Huelva

Policía Nacional y Policía Local: uniformes azules unidos por Huelva

  • Los dos cuerpos suman sus fuerzas para blindar la ciudad ante la amenaza del virus

  • Antes eran compañeros, ahora son “una piña”

Agentes de la Policía Nacional y Policía Local de Huelva, trabajando juntos en un control de seguridad en la crisis del coronavirus.

Agentes de la Policía Nacional y Policía Local de Huelva, trabajando juntos en un control de seguridad en la crisis del coronavirus. / Alberto Domínguez (Huelva)

El riesgo es algo inherente al trabajo de los hombres y mujeres del uniforme azul. Todos se habían enfrentado a situaciones difíciles en sus trayectorias, pero nunca a un enemigo tan letal e invisible como el coronavirus.

Siete agentes y mandos del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Local de Huelva cuentan a Huelva Información cómo han sido estos más de cincuenta días de estado de alarma. Todos llegan a una misma conclusión: si antes los miembros de los dos cuerpos ya se consideraban compañeros, ahora son “una piña”. Y contra eso no hay enemigo que pueda.

Alfonso Quintero. Policía local de Huelva

El agente de la Policía Local de Huelva Alfonso Quintero. El agente de la Policía Local de Huelva Alfonso Quintero.

El agente de la Policía Local de Huelva Alfonso Quintero. / Josué Correa (Huelva)

Este veterano agente onubense –lleva 24 años en el cuerpo– cuenta que “nunca había vivido nada de esta entidad y profundidad”. Desde que se decretó el estado de alarma “hemos cambiado todo nuestro patrón de actuación diaria”. A un lado han quedado el control del tráfico, las multas por incumplimiento de las ordenanzas municipales o “nuestra presencia a la entrada y salida de los coles”.

La vida ha dado un giro y “ahora nuestra función se concentra en tratar de que nadie cometa un ilícito penal, pero estamos muy agradecidos a los onubenses por su comportamiento; se les ha exigido mucho y la inmensa mayoría cumple”.

En estos días de desconfinamiento estima que normalidad es la palabra que lo define todo”. Alfonso asegura que “soy muy consciente del momento histórico que estamos viviendo: ese hecho de ser espectador de primera línea me hace afrontar esto con mucha intensidad”.

Quintero elige como instantes más especiales “aquellos que se producen a las 20:00 cada día, pasando por las barriadas para aplaudir nosotros a ellos, a esa gente responsable que se ha quedado en casa”, y también otro que vivió en Pescadería, donde “organizamos un saludo especial para los niños y entregamos regalos”.

Marina Méndez. Inspectora de la Policía Nacional

La inspectora de la Policía Nacional de Huelva Marina Méndez. La inspectora de la Policía Nacional de Huelva Marina Méndez.

La inspectora de la Policía Nacional de Huelva Marina Méndez. / Josué Correa (Huelva)

A sus 29 años esta madrileña dirige el Grupo de Atención al Ciudadano de la Policía Nacional de Huelva. Recuerda la incertidumbre de los primeros días, especialmente “con el reparto de material de protección para los compañeros, que era escaso y había que tener un control exhaustivo”. Méndez cuenta como anécdota que “hemos recibido muchas donaciones de gente muy voluntariosa, desde un montón de litros de lejía o fregasuelos a batas de estar por casa como si fueran EPIS, pero al final lo agradeces igualmente porque lo hacen con buena voluntad”.

Con los niños en casa, reorganizar los turnos para que los policías pudieran conciliar ha sido un reto. En general, los primeros pasos de la crisis fueron “un caos por la novedad y el poco tiempo que había para tomar decisiones”.

Lo que más le satisface es que, pese a los esfuerzos que todos han  tenido que hacer y las carencias iniciales, “no hemos tenido ningún contagio en la comisaría”.

Este medio centenar de días han tenido poco trasiego en las dependencias policiales, “ha habido mucha calma y pocos detenidos; el único problema es que la situación te quema, porque no estamos haciendo nuestro trabajo y nos pesa”.

Pero malhechores hay siempre. Y la inspectora destaca a “un grupo de chavales que está dando mucho la vara; como no hay establecimientos abiertos en los que robar, pues le sacan a la gente el cuchillo para robarle el dinero o el móvil”. Uno de los miembros de esta banda ya acumula “seis o siete detenciones durante el estado de alarma, a una por semana; la última ha sido la semana pasada, pero sale en libertad una y otra vez”.

