"La calle debe ser vehículo de amistad, del comercio y de vida entre la gente"

Eleuterio Población en su estudio de arquitectura en Madrid.

22 de junio 2008 - 01:00

Eleuterio Población Knappe nació en 1928, en la clínica que su padre el doctor Población tenía en la calle Rafael López. Su madre, Irmag, era alemana, lo que dice que le ha conferido a él siempre esa mentalidad disciplinada en el trabajo. No fue al colegio hasta los nueve años, las primeras letras las aprendió de su madre. Lo apuntaron en la Escuela Francesa en la época de Maemoiselle Ivonne y Madame Ivonne Cassennave, de la que ha dicho que todo lo dirigía con la exquisitez formal y espiritual que la caracterizaba, lo que no le impedía tener una firmeza increíble y una belleza radiante. Alumno luego del instituto La Rábida, donde dijo que tuvieron la suerte de contar con excelentes profesores de las facultades de Madrid, obligados a exiliarse a Huelva por sus ideas políticas.

Era buen estudiante, lo que no le impedía hacer diabluras, a dominar el tirachinas o a preparar unas hondas con las que defenderse en las 'guerrillas' de los cabezos. Estaba en lista de los empollones con Pepe Vega, hijo del director del San Casiano, que se convertiría en el magistrado José Augusto de la Vega y Ruiz y Odón Betanzos Palacios, de Rociana, que sería profesor de la Universidad Staten Island de Nueva York. Eleuterio Población quiso seguir los pasos de su padre y comenzó en Madrid Medicina en la Facultad de San Carlos, pero al final lo suyo fue la arquitectura, convirtiéndose en uno de los arquitectos de más prestigio del país, una carrera que terminó en un año menos de lo que era perceptivo.

Los buenos resultados en los estudios llevó a su padre José Población a obsequiar a su hijo al acabar un curso con un pequeño barco almejero que estaba algo viejo, Eleuterio, su hermano Pablo y otros amigos lo sacaron del barro de la Ría, lo carenaron, pintaron y lo echaron a la mar con vela latina. Consiguieron llegar hasta Sanlúcar de Barrameda, donde los carabineros les pidieron el rol, ellos no sabían qué era aquello, al final acabaron en el calabozo pero el padre los pudo sacar y volvieron de nuevo a vela y timón. Hoy la náutica sigue siendo una de sus grandes aficiones, ha estado en competiciones con el rey Juan Carlos, los organizadores de las regatas colocaban el barco entre el Comodoro del Club y el de Eleuterio Población.

Una de sus grandes pasiones es la pintura, con sólo ocho años pintó su primer óleo que regaló a su padre. Esto le dio la oportunidad de estudiantes de viajar por Europa gracias a los retratos que realizaba. Le gustaba también la escultura y fue discípulo del escultor madrileño Ángel Ferrant, allí coincidió con Miguel Berrocal, este tomó el camino de la escultura y Población, ante la imposibilidad de conjugar ambas actividades, tomó el de la arquitectura, aunque llegó incluso a exponer sus obras que fueron presentadas por Eugenio D´ors. Los primeros veranos de estudiantes los dedicó a trabajar en Alemania, en la construcción de viviendas. Asegura que fue una experiencia que le sirvió de mucho para su trabajo porque aprendió el método y la disciplina alemana.

En la actualidad, su amplísimo curriculum le convierte en uno de los grandes arquitectos españoles de los últimos decenios, y es que las obras de Eleuterio Población parecen recién hechas cuando muchas de ellas tienen ya muchos años. Su primer trabajo fue un concurso internacional para la organización del paseo Marítimo de Tenerife, con lo que pudo obtener montó su estudio de arquitectura.

