Clara Toscano: “Huelva es ciudad capital de Tartesos y salida portuaria de todo el comercio”
Indica que Huelva hay que entenderla como un yacimiento único, una urbe de unas 35 hectáreas, que contaba con dos áreas portuarias
Aparecen restos arqueológicos tartésicos en el antiguo edificio de Hacienda de Huelva
Clara Toscano es doctora en Arqueología por la Universidad de Huelva y miembro del Grupo Vrbanitas, que cuenta entre sus intervenciones con la excavación arqueológica del solar del antiguo edificio de Hacienda, donde se encontraron almacenes portuarios de época tartésica. Aparte la arqueóloga es una de las comisarias de la exposición La Joya, vida y eternidad de Tartesos del Museo de Huelva, que reúne más de doscientas piezas de la necrópolis de La Joya, y dirigió las excavaciones en Tejada la Vieja.
Pregunta.–¿Es Huelva el origen de Tartesos?
–El núcleo de Huelva, Sevilla y Cádiz es el origen de Tartesos. Tartesos tiene su origen en el cambio del segundo al primer milenio antes de Cristo, en ese circuito entre Huelva, Sevilla y Cádiz. Hay una serie de yacimientos de esa cronología, entre los que el de Huelva es uno de los más relevantes. No podemos hablar de una capital de Tartesos como tal, porque no se trata de una nación que tenga una capital, pero sí de ciudades capitales, entendiéndolas como ciudades protagonistas, como ciudades cabeceras, y Huelva es una de ellas porque es la salida de todo el comercio, de todo el flujo de metales que vienen de la franja pirítica ibérica.
P.–En Huelva, ¿cuál sería ese yacimiento arqueológico relevante?
–Es la propia ciudad de Huelva, Huelva hay que entenderla como un yacimiento único, no podemos separar La Joya de la zona portuaria, del santuario... todo es una ciudad, la ciudad del siglo VII antes de Cristo funciona como un único y tendríamos una ciudad de alrededor de 35 hectáreas, una ciudad importantísima.
Otros de los enclaves importantes de la provincia sería Niebla, más pequeñita, como control de ese flujo comercial, y Tejada la Vieja, que es una ciudad de unas once hectáreas y su función es más redistribuidora. La salida portuaria sería la de Huelva y Tejada la Vieja, redistribuidora de esos minerales de toda la franja pirítica y de la zona de Aznalcóllar. Por una parte, saldría hacia el Mediterráneo, vía la desembocadura del Guadalquivir, que en esa época quedaba a la altura de la actual Coria del Río, a unos cuarenta o cincuenta kilómetros de Tejada la Vieja y, por otra parte, tendría la salida al Atlántico, vía Niebla y Huelva.
P.–¿Cómo surge esta civilización?
–Aquí hay una población autóctona, indígena, que viene desde el bronce final atlántico, que ya funde minerales, conoce el funcionamiento para la obtención de los minerales, la fundición, pero a una escala menor. Esa actividad minero-metalúrgica se ve incrementada por la demanda que viene de la mano de los fenicios, que lo que hace es intensificar esa producción, con lo que todo se complejiza. Llega el urbanismo como una de las características principales del mundo tartésico, el origen del urbanismo. Aquí se ve claramente, en ciudades como Huelva y Tejada la Vieja.
P.–La necrópolis de La Joya ha sido determinante para mostrar la conexión de Huelva con Tartesos
–La necrópolis de La Joya es muy singular. Se parece a otras necrópolis tartésicas pero destaca por la monumentalidad y la riqueza de sus ajuares y porque mezcla tradiciones indígenas y orientales, y ahí se ve esa fusión, esa hibridación, que supondría los indígenas, de tradición atlántica, con los orientales que vienen, fenicios pero también griegos. Todo eso se fusiona, hay un proceso de mezcla, de mestizaje, y da lugar a una realidad nueva, que no existe ni en oriente ni en occidente sin ese aporte oriental, y es lo que conocemos como Tartesos, porque Tartesos, al final, es una denominación que hacen los griegos de una realidad que hay aquí en el suroeste.
P.–Y, ¿cuál es esa realidad?
