Huelva Paranormal

El misterioso cuadro del Museo de Huelva

  • 'Atardecer en la Ría de Huelva' es la obra de Antonio de la Torre que tiene una fascinante conexión con uno de los cuadros más importantes de la pintura del siglo XIX expuesto en la British Gallery

  • El extraño animal de la Ría de Huelva

‘Atardecer en la ría de Huelva’, obra de 1905 de Antonio de la Torre.

‘Atardecer en la ría de Huelva’, obra de 1905 de Antonio de la Torre.

Son los museos lugares donde se pueden encontrar muchos misterios dentro de las obras de arte que guarda. Uno de ellos lo encontramos en el Museo de Huelva con un cuadro, obra de Antonio de la Torre, del año 1905 y que se denomina Atardecer en la Ría de Huelva.

Fue el escritor Manuel Garrido Palacios quien escribió de este cuadro hace unos meses contando en redes sociales lo siguiente: “Los Museos son una de mis pasiones. Nombro aquí el de una ciudad que amo, Huelva, sur de España, que tiene, entre otras joyas, este cuadro de Antonio de la Torre, Atardecer en la ría, que me atrae poderosamente por sí mismo y porque me recuerda a William Turner, que tiene en la British Gallery londinense El último viaje, de cuando El Temerario es remolcado a dique seco para su desguace. He llevado a visitantes ingleses a verlo, que, sin importar que hayamos coincidido en esta apreciación, van a publicar un estudio sobre el mismo. La ría, con Bacuta al fondo, es un Museo del Atardecer al dar tan bellos ocasos de este sur de Europa, distintos cada día, a cual más hermoso”.

Así el barco que se puede ver en el cuadro podría ser el Temeraire británico que participó en la mítica batalla de Trafalgar y de la que salió con serios daños y desarbolado casi. Pese a todo consiguió llegar a puerto, donde fue llevado a dique seco y reparado, haciéndose a la mar y cumpliendo servicio hasta el año 1838. En la pintura inicial obra de William Turner se aprecia cómo es remolcado para ser desguazado.

Pero el misterio del cuadro del Museo de Huelva (de las Bellas Artes) es que el barco de vela está desarbolado como si hubiera estado en una batalla y recuerda al Temeraire. El bauprés de proa nos dice que la embarcación tuvo toda su arboladura en algún momento o que, tal vez, se trate del mismo barco que pintara Turner y que es una referencia.

El paralelismo entre la obra de Turner y De la Torre es evidente: ambos captan cómo se remolca, en el mismo lugar, un barco que bien pudiera ser el mismo bajo el prisma de patriotismo del británico, idealizando y esbozando casi el mismo o la objetividad y captar la esencia del momento como hizo de la Torre donde varias barcas se encargan de rematar la faena de desarbolar al barco. De la Torre se pudo inspirar en el cuadro británico para pintar el suyo sin que haya una referencia al Temeraire aunque resulte evocador y se recuerde al mismo.

Sobre el Temeraire y su importancia, en Leiters Blues se puede leer que “se distinguió en la batalla de Trafalgar a las órdenes del capitán Harvey, en 1805, y que en 1838 fue separado del servicio militar y desguazado. En la escena, vemos el antiguo navío de guerra, alto y dorado, como una aparición, arrastrado por un remolcador negro cuya chimenea le envía su humareda para ser destruido. Un par de barcos veleros se apartan a su paso y forman una especie de escolta de homenaje al viejo héroe. La puesta de sol, más que un accidente meteorológico -fue duramente criticada por su imposibilidad dada la dirección del barco- es como una alegoría de su propia muerte. Turner, mediante un formidable contraste de colores a la manera de una sinfonía, ha sabido producir la impresión de una marcha lenta y majestuosa, una verdadera marcha fúnebre y triunfal, como seguramente la hubiera definido Berlioz".

La pintura de Turner

Prosigue el escrito explicando que "Turner siempre estuvo muy apegado a esta formidable pintura -«Ni por cuestiones de dinero ni de favores volvería a prestar a mi querida»- y en ella el autor quiso servir de testimonio a los profundos cambios tecnológicos que se estaban produciendo en su época. El cromatismo y la factura son propios de sus últimas obras, las que permiten considerarlo como el más revolucionario de los pintores de paisaje. El cuadro, además, muestra la fascinación de Turner por los temas elementales: El agua, el aire y el fuego. La criticada y ya referida «imposible» puesta de sol es un homenaje tanto a la gloria pretérita del buque como una demostración virtuosística del autor. Se trata de una obra de cuando el pintor ya había rebasado los sesenta años y estaba a punto de entrar en su fase final, casi por completo abstracta y que los críticos de la época no terminaron de comprender. Turner abunda en los contrastes que tanto le gustaban: la pincelada suelta y el color empastado del cielo en contraposición con el detallismo del barco; los colores fríos del lado izquierdo frente a los cálidos del derecho; y, por último, la evidente confrontación entre el mundo antiguo y el moderno. En obras como El Temerario es donde mejor se aprecia la disolución de la forma, el énfasis en la luz y el color y la pincelada emotiva de Turner, características que marcarán posteriormente a los impresionistas y a tantos y tanto pintores abstractos. Pocas veces en la historia del arte un objeto inanimado y a punto de ser destruido adquiere tanta «vida» interior”.

La obra de Antonio de la Torre no le va a la zaga aunque sea menos laureada y siempre surgirá la duda y el misterio de si se trata del mismo barco. Antonio de la Torre nació en Murcia en el año 1862, trabajando en Huelva a comienzos del siglo XX donde llegó acompañado de su esposa, Enriqueta Ortigosa en 1904. Venían de Málaga -de donde era natural su mujer- y no tenían descendencia. Su domicilio lo tenían en el número 18 del Paseo de Santa Fe. El cuadro fue pintado bajo el amparo del Ayuntamiento, igualmente destaca La Playa, que hoy está en el Museo del Prado, en Madrid, y donde también refleja un barco varado que es desguazado y está desarbolado.

El cuadro de William Turner refleja el sentir de la sociedad de la época y se le dedicaron relatos y poemas, en el caso del cuadro de Antonio de la Torre pasó más inadvertido aunque, quizás, se trate de la misma embarcación allá donde su “anonimato” permanece aún en nuestros días.

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