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TEXTOS Y FOTOS: Rafa del Barrio
Un joven se fotografía encima de la torreta de un BTR ruso destruido. Casi todos los vehículos han sido retirados de las calles y almacenados en aparcamientos junto a la carretera. Muchos de los vehículos rusos destruidos tienen pintadas a modo de trofeo o de advertencia a las tropas enemigas.
En los aparcamientos no sólo se encuentran vehículos militares, muchos son de civiles que intentaron huir y fueron asesinados por las tropas rusas. Algunos de los coches aún tienen restos de sus ocupantes y manchas de sangre por dentro. En la furgoneta de la imagen escribieron NIÑOS.
Al entrar en Bucha la escena es dantesca, las calles están reventadas por fuego de mortero, y a pesar de la rápida limpieza aún hay restos de tanques y manchas de vehículos que se incendiaron. Entre los escombros de las casas aún se pueden encontrar restos de municiones y uniformes rusos calcinados. Sigue siendo peligroso entrar en muchos jardines por el riesgo de que haya minas o restos de munición aún sin detonar. Evgen fotografía los restos de la casa de un conocido que huyó hacia Lviv al comienzo de la invasión.
Esta es una de las vías principales de Bucha, y también una de las zonas más afectadas por el fuego cruzado y los combates. El fuego de la artillería impactó en esta acera, a pocos metros de una guardería, que se encuentra completamente llena de agujeros de bala.
Dos personas rezan en la Iglesia de San Andrés, tras la misa ortodoxa del Domingo de Ramos. En la religión ortodoxa, la entrada de Jesús en Jerusalén se conmemora el primer domingo de la primera luna llena de primavera. Cerca de esta iglesia apareció una fosa común de 14 metros con 57 civiles asesinados dentro.
Durante la ocupación, los cadáveres de la gente estaban tirados en la calle sin ser
enterrados con un funeral digno. Algunos de los vecinos intentaban darles una sepultura temporal para evitar que los animales se los comiesen, pero no era una tarea fácil. Los soldados rusos querían que fuesen visibles como advertencia y normalmente disparaban a la gente que intentaba enterrar los cuerpos de sus vecinos y familiares. Tras la ocupación los restos fueron llevados a Kiev, donde se les realizó una autopsia para determinar la fecha y causa de la muerte.
Octavo piso de un bloque de viviendas por el que entró un misil a través de la ventana. El cuerpo de su dueño sigue calcinado en su interior, custodiado por su amigo y vecino Bohdan Slava, que levanta la sábana blanca que lo tapa para enseñarlo. Los restos de su vecino aún esperan ser levantados para que le sea realizada una autopsia.
Bohdan aún tiene la mirada perdida, sigue en shock por todo lo ocurrido durante la ocupación. Cuenta que al llegar los soldados estos le pusieron un AK47 en la frente. "Tienes dos minutos para subir a por tu documentación". A falta de alternativas sigue habitando su piso, sin gas, agua ni electricidad y cubierto por el humo que producía el incendio del piso superior que fue golpeado por el misil.
Su cocina está llena de balazos que atraviesan todas las paredes. Los rusos disparaban por diversión a las casas e incluso celebraban los aciertos a modos de gol.
Guarda algunos de los muchos proyectiles que entraron en su casa, junto a un cargador de AK-47. Estos proyectiles de gran calibre son usados normalmente como munición antitanque y anti vehículos. Son disparados por vehículos ligeros BTR
Exterior del bloque de pisos donde vive Bohdan, ahora mismo en su escalera sólo viven él y otras dos personas. Aunque el bloque tiene 124 apartamentos actualmente lo habitan un total de 23 personas.
Una de esas personas es Liuda de 70 años. Su hija y sus nietos huyeron al comienzo de la invasión pero ella decidió quedarse en su casa porque en los autobuses de evacuación no dejaban subir a su perro y a su gato. Ahora cocina junto a sus vecinos en una hoguera cerca del portal los productos que les traen los voluntarios. Todos los comercios permanecen cerrados debido a que sus dueños huyeron o fueron saqueados y destruido por las tropas rusas.
Este almacén de cerámicas fue usado por las tropas rusas como hangar durante la
ocupación. También ocuparon un hospital. Todos los lugares que habitaron están repletos de botellas de alcohol vacías, munición y cajas de comida de campaña militar.
Junto al hangar encontramos a un equipo de desminado del ejército ucraniano que está almacenando la munición sin detonar, los proyectiles, las granadas, restos de misiles, armas, minas anti tanque y bombas trampas. Uno de los desactivadores sostiene una lata de galletas en la que ocultaron una mina antipersona. "Esta era para los niños".
Frente al almacén que utilizaron a modo de hangar a pocos kilómetros está Irpín, otro de los lugares afectados por el constante bombardeo. Las tropas rusas ocultaron varios vehículos blindados desde los que disparaban a las viviendas de Irpín. Un soldado ucraniano muestra la dirección en la que se encuentra la localidad.
También colocaron varios nidos de francotirador desde donde podían disparar a la población y al ejército ucraniano sin ser detectados.
Interior de un coche tiroteado en Irpín, justo al otro lado desde donde las tropas rusas se atrincheraron.
Puente del Río Irpín, que fue derribado por las tropas ucranianas al comenzar la invasión para detener el avance hacia Kiev del ejército ruso. Este puente se ha convertido en la imagen de esta guerra, del horror, del éxodo y de una herida abierta que de momento no tiene intención de cerrarse pronto.
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