– Los griegos lo que ven es esa sociedad mezclada, compleja, aristocrática, rica, con unos núcleos comerciales muy bien establecidos, con flujos comerciales para el Atlántico y zona del Mediterráneo, una sociedad letrada, con escritura propia, la primera escritura vernácula de la península ibérica, la escritura tartésica, que utiliza, curiosamente, elementos del alfabeto fenicio y le incluye elementos del alfabeto griego. El alfabeto fenicio es consonántico, no tiene vocales, las vocales se añaden en función de los fonemas; el griego es silábico y la escritura tartésica es semisilábica, es una fusión tan compleja que sólo ocurre en este territorio.
P.–¿Hay alguna línea de investigación sobre la figura de Argantonio?
– A Argantonio lo nombra Herodoto, que es considerado el padre de la historia, lo nombra en el siglo V antes de Cristo, pero las fuentes literarias clásicas hay que tomarlas con cautela por muchas razones, primero porque Herodoto no pisó el territorio, se está refiriendo a una zona, que le cuentan que existe, hay una parte de mito y una parte de realidad, pero es verdad que a Herodoto se le tiene más consideración que a otros autores de la época y que su objetivo no es mitológico, es una redacción histórica. Obviamente, Argantonio no puede ser la figura de una persona que vivió ciento veinte años. Los investigadores actualmente pensamos que realmente se está refiriendo no a un rey como tal, porque no sabemos si existía una monarquía en Tartesos, de hecho posiblemente no existiera, si no que existían estas aristocracias ciudadanas, locales, y se estaría refiriendo, posiblemente, a un linaje dentro de esa aristocracia, que permitía relaciones cordiales con el mundo griego.
P.–De esas aristocracias hay evidencias en Huelva
Las evidencias arqueológicas en la ciudad de Huelva muestran que Huelva es el punto que más contacto tenía con el mundo griego en la época, con muchísima diferencia. Cuando aquí hablamos de miles de fragmentos de cerámica griega, fuera de la ciudad de Huelva no llegan a diez el sitio que más tiene. Esa diferencia tan grande nos hace pensar que si existía una aristocracia que permitía relaciones cordiales con el mundo griego y tenía capital en algún sitio, es posible que fuera en Huelva.
P.–Desde las primeras excavaciones de Juan Pedro Garrido Roig, ¿se ha avanzado en la investigación de esta civilización y su presencia en Huelva?
– Se ha avanzado muchísimo. De hecho, el Servicio de Arqueología de la Diputación, que era el que tenía las riendas durante los años 80 y 90, avanzó muchísimo en el conocimiento de Tartesos. Las propias excavaciones del santuario de Méndez Núñez, un santuario oriental, con una riqueza, en donde se ha encontrado las cerámicas fenicias, que vienen de la costa sirio-palestina, más antiguas de todo occidente; las cerámicas griegas más antiguas de todo occidente, ha habido muchos avances, el problema es que ha costado ponerlo todo en orden, éste es el gran problema de la arqueología urbana. Se excava en un solar, se excava en otro y se tienen en cuenta como casi yacimientos aislados y la arqueología urbana tiene que entender la ciudad como un yacimiento único e ir integrando y sumando esas diferentes ventanitas al pasado que nos permiten ver las excavaciones, todas esas pequeñas ventanitas hay que ir sumándolas para una reconstrucción factible.
P.–¿Que han aportado los hallazgos del solar del antiguo edificio de Hacienda?
– Nosotros pensábamos que la ciudad tartésica no llegaba tan al este. Se han encontrado restos de almacenes portuarios lo que significa que el sitio donde fondeaban los barcos tenía que estar muy cerquita. No sabemos exactamente dónde, todavía, pero tenía que estar cerca. Lo bueno es que nos ha permitido saber que en esa zona oriental sigue existiendo la ciudad tartésica y que posiblemente contara no con una sino con dos áreas portuarias de atraque, una por la zona de la calle Botica y la calle Puerto. Esto no es muy habitual en las ciudades portuarias de la época, podía ser uno un muelle de embarque y otro de desembarco o para protegerse de un tipo de viento.
P.–¿Cuál es el objetivo de la exposición 'La Joya, vida y eternidad de Tartesos'?
– Hay varios objetivos, pero el primero es de justicia social, era una deuda histórica. La ciudadanía es muy difícil que valore algo que ni siquiera está viendo.Por desgracia, en La Joya todavía no hay un plan arqueológico, hay buenas intenciones, que recogemos con mucho gusto, pero todavia de manera efectiva el ciudadano no puede ir a La Joya a visitar un centro arqueológico. Por tanto, al menos, que lo que se ha exhumado ahí pueda ser contemplado en el Museo. Por justicia social y porque las personas cuando lo vean lo van a valorar y se van a sentir identificados, van a tenerlo como una seña de identidad, además de la que sentirse muy orgullosos. El enfoque va dirigido a la sociedad más que a nivel político y científico, porque a nivel científico, curiosamente, La Joya sí está muy bien reconocida, pero eso no se ha trasladado a la sociedad, ahora sí.
