Entrevista | Director del centro penitenciario de Huelva

Raúl Barba: “No hemos tenido ningún positivo de un interno, pero sí de seis funcionarios”

  • En un entorno donde “es imposible teletrabajar”, trata de aplazar las tensiones e impedir que el virus entre a la prisión

  • Los vis a vis se han reducido a uno al mes con un solo contacto por recluso

Raúl Barba ante la torre de vigilancia de la penitenciaría de La Ribera.

Raúl Barba ante la torre de vigilancia de la penitenciaría de La Ribera. / Josué Correa (Huelva)

Tras un primer año como director de relativa calma chicha en el Centro Penitenciario de Huelva, a Raúl Barba le ha tocado afrontar la etapa más compleja, marcada por la adaptación a la nueva realidad de la Covid-19. Accesible, cortés, sus ojos expresivos acompañan a las palabras que pronuncia tras una mascarilla con la bandera de España para acercar al ciudadano de a pie la realidad que se cuece intramuros.

–¿Cómo se han vivido en la prisión estos meses de pandemia?

–En marzo empezó todo como en el resto de la sociedad, con incertidumbre. En la primera ola sí tuvimos más suerte. No hemos tenido hasta la fecha ningún positivo de un interno. Entonces tampoco tuvimos positivos entre los funcionarios. Ahora ya sí. Nos tuvimos que adaptar, adquirir todos los EPI, hacer el proceso de desinfección, concienciar a la población reclusa sobre el uso de las mascarillas… En la segunda ola sí estamos notándolo más, porque tenemos varios compañeros contagiados, y se vive con más presión y más dificultad.

–¿Cuántos funcionarios se han contagiado?

–Llevamos varios positivos. Pero han empezado hace unos diez días. Los primeros fueron de una monitora externa y un funcionario. Luego hemos tenido cuatro más, llevamos seis. Cada vez que hay un positivo hay que hacer todo un estudio de contactos; si precisan el aislamiento domiciliario, se hace. Pero no hablamos ya solo del problema de los positivos. Hablamos también de que si un funcionario ha sido contacto estrecho con un positivo, tiene que guardar la cuarentena, todos los que tienen niños también tienen la problemática, si confinan la clase. Esto es un servicio peculiar que requiere presencia física directa y no es posible el teletrabajo. Trabajamos con personas. La presencia física es imprescindible.

–¿Cómo se ha reorganizado la plantilla?

–El déficit se cubre con los funcionarios que están en prácticas. Intentamos hacer todos los ajustes que hagan falta para que el servicio se preste con total normalidad.

Barba, en un instante de la entrevista ofrecida a este diario. Barba, en un instante de la entrevista ofrecida a este diario.

Barba, en un instante de la entrevista ofrecida a este diario. / Josué Correa (Huelva)

–Los reclusos necesitan esa atención directa.

–Si un educador, un psicólogo o un trabajador social son siempre importantes, ahora más todavía. Porque ahora el interno se ve privado de muchos de sus derechos. A día de hoy tenemos los vis a vis restringidos.

–¿Hasta qué punto?

–En una situación normal tendrían un vis a vis íntimo al mes con su pareja. Otro familiar al mes, con cuatro personas. Más los que tienen niños menores 10 años, que tendrían otro más hasta con seis personas. Todas estas comunicaciones se hacen de forma directa, no a través de cristales. Esto está ahora comprimido en un solo vis a vis al mes con una sola persona. Imagina lo que ya supone cumplir pena de prisión, si encima sumamos estos efectos restrictivos.

–El aislamiento total es difícil de gestionar.

–Lo que hemos hecho es potenciar las videollamadas desde el inicio de la pandemia, hemos ampliado las llamadas telefónicas; pero claro, el contacto físico directo es insustituible. Se ha hecho un esfuerzo importante en todas las áreas y, gracias a ese esfuerzo, a día de hoy todavía tenemos vis a vis porque no ha habido ningún interno que haya dado positivo.

–De hecho, la onubense es una de las pocas prisiones de España que mantiene todavía ese marcador a cero.

–Es una mezcla de los dos factores: un trabajo bien hecho en todas las áreas, que han conseguido que el virus no entre; y que nos hemos beneficiado en la primera ola de una incidencia del virus más baja en Huelva. Hasta ahora, claro.

