¡Va por ti!
Fea, y ahora....¿qué? ¿Qué hacemos sin ti? ¿A quién llamo yo ahora para quejarme de lo mal que me tratan a los míos en una noticia ? ¿Con quién celebro esa doble página que me hacía quedar de lujo con mis jefes? Esto no te lo perdono y lo sabes.
Alguna vez, no te engaño, había pensado que esto podría llegar, pero lo quería ver muy lejos porque todavía me quedaba mucho por contarte, ¡quedaba tanto por redactar en la trastienda!, aquella de donde no salían nuestras noticias. Prefería, en esos momentos recrearme en el ejemplo que nos estabas dando a todos, que fue mucho y bueno.
Nunca pude imaginar que tras tu aspecto frágil se escondiera alguien con tanta fuerza espiritual y personal, arrebatadora, resistente y enérgica.
Te he admirado siempre , pero esa maldita enfermedad que se cruzó entre nosotros, lo incrementó, me demostró que valía la pena haberte conocido.
Un día, recuerdo, haber estado calculando contigo el tiempo que hacía de nuestro primer encuentro y llegábamos a la conclusión que parecía toda una vida.
Lo que el periodismo una que no lo separe el hombre,
fea. Así ha sido y así será porque si tuviste que llegar desde Pamplona hasta Huelva para conocerte, con la de kilómetros que atravesaste, ahora cualquiera te arranca de mi corazón. Un corazón roto de dolor, pero pleno del cariño, la amistad y la complicidad que nos profesamos siempre.
En casa, hablar de Ana Vives son palabras mayores, porque tú lo eres y no quiero usar el pasado porque me revelo a no hacerte presente.
Tu clase, innata, tu cuidada educación, tu elegancia y tu saber estar te han hecho llenar siempre la estancia donde te encontraras y ahí arriba van a conocer a una Señora con mayúsculas, a esa gran persona que eras, eres y lo serás.
Y no me voy a olvidar de tu faceta profesional porque con tu sorpresiva marcha, has dejado huérfano al periodismo de este país y me quedo corta. Tu compromiso y rigor con cada artículo, tu lealtad, honradez y, sobre todo, compañerismo, hacen que hoy todos te estemos recordando y el clamor general sea venerarte con lo mejor que diste a cada uno.
Tus empresarios, a los que defendías en cada letra de tus noticias, también te van a echar de menos porque tu eras una de sus mejores embajadoras y siempre estarán en deuda contigo, ya te lo
digo.
Tengo muchos motivos más para seguir necesitando de tu presencia, sin embargo no tengo espacio para tanto.
Por todo eso, fea, a cada día que amanezca saludaré en tu nombre, te lo prometo. Tendré que acostumbrarme a no tenerte al otro lado del teléfono pidiéndome lo imposible, como buen periodista de raza, o a trasladarte secretos inconfesables que fueron siempre ‘of the record’. Esos ratos de tantas risas que hemos compartido con tus inseparables compañeros de viaje, esos amigos comunes que estuvieron contigo afortunadamente hasta tu último suspiro.
Pero, mira, a pesar de todo, del fastidio que me produce el que te hayas ido tan pronto, me quedo, por lo
menos, con la satisfacción de haberme tomado mi última ración de cabrillas a medias contigo y con nuestras amigas del alma. ¡Va por ti, fea!
También te puede interesar
Lo último