El parqué
Rojo generalizado
Un lugar con muchos encantos. Linares de la Sierra es conocida entre otras muchas cosas por sus peculiares empedrados a las entradas de las viviendas más antiguas, donde se forman alfombras de pequeñas piedras, formando dibujos que sorprenden sin excepción a todos sus viandantes. Además, es un municipio que destaca por su particular plaza de toros, recinto que a lo largo del año se encuentra abierto al uso de sus vecinos. En este sentido, la monumental iglesia parroquial de San Juan Bautista y las gradas donde se sitúa un gran alcornoque sirven de barrera para los espectáculos taurinos.
Pero además de todos estos atractivos, Linares destaca por ser escenario de una iniciativa de la Asociación Sierra de Picachanes. Consiste en la colocación a lo largo de rincones, plazas y calles del pueblo de diversos azulejos donde aparecen poemas relacionados con la localidad y cuya autoría siempre tiene alguna vinculación con Linares.
Precisamente, en la plaza de toros antes comentada presenta en una de sus paredes el primer azulejo del poeta José Antonio Ortega, haciendo referencia precisamente a este peculiar coso taurino y a su alcornoque torero, tal y como se titula el poema insertado en la pared.
A medida que el visitante se adentra en el interior del pueblo, se encuentra con la Plaza de la Fuente, el principal motivo y origen de esta curiosa propuesta, tal y como asegura el presidente del colectivo, Carlos Martín. "Debido al centenario de la fuente nueva de la plaza, colocamos un primer azulejo conmemorativo justo en frente de la fuente de Miguel Moya Alonso, eso fue a finales del año 2008", explica. Y esta anécdota se va ampliando poco a poco hasta la actualidad y ahora ya hay allí tres azulejos con poemas, el último, de Rafael Vargas, muy vinculado al pueblo. Además, en dos esquinas de calles muy próximas a esta plaza de la localidad se aprecian otros dos azulejos verticales diferentes a los anteriores con una decoración pictórica que sorprende a los visitantes. Otra pieza se encuentra en la misma esquina de una casa, aportando un aire un tanto poético e intelectual a la calle. En estos casos, los poemas corresponden a Fernando Calonge, que dedica sus versos a las mujeres serranas y mocitas linarenses, y a Juan Tomás Salvany, que hace mención a los cultivos y a la agricultura local.
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