La cara B de Rafa Pinto en 22 obras
La muestra del artista onubense estará hasta el 18 de julio en la Sala José Caballero
Hace algunos años, mientras Rafa Pinto montaba una de sus exposiciones, entraron dos señoras despistadas que iban buscando la muestra de otro conocido pintor (de estilo más clásico), y al ver los cuadros, una de ellas exclamó: "Esta exposición es de terror, no entres, es para gente pecadora". Esta anécdota fue clave para el título de su nueva muestra: It's a sin. Al artista aquello le llamó la atención y así lo narraba en la inauguración de su nueva colección en la sala del Teatro del Mar, de Punta Umbría: "Yo soy pecador y todos los que estáis aquí viéndola sois pecadores".
Con esta exposición quiere mostrar que todos somos humanos, con nuestros defectos y virtudes, que tenemos una cara oculta, una cara B, y tratar de esconderla es ocultar la naturaleza del ser humano. En esta ocasión la inspiración le llega tras observar a personas por la calle de apariencia normal, como cualquiera de nosotros, y pensar. "¿Qué ocurre cuando nadie les ve?", surgiendo así el tema de esta exposición. Pinto cuenta en sus cuadros historias, hace retratos psicológicos, deja volar su imaginación para ofrecer su particular visión de esa cara oculta de las personas: "Nadie es lo que aparenta, todos tenemos nuestra cara B, el que esté libre de pecado...".
Pinto no defrauda a nadie con It's a sin -que se ha trasladado a la Sala José Caballero- ya que cumple fielmente con todos aquellos rasgos que configuran su personalidad artística: surrealismo naif, colorido en abundancia, innovación en técnicas, alegría, humor, crítica desenfadada, toques autobiográficos y, por supuesto, todo impregnado de la prodigiosa imaginación del pintor.
Lejos de ser de terror, como profería aquella señora, esta muestra pretende, como es habitual en el artista, divertir al asistente. Hay un gran componente de denuncia en la mayoría de las obras, pero lejos de realizar una fuerte crítica, la intención verdadera de Pinto siempre es darle la vuelta a la situación y tratarla con grandísimas dosis de humor. Bajo esta perspectiva podemos admirar obras como Al rico cuqui!!, que habla de la homofobia en Rusia. La funcionariaasesina, suceso recogido en prensa, y que Pinto aprovecha para retratar el acoso laboral en la administración, o CO2, una original interpretación del Monumento a la Fe Descubridora en la que se dan la mano contaminación y elementos autobiográficos.
A pesar del sentido del humor y la ausencia de malicia en los cuadros, es imposible huir de la polémica, como atestigua la historia de Señorito Sharasade, en la que pretende contar la historia de un chico que quería pertenecer a una hermandad cofrade, y ésta le denegó el acceso al conocer que por las noches se dedicaba al transformismo (su cara B). El cuadro escandalizó a mucha gente e incluso llegó a tener denuncias por parte de la hermandad, que posteriormente se retiraron. Según cuenta Pinto, estuvo a punto de no incluirlo en esta exposición, pero finalmente podemos contemplarlo y asegura que se siente "abrumado por la acogida que está teniendo", ya que son varias las personas y entidades que se han interesado por él. Según hemos podido constatar entre los asistentes, tras entender la historia que cuenta, su acogida ha sido mayor si cabe.
En It's a sin también hay cabida para la revisión de clásicos, con todos los ingredientes descritos antes que Pinto aporta: El dinero es nuestro dios, su personal interpretación de La última cena, es una aproximación a todo lo que conlleva la sociedad posmodernista. ¿Dónde está Wally?, su alocada versión de Las meninas, es de esas obras que casi se quedan fuera de la muestra por no confiar en que pudiera calar en el público de la forma que lo ha hecho en esta exposición. Ellos son las tejedoras, al más puro estilo de Las Hilanderas, de Velázquez, habla sobre un taller de bordados de Semana Santa que Pinto visitó en Sevilla, y que estaba compuesto por chicos jóvenes y mujeres mucho más mayores, en el que observa la dinámica social que allí funcionaba: "En realidad eran ellos las bordadoras".
Los elementos autobiográficos están presentes en todas las obras de Pinto. Dentro de cada cuadro podemos distinguir una serie de detalles que hacen que cada historia no flote por sí sola en el lienzo, sino que se aprecie la voz del narrador que las pinta: alambradas que simulan corazones o frases escritas, entre otros, están para recordarnos que son narradas personalmente por el artista onubense y que en algún punto siempre confluyen con sus propias vivencias.
Pinto se reconoce amante de la música, y aunque admite que nunca se le dio bien, le gusta plantear cada cuadro como si fuera "una canción". Estas 22 obras son 22 historias, 22 canciones que nacen de la imaginación del artista, y dentro de cada una de ellas hay todo un mundo por explorar.
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