cuando fue alcanzado con violencia. Cuando se levantó, visiblemente maltrecho, llegaron los mejores muletazos, los más entregados, de su trasteo. Roca sangraba y cojeaba pero volvió a ponerse y a entregarse en plena comunión con el público sin que faltara la dosis y la sobredosis de un intenso arrimón que puso a la plaza en pie. Cobró un estoconazo y le dieron las orejas. Las iba a pasear cojeando antes de marcharse a la enfermería.

Mientras Manzanares trataba de echar abajo al cuarto salió de la enfermería. Le habían infiltrado para estoquear ese quinto después de permanecer tres cuartos de hora en manos de los médicos. Fue un hechurado chorreado -molesto, arisco y bruto en la muleta- que no le iba a dejar estar nunca agusto en una labor tan deslavazada como infructuosa. El caso es que le iban a pedir con fuerza la oreja que el palco negó.

David de Miranda, primer gran triunfador de las Colombinas, iba a recibir al tercero por delantales. Se empleó a fondo en el quite: por saltilleras, por gaoneras... No faltó un susto pero el público onubense quería verlo triunfar de nuevo y el torero de Trigueros no dudó en brindar a la plaza abarrotada. La faena comenzó en los medios, con impávidos estatuarios. El toro se venía al principio en la distancia larga y con prontitud, enhebrado a la muleta de Miranda que marcó su mejor tono al natural mientras el animal, a menos, perdía fuelle a cada pase. Metido en su terreno, donde más cómodo se encuentra David, terminó de apurar la embestida. Aún tuvo arrestos para enroscárselo en un puñado de naturales de mayor emoción que perfección antes de agarrar una estocada atravesada y caída que iba a ampliar su cosecha de orejas.

Cuando saltó el sexto todo estaba preparado para que David culminara su pleno colombino en este año determinante para su futuro immediato. La cosa salió rodada: desde los buenos lances de recibo, pasando por la larguísima cordobina del quite hasta la aclamada faena, iniciada por excelentes muletazos por bajo que abarcaron una embestida declinante. Miranda se cruzó con él, se colocó en su terreno y volvió a meter al toro y al personal en la canasta para redondear una feria que quedará siempre en su recuerdo.

FICHA DEL FESTEJO

GANADERÍA: Se lidiaron toros de Torrealta, bien presentados. Sin clase el primero; potable sin más el segundo; de más a menos el tercero; informalote el cuarto; bruto el quinto y a menos el sexto.

MATADORES: José María Manzanares, de burdeos y azabache, ovación en ambos; Roca Rey, de grana y oro, dos orejas tras aviso y ovación tras petición. David de Miranda, de rosa y oro, dos orejas y oreja tras aviso.

INCIDENCIAS: Se colgó el cartel de ‘no hay billetes’ en tarde muy calurosa. Roca Rey fue cogido por el segundo sufriendo una contusión en la rodilla izquierda que no le impidió continuar la lidia tras ser atendido en la enfermería de la plaza. Saludaron Cándido Ruiz, Fernando Pereira y Fernando Sánchez.

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