La jornada más conmovedora para ella fue una en la que “una ambulancia se nos plantó en la puerta de la comisaría y se bajaron los compañeros de emergencias para aplaudirnos. Me hizo mucha ilusión y me emocionó”.

Entiende que los ciudadanos tengan tendencia a “querer recuperar sus vidas, a que sea como antes”. Pero desgraciadamente el virus todavía campa a sus anchas entre nosotros y “hay que seguir extremando la precaución”.

Jorge Sánchez. Agente de la Policía Local

Jorge Sánchez ante la Jefatura de la Policia Local onubense. Jorge Sánchez ante la Jefatura de la Policia Local onubense.

Jorge Sánchez ante la Jefatura de la Policia Local onubense. / Josué Correa (Huelva)

Este sanjuanero de 37 años pertenece a la Unidad de Atestados, pero “todo es muy distinto ahora, porque es muy contradictorio querer ayudar a alguien que haya sufrido un accidente y mantener las distancias de seguridad”. Lo único que le aterra “es llevarme el virus a casa, no por mí, sino por mi mujer y mis hijos”.

En su anecdotario de esta crisis figuran desde “un chico que una noche en la avenida Diego Morón iba en moto y con una botella de ginebra en el bolsillo porque había discutido con la novia” hasta una situación tensa que se vivió con un grupo de personas sin techo en la calle San Sebastián, “aunque al final no hubo detenidos”.

En su memoria quedan para siempre los aplausos de las ocho, sobre todo “aquellos de los primeros días antes del cambio de hora, cuando todavía era de noche, como nos pasó en Pescadería con todo el mundo aplaudiéndonos”. Hay que tener en cuenta que “la Policía Local no tiene costumbre de ser un cuerpo muy querido, porque decimos a la gente lo que no tiene que hacer, y con estos gestos todavía se me ponen los pelos de punta”.

Ahora que hay más ciudadanos en la calle, Jorge piensa que “hay menos respeto a la distancia social”, pero no detecta graves infracciones. Eso sí, reconoce que “cuando la gente ve a un uniformado, hace las cosas bien”.

Agustín G. Arconada. Subinspector de Policía Nacional

El subinspector del CNP Agustín González Arconada, en un control de Huelva. El subinspector del CNP Agustín González Arconada, en un control de Huelva.

El subinspector del CNP Agustín González Arconada, en un control de Huelva. / Josué Correa (Huelva)

El subinspector Arconada dirige el Grupo 3 de la Brigada de Seguridad Ciudadana del Cuerpo Nacional de Policía. A él le tocó el primer turno del estado de alarma y recuerda aquella mañana como “un caos”.

En materia delictiva, lo que más se han dado en estos días en la capital han sido “robos con violencia y daños por intentos de robos en vehículos o en garajes”. El resto “ha disminuido mucho”.

La casuística le ha descubierto, pese a la amplia experiencia profesional que atesora a sus 55 años, un nuevo ejemplar en el paisanaje onubense: “El policía de balcón, mucha gente que te llamaba para decirte que por qué tal o cual estaba en la calle y él no”.

La situación más complicada la vivió cuando “asistimos a una llamada por una persona que no sé si tenía problemas mentales o de drogadicción, pero que estaba amenazando a la gente”. El chico “se lanzó contra nosotros y claro, cuando intentas reducir a una persona sin hacerle daño, pues acaban volando las mascarillas y los guantes se te rompen”.

Arconada ha perdido la cuenta del número de controles en los que ha participado en el último mes y medio. “Eran más para advertir y dar tranquilidad al ciudadano que para sancionar, aunque se ha hecho cuando ha sido necesario”. A día de hoy la labor que realizan los agentes es “no tanto de sancionar, sino de informar”.

Manuel Valverde. Policía local de Huelva

Manuel Valverde, agente local de Huelva. Manuel Valverde, agente local de Huelva.

Manuel Valverde, agente local de Huelva. / M.G. (Huelva)

Pertenece al Grupo IV de Seguridad Ciudadana de la Policía Local, un cuerpo en el que lleva desde 2007, aunque acumula más de 20 años como agente y “nunca había vivido algo como esto”.

