Días de cómic

La Nueva Escuela Valenciana

  • Cleopatra (1982) de Mique Beltrán, es una serie de historietas creada durante el boom del cómic adulto para la revista Cairo, y su protagonista es el personaje más famoso de su autor

  • El secreto de la bibliotecaria

Cleopatra.

Cleopatra. / M. G.

La Nueva Escuela Valenciana es la generación de historietas valencianos surgida en los años ochenta del siglo XX, por comparación con la Escuela Valenciana Clásica de los años cuarenta a setenta. De la Nueva Escuela Valenciana surge la revista de cómics Cairo, de periodicidad mensual y luego bimestral, publicada por la editorial Norma, de la que aparecieron 75 números ordinarios (más dos especiales monográficos) entre 1981 y 1991. Formó parte del boom del cómic adulto en España, siendo la principal representante de la línea clara, que se caracteriza por la delimitación de las figuras mediante una línea continua; ausencia de tonos intermedios, manchas de negro y efectos de sombra y luz; la combinación de unos personajes gráficamente caricaturescos en un entorno realista; el respeto a la narrativa clásica, aunque no encorsetada en el montaje de las viñetas; y la predilección por la Historieta de aventuras.

Entre los autores que publicaron en la revista Cairo, destacan Micharmut, Mique Beltrán, Sento y Daniel Torres (los cuatro adscritos a la Nueva Escuela Valenciana), Calatayud, El Cubri y Pere Joan. De entre todos estos, en la actualidad el más recordado posiblemente sea Mique Beltrán, con su conocido personaje Cleopatra.

El integral de Cleopatra que editó Diábolo en 2015 incluye siete historias (cuatro cortas en blanco y negro; tres largas (dos de ellas a color) y una selección de ilustraciones promocionales, bocetos y portadas.

La estética gráfica es muy ochentera, con hombros desproporcionados y cinturas mínimas que dejan claro en qué época nos movemos. Es la primera obra de Mique Beltrán, pero ya demuestra una madurez gráfica y narrativa espectacular.

Se trata de cómic español de 1982, año en el que se estrenaron Caray con el Divorcio y El Hijo del cura, el año de hits musicales como fueron Como una ola de Rocío Jurado; Bailando de Alaska; Latino de Francisco; Me colé en una fiesta de Mecano o Amor de hombre de Mocedades, pero Cleopatra es sorprendentemente atemporal. Pasaporte para Hong Kong es una historia de dieciséis páginas en la que nos presenta a los personajes que iremos viendo en los cómics del personaje y nos cuenta una aventura a ritmo frenético. Conocemos a Cleopatra, adorable, exuberante, libre, al Mariscal, su esposo, que viene a ser un bigote con patas, al Marqués y su ayudante Choni, al Dragón Rojo, el villano asiático, y quedan todos ellos definidos a la perfección, nos cuenta una historia con planteamiento, nudo y desenlace que ni aburre ni queda confusa en ningún momento…

Seguimos adelante con tres historias cortas: Una tarde en el sex-shop; El Collar de la Baronesa y El Tesoro de Sin Bonga, para adentrarnos en uno de los puntos álgidos del tomo: La pirámide de Cristal. Un viaje a Egipto para rodar una película se convierte en una aventura a lo Indiana Jones con golpes de humor a lo Hermanos Marx que funcionan en perfecta simbiosis. Y el final de la historia nos prepara para la aparición de un personaje nuevo.

Macao es la primera historia a color, y la primera en la que sale Marco Antonio, el hijo de Cleopatra y no sabemos si del Mariscal, o si éste se limitó a pagar el bautizo. En esta historia, nuestra heroína viaja a la por entonces colonia portuguesa en China acompañada de su hijo en busca de unas fotos eróticas que hizo tiempo atrás para evitar un chantaje. Quizás sea la obra gráficamente más asentada de Beltrán, no tan divertida como la anterior, pero funciona perfectamente.

La rebelión de las sombras es la última historia que protagonizó Cleopatra y la última que aparece en este tomo, aunque volviera a aparecer en la posterior serie que protagonizó su hijo en El Pequeño País. Suaviza un poco el tono y se hace un poco más familiar, repartiendo el protagonismo entre madre e hijo, y quizás no sea tan redonda como las anteriores pero sigue siendo una lectura deliciosa.

Cierra el tomo una colección de portadas, ilustraciones y bocetos con las que recrearse un ratito más contemplando el trazo de Mique Beltrán y los labios de sus mujeres, que recuerdan algo a Will Eisner.

Es una lástima que la producción de Mique Beltrán en este medio no sea más extensa, pero hay que aplaudir a Diábolo por la labor de recuperación de un clásico.

La próxima semana: Buda (1972), de Osamu Tezuka, la interpretación que hace el considerado dios del manga sobre la vida de Gautama Buddha, el fundador del Budismo.

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