P.–Cree que Huelva debería tener un espacio museístico dedicado sólo a Tartesos
– Si se dota al actual Museo de personal, presupuesto y de la infraestructura necesaria, yo creo que es más que suficiente, pero hay que dotarlo. Lo que no se puede tener es un Museo del año 73 con las mismas vitrinas del 73, los fondos cada vez más repletos, sin personal que pueda gestionar esos fondos. Ahora se ha podido hacer esta exposición porque la Consejería de Cultura ha invertido, la Delegación de Cultura, el Museo de Huelva y La Fundación Atlantic Copper, pero, sobre todo, porque la mayor parte de las personas que hemos formado ese equipo nos hemos dejado la piel para que salga adelante, somos casi todos de Huelva, muy sensibilizados con el patrimonio.
P.–¿Qué destacaría de las piezas elegidas para la exposición?
–Hay cuatro que me hacen especial ilusión que estén en la exposición: una es una arqueta, estéticamente bellísima, la ejecución técnica es complejísima, es una arqueta hecha de marfil y las bisagras son de plata, lo que demuestra el poderío económico y la posición social de la persona que se entierra con un objeto de esas características, por eso se le llaman tumbas principescas, porque eran las personas principales de la sociedad, que no tienen que ser hombres. La arqueta estuvo mucho tiempo en restauración, cuando llegó del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico se dejó en los fondos porque no había garantías y se muestra ahora en toda su grandeza. También el carro, que ArqueoHuelva se empeñó, gracias a la Fundación Atlantic Copper, en realizar una reconstrucción, que es espectacular, imponente. Está hecho con un asesoramiento científico detrás importante. Ha sido un trabajo minucioso, muy preciso y el resultado es maravilloso.
También dos objetos que son más sencillos, de la vida cotidiana: Unos huesos de corvina que ya utilizaban en la necrópolis como protección en el más allá. En las poblaciones costeras es muy habitual, sigue teniendo ese carácter mágico, y era un elemento de prestigio, un objeto mágico y de protección, que ya existía hace 2.700 años, y un sellito, un cilindro de marfil con una roseta grabada, que serviría para estampar. Alguien que se entierra con un sello seguramente sería el que hacia acuerdos comerciales, negocios.
P.–¿Qué se podría hacer en el cabezo de La Joya?
–Un centro de interpretación del patrimonio. Ese tiene que ser el punto de salida de cualquier visita, de turismo cultural, de turismo patrimonial, la puerta de entrada al patrimonio arqueológico de la ciudad, un centro de interpretación de la necrópolis de La Joya.
P.–Tartesos siempre ha despertado curiosidad y son varias las provincias que promocionan su legado tartésico, como es el caso de Badajoz con las máscaras deTuruñuelo y Huelva parece quedarse relegada, ¿a qué se debe esto?
–El Turuñuelo es del siglo V antes de Cristo. Nosotros ya, a partir del siglo VI le llamamos turdetano. Ellos han aprovechado el interés social que hay para ampliar un poco cronológicamente el mundo tartésico al siglo V. En Huelva los problemas vienen de la arqueología urbana y además no hay un proyecto integrador de las excavaciones en la ciudad, es una ciudad histórica superpuesta, para encontrar la ciudad tartésica hay que quitar la actual, la medieval y la romana. En segundo lugar, las excavaciones están vinculadas a proyectos urbanísticos lo que impide la cota de afección porque el propietario, el promotor, no está obligado a excavar más allá de lo que vaya a afectar y, en tercer lugar, problemas de conservación, el freático está muy cerca del subsuelo y técnicamente es muy complicada la excavación en esa zona con el agua. Se podría solventar con una política previa, dando por hecho que va a haber restos arqueológicos en toda la ciudad y preparando los solares previamente pero quién costea eso, ninguna administración se hace cargo.
En el caso del Turuñuelo hay un proyecto de investigación detrás, no tiene nada construido encima, la Junta de Extremadura ha comprado el sitio, ha invertido nada más que en la cubrición del yacimiento siete millones de euros. La diferencia es la apuesta de las administraciones.
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