Sobresalientes Calerito y Cañas
Colombinas 2016· toros
Ocho novillos crecidos de presencia sirven de clase práctica en la tarde previa a la corrida de José Tomás.
LARGA. Más que larga, extensa, la clase práctica que coordinaba ese ajuste entre la novillada de la fecha importante del 3 de agosto y la que ha de ser hoy la corrida más esperada de estas Colombinas. En ella se mantuvo como espectador quien sin duda es el nombre de la feria: José Tomás.
Ocho novillos tuvo la tarde de ayer. Crecidos de presencia los del ganadero portugués José Luis Cochicho. Más a modo, por la mayor inexperiencia de los actuantes, ese primero de la Rosaleda y los dos de José Luis Pereda que formaron conjunto en la tarde.
Una clase práctica es lo que es: una oportunidad de que un manojo de toreros noveles aprovechen para ponerse delante de un público y sentir de verdad el oficio. También para que se corrijan errores. También, para dejar las primeras improntas de aquellos que quieren ser toreros. Y es notorio que hoy escribimos desde aciertos y desaciertos, pero sin más dramatismo ante el fracaso, ni lanzando campanas sobre los triunfos, valorables, eso sí, por lo que dejan de bueno en la tarde. Pero nada más.
Abundo más, en que esa inmadurez torera que le hizo oír los tres avisos a Peti Chico, no significa más que algo que debe hacer pensar para la próxima vez. No es un fracaso. Pero sí la consecuencia lógica de que para ponerse uno delante del público, tiene que haber algo más que deseos de hacerlo. Tienen que estar los mimbres que te dejen defender una actuación. Y cuando uno esté en sazón, ponerse. Un becerro, puede hacer daño. Sin duda que lo hace.
De entre los actuantes, dejan poso las formas del primero de la tarde, Rodrigo Molina, manejando capote y muleta con buen oficio. Entendido, con sitio, soltura y buenas hechuras para componer la suerte, anduvo muy compuesto y torero en esa lidia por los dos pitones. Cortó una oreja y se aplaudió al buen novillo de la Rosaleda.
Faena elegante, bien trazada y aprovechando la noble embestida y clase de un novillo de Pereda que se empleó bien ante la muleta de Juan Carlos Berrocal, que estuvo lucido a pesar de la endeblez del astado. Cortó una oreja.
A Darío Cañas le sobró la camiseta reivindicativa. Bonito el gesto, más no el detalle. Siempre hay que ser y parecer torero sobre el albero. Aun así hay que valorarle una faena por todos los tercios de la plaza ante un novillo soso y aburrido que no fue capaz de contagiar al torero, tesonero y capaz ante la nobleza del de Cochicho, al que le cortó las dos orejas.
Idéntico premio para un Calerito con oficio y valor para endosarle por los dos pitones una lidia más que interesante a ese cuarto de la tarde, noble pero con teclas que solventar. El de Gerena lo hizo. Estocada hasta las cintas y premio grande.
Valeroso y sin aburrirse Jesús Cuesta ante un novillo que no se comió a nadie, pero que tenía un final de muletazo algo molesto ante la que no dudó nunca el torero. Cortó una oreja.
Lució en banderillas el portugués Gonzalves ante un novillo que embestía por tramos. Llega, trasmite y cala en el tendido sin rehuir la pelea con valentía. Saludó tras petición.
Ismael Jiménez cerró la tarde frente aun novillo deslucido y con genio. Mostró falta de oficio pero no inmadurez. Toda su faena fue un dechado de ganas por enganchar faena lucida. Después, la espada fue ese viento que tan solo dejó cariño en unas palmas de despedida.
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