–Estas medidas más restrictivas, ¿solo afectan a los vis a vis?

–Afectan a todo. Cuando un interno sale del módulo, tiene que llevar la mascarilla puesta siempre. Dentro, lo consideramos como si fuera su domicilio.

–¿Cómo se lo toman?

–Como todos, ya lo han interiorizado. Además, cualquier interno que viene en libertad o que viene de permiso, hace una cuarentena estricta de diez días. Y cualquiera que tiene una comunicación especial, durante diez días tiene que portar mascarilla en todo momento y una serie de restricciones en su vida en común con el resto al objeto de que no se mezclen, de manera que, si se contagia, se contagie él solo.

–¿Y para comer?

–Donde sea necesario se hacen turnos de comida. Depende de la capacidad del módulo. Si estos internos tienen que comer aparte, lo hacen. Tenemos espacio. Realmente ahora mismo la población media por módulo está en unos 75 internos. Prácticamente la mitad de lo que hemos llegado a tener. Y esto es un factor positivo.

Uno de los gestos de Raúl Barba durante la conversación. Uno de los gestos de Raúl Barba durante la conversación.

Uno de los gestos de Raúl Barba durante la conversación. / Josué Correa (Huelva)

–Tanta constricción, ¿genera tensiones?

–Desde que ha empezado la pandemia, los incidentes violentos no han aumentado. Pero sí genera cierta tensión, ansiedad, frustración. Pero igual que al resto de la sociedad. Las restricciones que están teniendo ellos son muy parecidas a las que estamos teniendo nosotros. Cuando estábamos confinados en marzo, ellos no solo tuvieron suspendidos los vis a vis, sino que estuvieron suspendidos, incluso, por cristales. Solo pudieron contactar con sus familias por teléfono o videollamada. Se levantó el estado de alarma y a ellos también les retomamos las comunicaciones. Realmente las restricciones van casi en línea a las que estamos sufriendo nosotros.

–A finales de octubre, un preso violento agredió a un funcionario.

–Tenemos internos que tienen diagnosticadas patologías de alteración psiquiátrica. Hay una frontera en la que algunos pueden incluso cumplir condena en un psiquiátrico, pero eso no depende de nosotros, sino de la autoridad judicial. Al final nos tenemos que adaptar a esas circunstancias. Pero estamos perfectamente preparados. Porque no tenemos solo un interno así, son más los que tienen ciertas patologías, que están controlados, tienen su medicación, supervisamos que la tomen, pero no dejamos de correr ese riesgo de que alguno a lo mejor tome otra sustancia también que pueda haber adquirido ilícitamente, y que se pueda descompensar en un momento dado.

–Todo apunta a que se van a endurecer las medidas en esta segunda ola.

–Probablemente los internos también las padecerán. Esto no deja de ser un reflejo del exterior. Cualquier decisión que se tome que limite sus derechos está, por supuesto, proporcionada y sujeta a revisión jurisdiccional.

–¿Cómo se han gestionado los permisos penitenciarios?

–En la primera fase también se suspendieron. Todos los permisos de salida los aprueba el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, que ha funcionado de forma permanente. En lugar de ser presencial, se ha atendido por videoconferencia. La decisión de suspender los permisos vino de la mano del Real Decreto del Estado de Alarma. Una vez acabó, los permisos volvieron a realizarse. Lo único es que, cuando regresan, los ponemos en cuarentena.

–¿Dónde y cómo cumplen los reclusos dicha cuarentena?

–Tenemos un módulo específico para ello. Ahí, en la vida en común que tienen, tienen que llevar mascarilla, tienen que realizar todos los actos de forma separada. Pasan diez días y ya van al módulo que les corresponda.

–¿Lo mismo ocurre con los presos de nuevo ingreso?

–Lo mismo. Incluso si viene trasladado de otro centro y tenemos ciertas sospechas de que alguno pudiera venir contagiado, también realiza cuarentena.

–¿Tienen disponibilidad de PCR en caso de que sea necesario?