La parte positiva es “la comunión que tenemos entre todos los compañeros, que hemos funcionado muy bien”. A ello añade que “antes de esta situación teníamos una excelente relación con los compañeros de Policía Nacional, pero ahora es que somos una piña totalmente, para mí somos como un único cuerpo”, algo a lo que suma a la Guardia Civil aunque no tenga competencias en la capital.

Como curiosidad, Valverde narra que “escuchamos un gato maullar dentro de un coche en Doctor Rubio y tratamos de localizar al dueño del coche para que lo sacara, pero era un vehículo foráneo y no pudimos hacer nada; al día siguiente volvimos a escucharlo, pero esta vez estaba dentro de otro coche cuyo propietario vivía en la zona. Pudimos rescatarlo y lo he adoptado en casa. Es un gato negro y pequeñito, mi mujer lo ha llamado Manuel, como yo”.

La respuesta “del 98% de los ciudadanos, que son los que han cumplido, es lo que más emociona, y sus aplausos, que se nos hacen raros por la falta de costumbre”. El lunar está en los detenidos por desobediencia o “las cuatro personas a las que sancionamos cuando venían de hacer una barbacoa”. Pero son los menos. Aún así, advierte de que “hay que respetar las normas para que todo esto pase cuanto antes; si no lo hacemos, vamos a retroceder”.

Chema Delgado. Inspector del Cuerpo Nacional de Policía

Chema Delgado, inspector responsable de la UPR de la Policia Nacional de Huelva. Chema Delgado, inspector responsable de la UPR de la Policia Nacional de Huelva.

Chema Delgado, inspector responsable de la UPR de la Policia Nacional de Huelva. / Josué Correa (Huelva)

Está al frente de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la comisaría y tiene 47 años. Pero además es negociador de la Policía. Y como experto en la materia psicológica considera que “el confinamiento, la reclusión, ha afectado a mucha gente a nivel mental”.

Cita uno de los casos con los que se ha topado recientemente, el de una mujer embarazada que, tras ser examinada por los médicos de atención primaria, debía ingresar en la Unidad de Psiquiatría del Juan Ramón. “Había que ponerle un inyectable y trasladarla y la mujer se negaba; tras un rato negociando con ella en un despacho, lo que a priori se iba a hacer a la fuerza acabó siendo voluntario, salimos de la mano y subió a la ambulancia”.

En su maleta de recuerdos emocionantes guardará para siempre “los homenajes que le hemos hecho a los sanitarios y la visita a Paula, una niña con cáncer ingresada en el hospital; ver a la cría la ilusión que le hizo es muy bonito”.

Los controles han sido el pan nuestro de cada día para Chema y los suyos. “Un viernes podemos llegar a controlar más de mil vehículos, más de mil ventanillas, y no sientes miedo, pero sí preocupación por la gente que tengo a mi cargo”.

Destaca la coordinación con la Policía Local, “que ha sido bestial: nos conocemos más y creamos unos vínculos que van a perdurar”. La anécdota la apunta en el homenaje que rindió al cuerpo el pasado jueves un grupo de vecinos de El Torrejón, “que es algo que no te esperas”.

Rafael Danta. Agente de la Policía Local

Rafael Danta, agente de la Policía Local de Huelva. Rafael Danta, agente de la Policía Local de Huelva.

Rafael Danta, agente de la Policía Local de Huelva. / M.G. (Huelva)

Jamás olvidará aquellos primeros días de confinamiento en los que “la ciudad parecía que estaba en el apocalipsis, como una película, solo faltaba Will Smith” entre tanto vacío y desolación. Para el agente sevillano de una de las patrullas de barrio de Seguridad Ciudadana el miedo sí estaba presente “porque mi mujer y mi niña pequeña son asmáticas, así que dejo los zapatos en la puerta, me ducho y luego les doy los besos”.

A él también se le humedecen los ojos con los aplausos, “con gratas sorpresas en El Torrejón o Gonzalo de Berceo, adonde uno está acostumbrado a que le abucheen”.

La anécdota la pone en “dos ciclistas que iban con toda su indumentaria y con los zapatos especiales que van pegados a los pedales, fuera de hora, y uno decía que iba a la farmacia y el otro, que a comprar carne”.

Lo más desagradable, un transeúnte “al que unos compañeros le dijeron que no podía estar en la calle, se enfadó y escupió a un compañero; menos mal que dio negativo”.

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