Francisco de Paula Oliva · Jesuita

"Si ayudar al pueblo a construir su futuro es ser de izquierda, pues lo soy"

  • Lleva la mayor parte de su vida de misionero en América Latina, donde lo han propuesto para Nobel de la Paz, en Huelva puso en marcha importantes actividades para los jóvenes

Francisco de Paula Oliva, jesuita, es conocido como Padre Oliva o Pa´i Oliva, según la orilla del Atlántico, acá o allá, de cualquier forma lo que todos tienen claro es su compromiso con los más pobres. Ha tenido un largo peregrinar, diez años los dedicó aquí en Huelva, en la Compañía de Jesús, donde vive su familia de sangre, porque por todos los lugares que camina tiene su familia de fe. Ahora ha vuelto a Huelva desde Paraguay, donde incluso la sinrazón de la dictadura le expulsó, pero es uno más no por trabajar allí en uno de los barrios más humildes, que están por debajo del umbral de la miseria, sino porque tiene la doble nacionalidad paraguaya y española. Por eso dice cuando hablamos con él que aquí va vestido como europeo y es que allá en su barrio camina con unas chancletas de goma, así que si le ven ahora le dirían que iba disfrazado.

Su deseo de ser misionero lo tenía de niño, cuando estudiaba con once años llegó un día un hermano marianista que les habló del Japón, tanto le entusiasmó que aprendió todo de aquel país lo que a muchos le sorprendía. Terminó sus estudios de Bachillerato con 18 años y se decidió por entrar en la Compañía de Jesús, comenzó el noviciado en el Puerto de Santa María y así empezaron sus estudios de Filosofía, Teología y Humanidades, fueron otros 18 años. Asegura que no se arrepiente de haber estudiado tanto, porque se preparó para dar respuestas a las cosas con las que se enfrentaría.

Comenzó de director de Radio Popular en Montilla, le gustaba escribir los guiones, había ganado algunos concursos literarios, así que aquí le escribía al padre Pérez Ontiveros, eran unos programas educativos. Entonces dice que la gente estaba dormida "se vivía pero no éramos conscientes de lo que pasaba"; recuerda que en 1946 le decían al padre Llanos que iba a darle los ejercicios espirituales a Franco, bueno a su mujer, por que él salía a fumar, "que le hablara y en 1956 en la facultad ya le urgíamos de que le dijera que se marchara".

En aquella radio en Montilla el padre Oliva ofrecía ideas sociales, que no gustaba al conde del pueblo que como hacendado vinícola les dejó sin recursos económicos para seguir adelante, sacaron muchas ideas para conseguir recursos publicitarios, pero aquello no marchaba. Así que fueron a ver al obispo de Córdoba que tenía una licencia de radio, pensaban emitir desde Montilla y llevar la señala a la capital que le daría más posibilidades de mantenerla económicamente, pero dijo que no. Así que el padre Oliva entendió que "para qué trabajar para un señor que no quería colaborar"; se le presentó la oportunidad de marchar a Paraguay, el provincial pedía en Andalucía un asesor para un colegio donde impartir clases de introducción a los medios de comunicación. Allá que se fue y quedó aun lado la idea de ir a Japón, casi estuvo a punto y lo tenía hablado con el padre Arrupe, pero unas dolencias le hizo perder la ocasión. Así que después de 15 días mareado en barco llegó a Río de Janeiro, tuvo que esperar un vuelo durante una semana, y llegó a Paraguay un día fuerte lluvia.