–Sí, para los trabajadores del centro. Cuando ha hecho falta hacer una PCR, es cierto que tenemos buena relación con Epidemiología y a través de ellos conseguimos las PCR para los pacientes que estén aislados, sospechosos de infección.

El director del penal onubense, ante el edificio de la Jefatura de Servicios. El director del penal onubense, ante el edificio de la Jefatura de Servicios.

El director del penal onubense, ante el edificio de la Jefatura de Servicios. / Josué Correa (Huelva)

–Estamos en plena pandemia y aquí hay más de mil reos. ¿Cuántos médicos están disponibles?

–Ahora mismo tenemos cinco médicos. Un número muy escaso. La mitad que hace tres años. Desempeñan la misma labor, con menos personal y con una pandemia. Tenemos tres facultativos de baja de larga duración por diferentes circunstancias y tenemos lo que tenemos. De enfermeros sí estamos bien. Pero de auxiliares de enfermería sí que estamos mal, muy justos. La labor que hacen siempre es importante, pero ahora más.

–¿Cómo se organiza el área sanitaria para suministrar la medicación?

–El reparto de medicación se realiza tres días en semana, salvo la medicación crónica, que se entrega de forma mensual. Los fines de semanas y festivos, en lugar de ser el personal sanitario quien la suministra, el paciente se traslada al módulo de Enfermería. Y allí el personal sanitario de guardia le hace entrega de la medicación supervisada y la metadona. Pero se les hace a ellos responsables de la toma.

–¿Y son responsables?

–Si vemos que tiene una medicación importante y no nos fiamos de que vaya a hacer un buen uso, se le da supervisada en un botecito y se espera a que se lo tome en el acto.

–¿En qué medida contribuye esto a la inexistencia de suicidios en el último año en Huelva?

–Que no haya suicidios y sobredosis, dos causas frecuentes de muerte en prisión, es una muestra de trabajo bien hecho tanto desde las áreas de Vigilancia y Tratamiento como desde el área Sanitaria. A pesar de las dificultades que tenemos, con un escaso número de médicos, asumimos todas las funciones que podemos. Desde que empezó el estado de alarma, por ejemplo, el Centro Provincial de Drogodependencias ha dejado de venir. Y eso lo estamos asumiendo nosotros, con unos medios muy escasos. Que no haya suicidios y sobredosis no es fruto de la casualidad.

Barba hace de cicerone para este rotativo por distintas áreas del penal de La Ribera. Barba hace de cicerone para este rotativo por distintas áreas del penal de La Ribera.

Barba hace de cicerone para este rotativo por distintas áreas del penal de La Ribera.

–¿Cuándo van a acercarse al País Vasco los reclusos etarras de Huelva?

–Aquí hay cinco ahora mismo. No tengo conocimiento de que vayan a ser trasladados. Están cumpliendo condena en el departamento de aislamiento.

–¿Protagonizan altercados?

–No producen incidentes regimentales desde hace ya varios años. El comportamiento que tienen es correcto. Son internos que no tienen vinculación con Huelva. Al no tenerla, cuando pasan la revisión de grado se propone el traslado al centro que proceda y se determina.

–Sí se ha producido ya el de dos reclusos, Aitzol Maurtúa y Víctor Franco.

–Sí, hay dos que se han ido hace poco. Había siete y ahora tenemos cinco. Eran dos internos que tenían cumplimiento de condena ya cercano y han sido trasladados recientemente. De los demás no se ha resuelto su traslado.

–El martes por la tarde ingresó en el centro penitenciario onubense el decapitador de Halloween. ¿Qué protocolo se sigue cuando llega un preso de estas características?

–Cuando recibimos de primer ingreso a una persona previsiblemente violenta y con una alteración psiquiátrica, se realiza una valoración por los profesionales del centro. Lo ven la médico, el psicólogo, el educador, el trabajador social, y proponen la clasificación que corresponda. Se valora, incluso, el posible riesgo de suicidio que tenga, por lo que puede ser incluido en el protocolo de prevención de suicidios, se puede determinar también que esté acompañado en celda. Aunque inicialmente lo primero que tienen que hacer es cuarentena. Tomamos las medidas de protección a los empleados públicos, a los otros internos y a la propia persona. Casos como este ya hemos tenido otros. Estamos preparados.

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