De libros

Silvera con verso

El escritor onubense Francisco Silvera.

El escritor onubense Francisco Silvera. / Francisco Fernández

Existe una acepción en desuso del término conversar que viene a significar “vivir, habitar en compañía de otros”. Cabría entonces decir en ese desusado sentido que Amor, Poder y Geometría –libro publicado por la editorial Alhulia en su colección de “libros de arte”– es una conversación.

La firma que aparece al pie del título es la del narrador, poeta y articulista Francisco Silvera; pero la parte del león de la cubierta se la lleva la fotografía de un bosque enmarañado –que en su momento sabremos que se ubica en los alrededores del portugués Palacio da Pena– y, al pie de la misma, una leyenda: “Sobre la fotografía de Francisco Fernández”.

Pero la conversación, la habitación, no se cierra ahí; instalados en sus páginas van a estar también el diseñador Javier Leal, el poeta granadino Antonio Carvajal y el traductor italiano Rosario Trovato. Cinco son por tanto los convivientes, los conversantes.

Portada de 'Amor, Poder y Geometría'. Portada de 'Amor, Poder y Geometría'.

Portada de 'Amor, Poder y Geometría'.

Javier Leal, además de ser su diseñador, prologa el libro: “Una narración interiorizada donde agradecer las enseñanzas recibidas, recordar la humildad manifiesta, dibujar la mirada y la sonrisa afables, escuchar la voz de las emociones, atesorar la amistad forjada, y superar la nostalgia del futuro mediante el presente eterno”. Así se cierra el prólogo, prólogo que de alguna manera nos anuncia que lo que el lector se va a encontrar no es ni más ni menos que una reunión de buenos amigos, de unos buenos amigos que buscan cifrar en estas páginas una forma de “presente eterno”, como en aquella historia de Bioy Casares en la que Morel inventa una máquina capaz de hacer inmortal todo lo que amamos; en realidad todo libro no es más que un intento de inmortalizar, en la medida de lo posible, lo que nos interesa, que es en definitiva lo que amamos.

Respondiendo a su título, el libro se estructura en tres partes: sería Amor la primera, Poder la segunda y la tercera Geometría, precedidas por una sentida elegía de Francisco Silvera al fotógrafo Paco Fernández.

Amor está compuesta por diez fotografías y diez poemas que, con el Palacio da Pena como referente, conversan en el sentido al que antes nos referimos, cohabitan, y una composición de Antonio Carvajal que los anuncia: prodigio es de quien mira/con paz de amigo, dicen dos de sus versos y puede ser este aserto una de las claves del libro.

La parte segunda, Poder, es la más amplia, treinta fotografías y treinta poemas precedidos por un fragmento de La voluntad de Azorín: Hay quien sospecha que las estatuas encontradas son retratos auténticos de las personas que más se distinguían por su talento y sus virtudes en la ciudad… con esta consideración azoriniana se alerta al lector de lo que sigue: treinta imágenes de estatuas antiguas de procedencia diversa –aunque todas de alguna forma hijas del Mediterráneo– hermanadas por el ojo del retratista y la voz del poeta.

Geometría es la última parte. La encabezan dos versos de Jorge Guillén: Ay, la ciudad está/loca de geometría. Diecinueve fotografías y diecinueve poemas la componen. El referente aquí es Lanzarote, un Lanzarote tamizado por César Manrique, su reinventor.

Y un epílogo, Instantánea, que de nuevo firma Antonio Carvajal, que no supone despedida sino brindis por el amigo, con el amigo: No caerá en el olvido/el iniciado gesto/de levantar la copa/a tu salud…

El quinto amigo –no hay quinto malo–, Rosario Trovato, traduce los poemas al italiano en un intento de ampliar aún más esa intención de eternidad que decimos es el afán primero de todo libro y que buscan también los versos y las imágenes de Amor, Poder y Geometría.

Quizás sea armonía la palabra que finalmente pueda encerrar la intención última de este bello “libro de arte”, en el que leer, mirar y admirar se funden mas no se confunden, llegan bien claras al lector cada una de las voces y de los empeños de sus emisores.

La crítica andaluza reconoció, premiándolo hace unos años, al narrador Silvera; a ver que se dice en el futuro del Silvera converso a la lírica, con buen pie ha arrancado en el considerado primero de los géneros literarios con este magnífico libro.

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