Miriam Dabrio|Decana del Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva

“Huelva se merece un balcón de primer nivel mirando a la Ría”

  • Su primer objetivo pasa por la dignificación de la profesión y por devolver al arquitecto lo que la crisis le arrebató

  • Defiende lo “exclusivo” de Huelva, una “ciudad nueva que está por construir”

Miriam Dabrio

Miriam Dabrio / Josué Correa (Huelva)

Le gusta Huelva. La siente. Reconoce sus valores y también sus deficiencias desde el punto de vista urbanístico. Lleva sólo seis meses al frente del decanato del Colegio de Arquitectos pero tiene bien trazadas las líneas del proyecto que quiere ejecutar tanto para sus colegiados como para su ciudad. Es dura a la hora de rechazar todo aquello que va contra la dignidad profesional o la poca transparencia en las contrataciones. Pero ante todo es una mujer de equipo y con las ideas muy clara sobre el futuro de la ciudad, que “al fin” pasa por aquello que siempre se le había negado hasta ahora: su gran balcón a la Ría.

–Huelva no es una ciudad patrimonial, ¿qué valores tiene?

Miriam Dabrio, decana del COAH. Miriam Dabrio, decana del COAH.

Miriam Dabrio, decana del COAH. / Josué Correa (Huelva)

–Huelva no es patrimonial, efectivamente. Es una ciudad muy condicionada por limitaciones de traza de su ferrocarril, que no podía crecer hacia la Ría. Esa ciudad la supo entender muy bien Alejandro Herrero, [arquitecto municipal y redactor del planeamiento del año 64], que fue el que por primera vez dijo que Huelva iba a ser una ciudad compacta y no dispersa, lo contrario a las aglomeraciones urbanas que surgen de la copia fácil londinense de las ciudades jardín y que se ha demostrado que no son las más sostenibles como ciudades... Huelva es pequeña pero compacta. Eso es un logro.

–¿Necesitamos una revisión conceptual de la ciudad?

–Huelva no necesita para el futuro una revisión conceptual sino operaciones de reforma interior que pongan guindas donde no hemos sido capaces de primar el espacio público de calidad. Hay muchas zonas en las que los interiores de manzanas no se han cuidado, por ejemplo. El casco edificado no tiene calidad constructiva, porque no tenemos piedra, ni mármol, ni granito y eso ha hecho que haya más sustitución y renovación del casco; no nos equivoquemos, no se trata de que hayamos tirado la ciudad.

–En una ciudad sin patrimonio y que no se caracteriza por sus grandes edificaciones, cuál es la seña de identidad?

–El planeamiento es muy acertado, es muy bueno y está muy bien estructurado. Lo exclusivo de Huelva es lo que siempre se le ha negado. Huelva es una ciudad que ha crecido sin mirar hacia afuera. Eso está por hacer. El potencial es tremendo. Huelva hora tiene unas oportunidades que han estado cerradas. Los valores de Huelva son la suma de las limitaciones del pasado con el potencial del presente. Huelva es diferente. No tenemos que imitar a nadie, tenemos que aprender de todos, pero ser nosotros mismos. De nada sirve lamentarse. Huelva es una ciudad nueva. Tenemos que mirar la exclusividad que tenemos como ciudad. Huelva es una ciudad nueva y ha de asumir su gran mirador como su seña de identidad...

–La esencia está por explotar entonces.

–Efectivamente. Pero es que hay que apostar por ello. Se ha apostado en toda Andalucía. Hace falta una apuesta política para la transformación. La administración debe saber hacer bien su gestión. Debe saber mirar por la ciudad y tener perspectiva de futuro, ser paraguas para atraer inversores pero también para saber dirigir la gestión posterior para mantener lo construido. Dejar de hacerse tanta foto de inauguraciones y apostar por la ciudad... Después de tantos años esperando no nos podemos equivocar. Huelva se merece un balcón de primer nivel mirando a la Ría.

–¿Qué hacemos con los cabezos? ¿La mejor apuesta es la conservación?

–Soy utópica, pero con los pies en la tierra. Los cabezos son señas de identidad en Huelva y es verdad que se ha hecho de todo con ellos, pero yo no voy a criticarlo porque eran otros tiempos. Hay que afrontarlos desde una óptica sensible, pero no olvidemos la vertiente técnica. El plan del 99 dictaminó que prevalecían los espacios libres y optó por darle edificabilidad. Ahora, en el 2018, con la evolución de pensamiento y más sensibilidad sobre la señas de identidad, se da un desapego con lo que está planificado y en normativa, pero debemos ser inteligentes. Debemos apostar por los cabezos no sólo desde un punto de vista sentimental, sino queriendo de verdad que formen parte de la red de espacios libres. No basta con pintarlos de verde y esperar a que alguien venga después e invierta. Los cabezos hay que abordarlos desde una óptica paisajística, de seguridad, de tratamiento de urbanización y desde la perspectiva de la gestión. Hay que integrarlos. También es importante una jerarquización y ver cuáles son intocables y cuáles no.

