La Rábida, seis siglos de franciscanos
en el titán
l Benedicto XIII fue quien les autorizó a vivir en el eremitorio de Santa María de La Rábida l El gobernador Mariano Alonso y Antonio Mora Claros, clave en la continuidad del convento
LA Rábida tiene en su sencillez la fuerza de unir a todos en Huelva. Pocas cosas, por no decir ninguna, consigue encajar tantas ideas. La Rábida nos proyectó al mundo hace ahora 520 años, pero fue necesario que ochenta años antes llegaran los franciscanos hasta este promontorio que mira a la confluencia del Odiel y el Tinto.
Sin los franciscanos La Rábida no es nada. Un mirador precioso nada más, un lugar sin espíritu ,sin vida y sin la fuerza para acoger la mayor aventura realizada por el hombre. El hecho más importante después del nacimiento de Jesucristo. Ahora se celebran seis siglos de la llegada de los franciscanos a La Rábida. La bula de Benedicto XIII, firmada el 6 de diciembre de 1412 en Tortosa (Tarragona) autoriza a los franciscanos a vivir en el eremitorio de Santa María de la Rábida; hasta aquí llegaban un grupo de ellos encabezados por el vicario Juan Rodríguez.
La Rábida sigue siendo hoy clave en el horizonte de esta provincia y siempre se alzan voces que quieren reivindicar su protagonismo. La última muy recientemente, Izquierda Unida vuelve a proponer aquí la reunión de los presidentes de los países iberoamericano. Lástima que, como en tantas cosas, a esta provincia les tenga dada la espaldas más allá de nuestras fronteras y en no pocas ocasiones le quitaron su protagonismo. Es la Iglesia la que sí le dio toda esa importancia universal que tiene, con la presencia del papa Juan Pablo II en 1993, para clausurar aquí los actos conmemorativos del V Centenario de la Evangelización de América.
Cierto que en 1892 La Rábida adquiere a nivel de Estado que se le había arrebatado. Una respuesta a las ilustradas mentes desamortizadoras que echaron a los franciscanos de La Rábida, dejando este lugar en la más triste de las ruinas. Gracias a la presencia en Huelva del gobernador Mariano Alonso y Castillo el cenovio no desapareció y ofreció la oportunidad de que se pudieran celebrar aquí actos del IV Centenario, con la presencia de la reina y la declaración del día 12 de octubre como fiesta nacional. El Estado asumió la restauración. Otra cosa es el obelisco levantado, que por tantas etapas ha pasado permaneciendo incluso hoy en periodo de reconstrucción, sin saber cómo quedará esto cuando se le engordó la estructura y se quiere poner el mismo envoltorio.
A La Rábida le faltaba entonces su vida, el latir necesario, quedó en meras paredes sin los franciscanos, con sus rezos, meditaciones y casa de acogida, como lo fue en 1492 con Cristóbal Colón y su hijo Diego.
Ese otro momento clave en la historia del cenobio llega gracias a la actuación de Antonio Mora Claros, diputado por Huelva en las Cortes. Consiguió del Estado la autorización para la vuelta de la comunidad. Hasta ahí era el papel firmado, había que hacer posible materialmente el retorno y en ello Mora Claros fue el benefactor. El agradecimiento de la comunidad fue patente en su vuelta el 20 de febrero de 1920, que le nombra síndico apostólico. El Estado había entregado el monasterio e iglesia a los franciscanos, autorizándole instalar allí una comunidad.
En la conmemoración de estos 600 años no se pueden olvidar ni al gobernador Alonso ni a Antonio Mora Claros; el recuerdo a ellos nos honra. Hoy, sin embargo, se emprenden actuaciones desde la Diputación de Huelva de dudosa credibilidad con el espíritu rabideño, castigando su sencillez; dicen que es redescubrir, pero eso no es sinónimo de reinventar.
Una conmemoración que llega en este mes de diciembre a su fin. Mañana, a las 18:00, un grupo de diez seglares de la Diócesis de Huelva realizarán públicamente su ingreso en la Orden Franciscana Seglar. Síntoma de vitalidad y esperanza de continuidad de la comunidad en Huelva. La gran celebración será el domingo día 16, a las 12:00, con una gran misa a las puertas mismas del convento, que presidirá el ministro general de la Orden Franciscana, José Rodríguez Carballo, con la presencia de la Virgen de los Milagros y san Francisco de Asis.
Seis siglos de franciscanos es toda una alegría. ¡Felicidades!
No hay comentarios