Aprovechando el marco de la 49ª Feria del Libro de Huelva, continuamos nuestra serie Breve historia de los santuarios del libro, dedicada a rescatar la memoria de aquellos libreros que, con su oficio y dedicación, hicieron posible que en nuestra ciudad existieran espacios para la lectura y la cultura. Hoy nos detenemos en la figura de José Tosso Fernández, librero de origen gaditano pero onubense de adopción, cuya actividad se desarrolló entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Con su trabajo, fue otro de aquellos hombres que ayudaron a consolidar el comercio del libro en la Huelva de hace más de un siglo.
Para esta investigación, nuestros principales aliados han sido los padrones municipales y la prensa de la época. Pacientemente, rastreando nombres y noticias, hemos podido reconstruir pequeñas piezas de su historia que, como en un puzle, permiten perfilar la trayectoria de este librero hoy casi olvidado.
Tosso llegó a aquella Huelva de aluvión, una ciudad en expansión que en pocas décadas pasó de algo más de 8.000 habitantes a los cerca de 21.000 que tendría a finales del siglo XIX, y en la que sin duda se presentaban oportunidades de negocio. Se estableció aquí hacia 1880 junto a su esposa, la sevillana Rosalía Villegas Silva, aunque la pareja no tuvo hijos. Los padrones municipales lo describen sucesivamente como comerciante, encuadernador, librero o industrial; distintas denominaciones que parecen responder más al criterio de los funcionarios encargados de cumplimentar dichos registros que a cambios reales en su actividad, siempre vinculada al mundo del libro.
Su negocio no estuvo exento de dificultades. En septiembre de 1887, un aviso de prensa informaba que se suspendía el suministro de libros y periódicos al librero José Tosso “por falta de pago”. Dos años después, en junio de 1889, La Provincia documentaba un incendio en su librería de la calle Ricos. El siniestro se inició durante la noche, tras el cierre del establecimiento, pero gracias a la rápida intervención del sereno, del guarda de la calle Concepción y de varios vecinos, las llamas fueron sofocadas antes de causar daños graves, aunque se lamentaron algunas pérdidas.
A comienzos de la década de 1890 trasladó su librería a la calle Concepción, 21, donde la Guía de Huelva y su provincia de José Merelo y Casademunt (1892) lo registra como “Librería Nacional y Extranjera” y “Centro General de Suscripciones”, ofreciendo libros escolares, artículos de escritorio y revistas culturales. En ese año, solo dos librerías aparecen mencionadas en toda la ciudad: la suya y la de Manuel Torres Cansino, lo que da idea de la importancia que tuvo su local en la red cultural onubense.
Pese a estos esfuerzos, la situación económica seguía siendo delicada. En junio de 1894, La Crónica de Madrid lo incluía en su sección de quiebras, notificando que se celebraría una junta de acreedores para discutir su propuesta de pagar el 50 % de sus deudas en tres años y seis plazos. Años más tarde, superadas estas dificultades, trasladó su librería a la calle Tetuán, donde continuó activa al menos hasta 1919 como distribuidora de novedades editoriales.
Paralelamente, Tosso ejerció como corresponsal administrativo de periódicos nacionales como El Heraldo de Madrid, El Mundo o La Correspondencia de España. Desde su mostrador gestionaba suscripciones, cobros y entregas de ejemplares, actuando como intermediario entre la prensa nacional y los lectores onubenses.
Tosso tampoco fue ajeno a la vida social y política de la ciudad. En 1897, El Noticiero Sevillano lo cita entre los asistentes al banquete organizado por el periódico El Alcance, órgano del partido liberal de Huelva presidido por Manuel Vázquez López, en honor del nuevo alcalde Francisco García Moreno. Su presencia en este acto muestra su afinidad con el ideario liberal.
Con el paso de los años, Tosso mantuvo su actividad pese a los golpes personales y las crisis económicas. La muerte de su esposa en enero de 1911 fue recogida por varios periódicos de los que él mismo era corresponsal. Ya jubilado, continuó residiendo en la calle Palacio hasta su fallecimiento el 3 de octubre de 1927, a los 69 años, según consta en el Archivo Histórico Provincial de Huelva.
Tosso personifica al pequeño comerciante más motivado por el amor a los libros y la cultura que por el beneficio económico. No destacó por su activismo político ni por una militancia combativa, como fue el caso del librero Torres Cansino, miembro de la masonería, pero sí por su constancia y oficio. Su librería, abierta durante más de tres décadas, sobrevivió a incendios, deudas y traslados, y se mantuvo como un referente estable dentro del tejido cultural de la ciudad. En su figura se reflejan valores como la perseverancia, el trabajo artesanal —fue también encuadernador— y la capacidad de adaptarse a tiempos difíciles.
Su vida, discreta y dedicada al oficio, encarna el perfil del librero profesional del cambio de siglo. Con su trabajo —encuadernando, distribuyendo prensa o vendiendo libros escolares y revistas ilustradas— contribuyó a que muchos onubenses accedieran a la lectura, ayudando a que el libro dejara de ser patrimonio exclusivo de las élites ilustradas.
Recordarlo hoy es reconocer que la historia del libro en Huelva se construye también con trayectorias como la suya: las de quienes, desde el mostrador de una librería, hicieron posible que la lectura encontrara su lugar entre las calles de una ciudad en transformación.
Antonio Agustín Gómez Gómez es director de la Biblioteca Provincial de Huelva.