–La política de conservación de patrimonio ¿es acertada?

Miriam Dabrio. Miriam Dabrio.

Miriam Dabrio. / Josué Correa (Huelva)

–No funciona. Tenemos que distinguir lo que protege una ley de patrimonio y lo que protege un planeamiento, con menor valor, pero ninguna funciona. ¿Qué pasa?, que tenemos pendiente que se actualicen las catalogaciones, como no se apuesta por el planeamiento no se actualizan. Ese es el primer problema. El segundo es que aún protegidos, lo son en el papel, pero no en la realidad. ¿Por qué ? Porque la ley no tiene una perspectiva económica y si no tiene capacidad y aplica la ejecución subsidiaria, no sirve para nada.

–¿Se compagina bien la conservación arqueológica con la construcción?

–Tenemos mucho que aprender de ciudades que nos llevan la delantera. Hemos sido muy titubeantes y tenemos que aprender y ser valientes. Ser capaces de integrar y mostrar el patrimonio más allá de lo que ven nuestros ojos. Hay que mentalizar de que muchos de los valores de Huelva están bajo tierra. Aquí, arquitectos y arqueólogos deben ir de la mano.

–¿Cómo debe ser la ciudad del futuro?

–Muchos dicen que la ciudad de futuro debe ser sostenible, pero creo que es un término manido. Yo creo que deben ser confortables, deben beneficiarse tanto de las habitaciones interiores como de las exteriores, que son los parques. Para eso primero es necesaria una política de educación que nos haga ver que esos espacios públicos son de todos. Los edificios deben ser rentables y con rendimiento energético sostenible. Tenemos que meternos en la cabeza una política importante de rehabilitación de edificios no de hacer por hacer. Si conseguimos ciudades desde ese punto de vista amables, desde el interior y exterior, tendremos la mejor ciudad de futuro.

–Y de cara al futuro, ¿qué necesita su profesión?

–Necesitamos la dignificación de la profesión. Tenemos claro el papel de Huelva, que no está al nivel del resto. Los arquitectos de aquí están peor que los del resto de Andalucía. La crisis ha supuesto casi el 70% de paro en la profesión. Eso poco a poco se resuelve, pero aquí estamos con problemas que en otra provincias se han superado. La dignificación es nuestro primer objetivo.

–¿Porque la economía la ha echado por tierra?

Miriam Dabrio Miriam Dabrio

Miriam Dabrio / Josué Correa (Huelva)

–Muchas veces la economía se nos vuelve en contra. Desde la liberación de honorarios, tenemos que luchar contra agentes externos que quieren impregnar la contratación a bajo coste y esto es un engaño al consumidor. Por coger un trabajo que necesitamos, casi nos prostituimos y eso no puede ser. Tenemos que recuperar la dignidad y reforzarla.

–Pero, ¿cómo se lucha contra esa guerra de precios?

–El mercado de la competencia lo respetamos pero no hasta el punto de incumplir convenios colectivos. Aquí juegan un papel importante las administraciones públicas. Cuando la Administración licita sus pliegos, las bajas no son temerarias son tremendas de hasta el 70% sobre los precios que los técnicos que trabajamos en la Administración fijamos como orientativos.

–Así se acumulan obras sin terminar...

–¡Claro! No se hacen y al final sale más cara y los proyectos no tienen calidad. Que la administración contrate por debajo de coste es un fraude, es un fraude de ley y eso no se puede permitir. Le pedimos que las contrataciones sean limpias, transparentes.

–¿Que se fomenten los concursos?

–Si hablamos de actuaciones importantes para la ciudad, los procedimientos tienen que ser lo más abiertos posible y las figuras adecuadas son los concursos de proyectos porque no es lo mismo decidir a quién contrato con parámetros exclusivamente de precios que hacerlo también por la calidad de la propuesta que se hace. A la hora de redactar y contratar las obras, pedimos que las bajas temerarias queden absolutamente fuera del mapa porque las constructoras se tiran por los suelos para coger las obras y al final hay obras que están paradas porque no se pueden ejecutar. Y se sabe desde el principio porque hay un técnico lo analiza, pero muchas veces se hacen los suecos y en mitad de la obra nos encontramos con que no se puede terminar porque no hay dinero para ello.

–¿Quién vigila que no se contrata a bajo coste?

–Ahora mismo no se vigila en España. Esas garantías nadie las defiende. Las defendemos nosotros desde los colegios profesionales porque las administraciones son la primeras que quieren pagar poco. Compran barato y lo que al principio parece económico se convierte luego en caro. Contratar así es como una imprudencia temeraria.

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