Considera que la formación humanística es fundamental para el arquitecto, conocer a las personas, sus inquietudes en todos sus estratos sociales donde cada uno tiene sus ilusiones y necesidades distintas. El construyó una vivienda unifamiliar en Somosaguas, se la encargó un señor que no conocía, aceptó el encargo pero le dijo que debería invitarle al menos dos días por semana a su casa antes de proyectar nada, quería conocer como vivía la familia, cómo pensaba y qué necesitaba. Al final acabó amueblándole la casa y se hizo muy amigo de él. Ocurre que Eleuterio Población le gusta hacer de todo, lo mismo diseñar una silla, que preparar un pequeño chalet para un amigo o un enorme edificio inteligente, y es que dice que todo es arquitectura. Su preocupación es por el contenido y no sólo por el continente tiene una base histórica que él defiende, y es que en los siglos XVI y XVII el arquitecto construía y proyectaba todo el entorno urbano. Incluso los carruajes los diseñaban los mismos artistas que luego proyectaban el edificio. Después el desarrollo tecnológico obligó a un reparto de funciones.

En su trayectoria profesional ha realizado más de 20.000 obras, incluidas viviendas de protección oficial, está convencido de que un arquitecto que no sepa hacer viviendas no puede hacer otros edificios. En 1959 le encargaron 1.200 viviendas en Sevilla que construyeron en sólo nueve meses en el barrio trianero de Santa Cecilia, como en sus edificios no había humedades continuaron los encargos hasta hacer 10.000 viviendas en la ciudad. En Sevilla ganó el concurso para el edificio del Monte de Piedad y Caja de Ahorros, que le proporcionaría nuevos trabajos y es que años más tarde lo vio Meliá y le encargó el Don Pepe, en 1963, que ha sido el hotel que ha modificado la Costa del Sol y así hasta llegar a más de medio centenar en lugares como el Caribe o el Pacífico. Entre tantos trabajos importantes, para él es difícil destacar algunos. Si hablamos del edificio Beatriz, en Madrid, hay que poner de relieve que fue muy apreciado por los arquitectos internacionales o el edificio de la sede de Endesa, en el que se planteó que por qué no se podía hacer una casa igual que un Talgo. En Huelva es autor de varios edificios, dice que lo que más le gusta son los chalets de la Punta de los Ingleses en Punta Umbría, tanto que este año ha alquilado uno para el verano.

Dice que la arquitectura es la señal del tiempo en que se vive y que la que se hace ahora no le gusta porque no está estructurada. Es de los que cree en que hay que construir con ambientes ciudadanos, porque la ciudad es origen de la cultura; a la vez, la cultura es origen de la ciudad bien diseñada, el hombre se reúne en ella para discutir o exponer sus ideas, intercambiar conocimientos o procurarse alimentos y cobijo. Hoy, sin embargo, dice que esto no se hace, critica los PAU, porque nada tiene de ciudad, son unos conjuntos de bloques de viviendas servidas por excelentes avenidas que siempre están vacías de viandantes, el urbanista sólo se ha preocupado de facilitar una acceso rápido de los vehículos al bloque, pero no de crear ambientes donde los vecinos conocen a los comerciantes y resuelven sus problemas a través de la amistad. Estas grandes manzanas están desprovistas intencionadamente de locales comerciales para que los empresarios de las grandes superficies establezcan sus centros comerciales a los que al no haber ninguna otra competencia, el habitante tiene que ir en su coche. Para Eleuterio Población la calle debe ser vehículo de la amistad, del comercio y de la relación entre las gente que la discurren. En las ciudades más antiguas y cultas, la calle se convierte muchas veces en peatonal y en espacio para el espectáculo.

Cree que en Huelva el PGOU de Alejandro Herrero se equivocó al permitir en la zona de la Punta del Sebo la instalación de las industrias, habló de este tema con él y le argumento que le parecía que era una zona donde la cimentación sería cara, pero para Población eso no está justificado porque el urbanismo no debe depender del dinero, y se perdió la oportunidad de extender la ciudad mirando hacia la marisma y es de los que apuesta por recuperar esta zona.

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