Huelva

Tomás Muniz Pablos: El arzobispo compostelano de Castaño del Robledo

  • Consiguió de la Santa Sede que por vez primera, en 1937, el Año Santo se prorrogara al estar en plena Guerra Civil

Catedral de Santiago de Compostela.

Catedral de Santiago de Compostela. / H.I.

El pasado 31 de diciembre, antes de concluir los actos de la apertura de la puerta santa de la catedral compostelana, dando así comienzo al Año Santo Jacobeo, el arzobispo Julián Barrio cedió la palabra al nuncio Bernardito Auza, quien leyó el decreto por el que la Santa Sede concedía la autorización para prolongar el tiempo jubilar un año más, hasta el 31 de diciembre de 2022. A priori, éste hecho extraordinario podría considerarse único y singular, pero ateniéndonos a la historia, esta prórroga del tiempo jubilar tiene un antecedente, cuyo protagonista fue Tomás Muniz Pablos, arzobispo de Santiago de Compostela entre los años 1935 y 1948, quien había nacido en la hermosa localidad de la sierra onubense de Castaño del Robledo.

Tomás Muniz Pablos. Tomás Muniz Pablos.

Tomás Muniz Pablos. / H. I.

Diego Díaz Hierro, lo nombra de pasada en su obra Huelva y el Apóstol Santiago, de 1972, por lo que la figura de Tomás Muniz es muy desconocida en la provincia de Huelva.

Tomás Muniz nació en Castaño del Robledo el 29 de enero de 1874. Su pueblo lo recuerda con una placa en la casa donde nació y una plaza rotulada con su nombre. Hombre de una formación exquisita, se ordenó sacerdote en Sevilla, donde ya apuntó grandes cualidades no sólo para la oratoria, sino también para la enseñanza. Su formación académica no pasaba desapercibida; era doctor en Filosofía, en Teología y en Derecho Canónico.

Esa formación y su carácter tranquilo y conciliador lo lleva a ser vicario general en León (1905-1910) y canónico arcipreste en Jaén (1910-1924), antes de trasladarse a Madrid en 1924 donde despuntó como un gran canonista y continuó de profesor en el Seminario. También fe auditor de La Rota.

Cuatro años más tarde, el 10 de marzo de 1928, es preconizado obispo de Pamplona, donde se señaló con gran entusiasmo en levantar el seminario diocesano y en la misión catequética a través de la hoja parroquial La Verdad. Su labor en Pamplona fue muy fecunda en los siete años que estuvo al frente del obispado.En 1935 es nombrado arzobispo de Santiago de Compostela, donde iba a perdurar hasta su fallecimiento el 15 de marzo de 1948. Ya en la sede compostelana le tocó vivir, en plena Guerra Civil, el Año Santo de 1937.

Este hecho tan significativo fue el que movió, en plena contienda, a Tomás Muniz a solicitar a la Santa Sede autorización para prorrogar el Año Santo durante 1938, al objeto de que pudieran ganar las gracias jubilares más peregrinos. A esta petición respondió afirmativamente el 18 de diciembre de 1937 el Papa Pío XI. A pesar de la importancia de este hecho, la noticia pasó casi desapercibida y la prensa del momento se hizo poco eco de este acontecimiento. Tomás Muniz y el cabildo solicitaron una segunda prolongación del tiempo jubilar hasta finales de 1939 pero a esta segunda solicitud de prórroga, el Papa XII, que llevaba poco tiempo como Pontífice, no accedió. Tomás Muniz desde el primer momento en la sede compostelana luchó por fomentar las peregrinaciones a la tumba del Apóstol Santiago.

A pesar de su carácter tolerante y conciliador su figura no estaba exenta de polémica. En una conocidísima fotografía, aparece Tomás Muniz saludando con el brazo en alto junto al anterior jefe del Estado en la escalinata de la Plaza del Obradoiro en 1938, foto que fue tomada y utilizada como ejemplo del apoyo de la Iglesia al anterior régimen. No obstante, no fueron pocas las veces que Tomás Muniz se enfrentó al régimen. Así, en esa línea publicó en su primera carta pastoral que el problema de la Iglesia en España venía dado por la falta de formación religiosa. En otras cartas y escritos proponía para lograr la paz el ejercicio de perdón a los enemigos. Estos documentos no fueron del gusto de los gobernantes del momento.

Placa en su casa natal de Castaño del Robledo. Placa en su casa natal de Castaño del Robledo.

Placa en su casa natal de Castaño del Robledo. / José A. Vieira

También fue uno de los 43 obispos españoles que firmaron la llamada carta colectiva, donde, a instancia de Franco y redactada por el cardenal primado de España Isidro Gomá, los obispos españoles defendían y justificaban ante la jerarquía internacional, su postura y su situación en el nuevo régimen. Esta carta fechada el 1 de Julio de 1937 se difundió, aunque el Cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII, hizo una intentona de evitar la publicación de ésta, con un escrito fechado el 31 de julio, el cual, no salió del Vaticano por ser ya demasiado tarde.

De todas formas, los desencuentros con los gobernantes del momento fueron señalados, hasta tal punto que, mientras que fue Arzobispo de Santiago de Compostela, Franco nunca presidió la Ofrenda al Apóstol en la ofrenda nacional del mes de julio.

En la catedral de Santiago fomentó grandes obras que iban a facilitar el movimiento peregrino, y a pesar de que sus actuaciones, en este sentido, recibieron críticas, los años le dieron la razón. Fue un entusiasta de las peregrinaciones hasta el final de su vida, que acaeció en pleno Año Santo de 1948, el cual, no pudo clausurar.

Como ya se ha dicho, Tomás Muniz Pablos falleció el 15 de marzo de 1948 y junto con su sucesor, el arzobispo Fernando Quiroga Palacios, han sido los dos últimos prelados compostelanos que han fallecido desempeñando sus funciones. De la muerte de Tomás Muniz se hizo eco la prensa nacional e incluso en la edición del 16 de marzo del periódico onubense Odiel, aparece en primera página la noticia, pero sin hacer ningún guiño a su origen onubense. Está enterrado en la catedral de Santiago de Compostela. A pesar del halo polémico que rodeó sus años en la sede compostelana, es una personalidad digna de ser conocida por los onubenses, al menos por su papel importantísimo en la historia de las peregrinaciones a la tumba del apóstol Santiago.

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