Al principio los alumnos no le hicieron caso, pero empezó un trabajo de hormiga, con humildad, ganándose la confianza. "Los muchachos me cambiaron, me decían barbaridades, al cabo de los seis meses era al revés, ellos habían sido mis profesores", por eso ha dicho siempre que nació en Paraguay. En las misas no tenía mucho éxito, así que le dio un giro, había quien se escandalizaba con aquellas misas de guitarras con micrófonos, fueron cuatro años y medio de llenos en la iglesia y también con visitas de la policía, incluso a muchos chavales lo llevaron a torturar, los pudo sacar jugándose la vida entrando gritando como periodista internacional. Se fue metiendo tanto en los problemas de Paraguay, que no le gustó al dictador Stroessner. Le acusaron en 1969 de abrirles los ojos a los jóvenes y tras las visitas que realizó a los huelguistas de hambre en la Facultad de Medicina le invitaron a marcharse del país, después de haber conseguido la nacionalidad para que nadie dijera que huía de los compromisos refugiándose en el hecho de ser extranjero. "Era una vida comprometida con los chavales, me abrieron los ojos y luego yo se lo abrí a ellos".

Cuando llegó de vuelta a España sus compañeros no entienden su lenguaje. Asegura que "si ayudar al pueblo desde el mismo pueblo, viviendo como el pueblo, si ayudar al pueblo para que se organice y luche y sea protagonista de su historia, si eso es ser de izquierda yo soy de izquierda, abiertamente, no por ideas". En Asunción hay gente que le ayuda con plata cuando les dice que es de izquierdas le contestan "quita eso y les digo que no, que si ser de izquierdas es ayudar a la gente a hacer que el pueblo sea protagonista de su historia para construir su futuro, yo soy de izquierda, totalmente".

En Buenos Aires estuvo nueve años, se reunía con muchos paraguayos y seguía trabajando en los medios de comunicación. En Ecuador no le aguantaron porque "eran unos derechosos terribles", quiso formar un frente obrero, campesino y universitario, al final fueron los jesuitas los que se echaron para atrás, estuvo unos meses. Pero se entera en 1979 que en Nicaragua había triunfado la revolución sandinista, que la Iglesia necesitaba a una persona para un programa de radio y allí que va el padre Oliva. Vivió en un régimen marxista lenista sandinista. "El gobierno que mejor me ha tratado, con más respeto y más cariño es Nicaragua, estuve allí siete años. Ahora es cuando digo si ayudar al pueblo, para que éste sea, como dice el mismo himno sandinista, arquitecto de su propia liberación es ser de izquierdas, yo soy de izquierdas, se lo digo a todo el mundo, sin miedos".

Conoció toda la gama de la dictadura, entró por Brasil con la dictadura de Castelo Branco, en Paraguay cinco años y seis meses con Stroessner, y los tres últimos años en Argentina con los militares, y venía de la de España, pero "aquí no nos dábamos cuenta, ahora les preguntaría a los que se daban cuenta qué hacían".

Paco Oliva dice que en Latinoamérica se practica la Teología de la Liberación, donde se habla es en Europa. "No es más que esto, nosotros como seres humanos nos damos cuenta de lo mal que andamos en libertad, en comida, en salud, en todas las cosas y decimos como seres humanos eso no hay derecho, pero como cristianos decimos eso Dios no lo quiere y si con eso coincidimos con los marxista, pues coincidimos con los marxista. Todos los que son de derechas al ver esa coincidencia de objetivos desde la parte humana, pero también de la parte religiosa, dicen ustedes son marxistas. Luego hay cosas que son tontas, mira. En el análisis marxista de la realidad una cosa muy interesante es estudiarla descubriendo las fuerzas ocultas, que están detrás y hacen posible que eso sea así. Bueno, pues por el dichoso análisis marxista que solo es un método, que es ver la fuerza que hay detrás y descubrirla, pues rechazan la Teología de la Liberación porque dicen está marcada de marxismo; no, está marcada por un invento de los marxistas que supongo que lo habrá inventado otro antes, porque es tan de sentido común, el no analizar solamente lo que se ve sino lo que hace posible que eso que se ve exista. Eso allí lo practicamos, en Europa se leen los libros fuera de la realidad de pobreza, de desigualdad, que hay en América Latina".

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