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Cuatro claves para entrenar la inteligencia emocional en verano

  • Ahora los días son más largos, tenemos más planes fuera de casa, más citas con amigos y familiares, más ganas de ocio, y todo eso nos sirve para desarrollar nuestra empatía

Cuatro claves para entrenar la inteligencia emocional en verano

Cuatro claves para entrenar la inteligencia emocional en verano

Todo el año nos brinda oportunidades para estar atentos a las claves que nos convierten en personas emocionalmente inteligentes, pero creo que el verano se presta más. Rompan con los estereotipos o tópicos que no les apoyan; aprovechen para entrenar su empatía y entender mejor a los demás; cuídense desde lo que piensan de ustedes mismos; y sobre todo, planifiquen, que no les atropelle el tiempo sin haber pensado en cómo quieren hacer lo que quieren hacer. Estas son las cuatro guías que podemos tener muy presentes todo el año y que ahora en el periodo estival es más fácil entrenar.

La inteligencia emocional, definida así de forma muy simple, es la capacidad que tenemos para identificar lo que sentimos y entenderlo y para identificar y entender lo que sienten los demás y todo eso además para hacer algo que nos sirva. Porque si no hacemos nada, no hay inteligencia emocional.

Romper con los estereotipos

El verano se lleva la palma en estas cuestiones de los clichés o creencias colectivas que tenemos asumidas como verdades absolutas. Hay que pasarlo bien, hay que viajar, hay que leer, hay que ir a la playa, hay que huir del trabajo, hay que salir con los amigos, hay que, hay que…

Y la verdad es que no hay una forma concreta y perfecta de vivir el verano. Cada uno de nosotros tiene su forma de vivirlo. Eso es la libertad. Así que la mejor forma de ejercer nuestra libertad es pararnos un momento a pensar en cómo nos gustaría vivir el verano, sin dejarnos llevar por los cientos de estereotipos que la sociedad ha construido en torno a estos meses. Y si nuestras preferencias coinciden con los estereotipos, pues perfecto. Pero si no, ¿qué podemos hacer?

Septiembre no tiene que ser un final y mucho menos el ogro que nos espera. La playa no es el único destino. Leer novelas no es posible sólo en verano. Viajar no tiene por qué ser la única opción… Pongan en duda todo lo que tenemos asociado al verano y hagan el ejercicio de pensar, ¿qué me gusta realmente a mí hacer o sentir estos días?

Aprovechar para entrenar la empatía

Seguramente la mayoría de nosotros tenemos estos días largos de verano más planes sociales. Surgen más sobremesas distendidas con amigos, más momentos de ocio con familiares que vienen de vacaciones o con los que convivimos todo el año, e incluso con nosotros mismos, que aprovechamos para tomarnos solos un aperitivo en alguna terraza de nuestra envidiable costa onubense. Y todos esos momentos sociales son oportunidades estupendas para entrenar nuestra empatía, con los conocidos y con los desconocidos, ¿por qué no?

Descubrir o redescubrir a las personas es una tarea muy emocionante. A mí me lo parece. Claro que para descubrir a las personas, sobre todo a las que creemos que conocemos, hay que apartar las ideas preconcebidas que tenemos. Así que aquí hay que empezar por la primera clave: romper con los estereotipos. Y entonces sí, al permitirnos relacionarnos con las personas sin prejuicios podemos observar y entender lo que sienten, eso es empatizar.

La empatía no implica compartir las emociones o los sentimientos de los demás, pero sí comprenderlos si hacemos el esfuerzo de ponernos en su piel, en sus creencias y en su forma de vivir. Y de pronto, surge lo que a mí me parece emocionante: el aprendizaje. Aprendemos de nosotros mismos, de cómo comunicarnos mejor, de cómo disfrutar de la relación, de cómo apoyar constructivamente a los demás. Y aprendemos también del otro, comprendemos mejor por qué hace lo que hace o piensa lo que piensa y de esta forma podemos perdonar, o no, pero sin coste emocional para nosotros.

La empatía es la clave de la tolerancia, algo que, al menos a mí, me resulta imprescindible para vivir en sociedad y últimamente la echo demasiadas veces en falta.

Cuidar la autoestima

Cuiden lo que piensan de ustedes mismos, cuiden su autoconcepto aunque eso suponga ir en contra de lo que en verano parece asumido. Cuerpos diez, bronceados perfectos y sin marcas, modelos de ropa imposibles, escotes infinitos, abdominales esculpidos, lecturas profundas, viajes de sueño, fiestas animadísimas, reuniones con multitud de amigos… No sé cuál es la autoexigencia que les afecta a cada uno de ustedes, sé las mías, por eso me cuido y evito dejarme llevar por esos estereotipos. ¡Otra vez los estereotipos!

Eviten las comparaciones y prioricen por encima de todo su salud emocional. Dense mimos y piensen que la belleza interior, por muy tópico que suene, es lo que diferencia a las personas, incluidos los modelos de revista. Y no crean que todo lo que publicamos en las redes sociales es perfecto, porque los momentos selfies, que en verano se multiplican a la enésima potencia, son justo eso: momentos breves que posiblemente no representen fielmente la situación en la que sucedieron.

Planificar

Y llegamos a la clave más importante: no esperen que las cosas sucedan solas, porque así lo más probable es que, simplemente, no sucedan. Sin planificar, lo más normal que nos puede pasar es que terminemos haciendo "lo de siempre" o "lo que quedaba". Y resulta que "hacer" es justo lo que da sentido a la inteligencia emocional, así que es el momento de la pregunta del millón: ¿qué quieren hacer? Pensar esto es ya la mitad del proceso de la planificación, porque no siempre nos paramos a identificarlo y mucho menos desde las cuatro claves anteriores.

Sean emocionalmente inteligentes en verano y verán como cuando llegue el invierno ya habrán creado un hábito que les apoyará a ser más felices el resto del año. ¡Feliz verano!

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