Viajes para un alma más feliz

Un total de 192 onubenses han desarrollado desde el año 2006 su compromiso solidario en países empobrecidos gracias al programa de Voluntariado Internacional de la Diputación

Ana Palacios, con una pequeña invidente del aula de inclusión del colegio San José Obrero de Suyana, en Perú.
Ana Palacios, con una pequeña invidente del aula de inclusión del colegio San José Obrero de Suyana, en Perú.

Aunque ahora es más feliz que cuando partió, aún está tratando de asimilar aquel viaje. Una aventura dura, solidaria y enriquecedora que el pasado mes de julio le llevó hasta una realidad bien distinta. La de Solentiname, un hermoso archipiélago de agua dulce situado en Nicaragua, que padece las graves consecuencias de la desigualdad, los problemas de género y la violencia, conflictos sociales que ni la propia población es capaz de distinguir.

Una vez allí, Lorena Gamito se encargó de diagnosticar las necesidades de la comunidad en el ámbito psicosocial y participó en talleres con adolescentes y con una asociación de mujeres de amplia presencia en la isla. La joven psicóloga, que ejerce en la Cruz Roja de Huelva, pensaba que "estaba bastante sensibilizada con las injusticias" y, sin embargo, una vez que volvió, sintió un cambio abismal: "Una compañera me dijo que una vez que venías de allí eras más feliz. Y es verdad. Porque valoras mucho más lo que tienes y no te agobias, por ejemplo, con temas como el económico, ya que te das cuenta de que lo importante es ser feliz".

Una sensación parecida siente Ana Palacios cuando, a través del Sky, desafía la diferencia horaria y contacta con sus alumnos del pasado verano en colegio San José Obrero de Suyana, una ciudad ubicada junto a la costa norteña de Perú. "¡Señorita Anita, señorita Anita, que ya la extrañamos, vuelva pronto!", le dijeron la última vez. Y claro, al escuchar estas palabras, la joven química que imparte clases en la facultad de Sevilla siente que se le parte el corazón.

Su trabajo consistió en ayudar a a 23 niños invidentes, con síndrome de Down u otras discapacidades a integrarse en el centro escolar y en la sociedad, centrando todo su esfuerzo en el aula de inclusión de Primaria, donde enseñó a escribir y a tener una rutina a los niños con los que convivió durante un mes.

Las historias de Ana y Lorena son sólo dos de las 38 vividas el pasado verano por los participantes en el programa de Voluntariado Internacional que coordina la Diputación Provincial y que recientemente obtuvo el 12 Premio Andaluz al Voluntariado que concede la Junta en la modalidad de Proyecto internacional. Desde su creación en el año 2006, 192 onubenses han conocido de primera mano la difícil realidad a la que cientos de personas se enfrentan cada día en otros países, espacios empobrecidos con los que la Diputación Provincial tiende puentes solidarios en un esfuerzo compartido con ONG, comunidades de acogida, autoridades locales y particulares de aquellos países con los que los seis trabajadores del área de Cooperación trabajan en red.

En sus inicios, la iniciativa consistió en una adhesión al programa de voluntariado Ángel González de la ONG Solidaridad Internacional. La primera edición propia del programa se celebró en 2007, cuando se ofrecieron tres destinos y participaron 15 personas. A partir de la segunda edición, celebrada en 2008 y gracias a que los participantes anteriores difundieron su experiencia en su entorno cercano, el programa se fue consolidando, de tal forma que en cada edición se han presentado más solicitudes, llegando al máximo en la edición de 2010, cuando se recibieron 130 candidaturas. A partir de 2008 y hasta 2012 en cada una de las ediciones han sido seleccionadas y se han desplazado al terreno una treintena de personas.

Según explica la diputada del área de Dinamización y Cooperación Sociocultural, Elena Tobar, el programa, que hasta 2011 se desarrolló en la modalidad de corta duración (permanencia en terreno de un mes), ha incorporado este año el voluntariado de larga duración, con un tiempo mínimo de tres meses prorrogables hasta los nueve en función de la disponibilidad de los voluntarios y de las entidades en las que se presta el servicio. Precisamente dos cooperantes se encuentran en estos momentos en la granja escuela de Benín y en Uruguay.

Tobar comenta que con esta nueva posibilidad se hace del voluntariado "un yacimiento de empleo para jóvenes de la provincia que acaban sus estudios y que quieren profesionalizar ese trabajo que tal vez llevan tanto tiempo haciendo de forma altruista". Durante sus estancias en otros países podrán coger aún más experiencia y especializarse.

En cualquiera de las modalidades, las características de los perfiles solicitados responden siempre a las necesidades del proyecto. No hay limitación de ideología, sexo o edad para participar, lo que ha permitido el desplazamiento y la convivencia entre personas de grupos de edad diferentes.

Sin embargo, uno de los requisitos es que los aspirantes hayan ejercido con anterioridad de voluntarios y puedan demostrarlo, ya que deben estar preparados mental y físicamente para trabajar en el terreno de unos países que habitualmente tienen condiciones muy duras de existencia. Por ello, es básico que a nivel personal estén comprometidos "con querer que este mundo sea mejor". Al respecto, la diputada precisa que un total de 109 personas solicitaron formar parte de este programa este año y no todos han cumplido los requisitos solicitados por el ente provincial.

En lo referente a los destinos, tradicionalmente se han ofertado a los voluntarios dos tipos destinos en los que se desarrollan proyectos de cooperación directa del área de Cooperación Internacional -como es el caso de Nicaragua, El Salvador, Ecuador, Marruecos y Uruguay- y, por otra parte, destinos en los que se desarrollan los proyectos de ONG e instituciones con las que la Diputación ha venido trabajando intensamente en los últimos años, como es el caso de Dos Orillas en Paraguay, Los Salesianos de Porto Novo en Benín, la asociación Paz y Bien en Guatemala, Fecons en Camerún o SED en Bolivia, Ghana y Perú.

Las actividades de los voluntarios han variado, al ir desde el apoyo académico a niños de la calle en Poro Novo (Benin), la integración de jóvenes discapacitados en el Bañado Sur en Asunción (Paraguay), el apoyo a la viabilidad de las cooperativas de jóvenes de Mzora en Marruecos, la colaboración para la puesta en marcha de huertos comunitarios en Solentiname (Nicaragua), el desarrollo de un turismo sostenible en Uruguay, el apoyo sanitario y la colaboración con niños discapacitados en Guatemala, el diseño de proyectos de abastecimiento de agua en Camerún, etc. En definitiva, se trata de volcar la profesión en lugares donde es necesaria su presencia, sin sustituir las capacidades locales y colaborando estrechamente con las comunidades de acogida.

SIn embargo, Tobar asegura que un aspecto importante del programa es que la experiencia no acaba con la estancia del voluntario en otro país, ya que después tendrá por delante una labor muy importante en la provincia. Se realizará un seguimiento de todo el trabajo: precisamente hace dos meses hubo un encuentro de evaluación en el albergue juvenil y los propios voluntarios dieron las pautas a seguir para mejorar este programa de forma continua, de cara a la próxima edición).

De esta forma, se convierten, una vez que vuelven, en portavoces de la cooperación internacional a base de todo tipo de canales: realizan entrevistas, jornadas, actividades culturales o exposiciones. Mantienen viva la sensibilización sobre la cooperación internacional a largo plazo.

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