“Barcelona posa’t guapa”
Lluvia de piporros en el centro de Huelva
El Ayuntamiento de Galaroza elige la Plaza de las Monjas para presentar su Fiesta de Los Jarritos
El agua fue ayer la protagonista en la céntrica Plaza de las Monjas. El espacio emblemático de Huelva acogió un anticipo de la Fiesta de Los Jarritos, que se celebrará este domingo en Galaroza. El Ayuntamiento de la localidad serrana quiso realizar en la capital onubense una representación de unas de sus tradiciones más arraigadas, una celebración que mantiene elementos culturales y etnológicos y que se viene realizando desde hace más de ciento veinticinco años.
A las once de la mañana, un grupo de jóvenes, con piporro en mano, mostró su destreza en el manejo de estos botijos chatos, típicos de la Sierra, para mojar a base de chorros de agua a todo aquel que se pusiera a su alcance. Poco a poco se fueron uniendo a la fiesta personas de todas las edades, e incluso el alcalde de Galaroza, Antonio Sosa, y el diputado territorial de la Sierra, Ezequiel Ruiz, quisieron participar en esta original presentación de los festejos en la capital onubense, mojándose uno a otro.
El origen de estos festejos se remonta al siglo XIX, cuando los alfareros extremeños pasaban por la localidad camino de la romería de los Ángeles, en la Peña de Arias Montano, en Alájar, y los vecinos les compraban piezas de alfarería, que iban a probar a la Fuente de los Doce Caños, empezando entonces a echarse agua unos a otros, un ritual que se fue repitiendo año tras año, manteniéndose en el tiempo. Primero se centralizó en torno a la Fuente de los Doce Caños y con el paso de los años se extendió a todo el pueblo.
Todos los 6 de septiembre, Galaroza cumple con la tradición y nadie, ni vecinos ni visitantes, se libra de la mojadura. "Si se va a Galaroza de nueve de la mañana a tres de la tarde es imposible salir sin mojarse. Allí todos somos iguales, nos mojamos unos a otros", apunta el alcalde, que subraya que "es un día de compartir y relacionarse en torno a nuestras fuentes y manantiales".
En la Fiesta de Los Jarritos cualquier recipiente es válido para arrojar agua al resto de los asistentes, aunque el piporro sigue jugando su papel. En la Plaza de las Monjas, uno de los jóvenes no dudo en usar una de las bocas de manguera para mojar a todo aquel que se acercaba.
Sosa señala que Galaroza "es un pueblo de agua, cuenta con muchos manantiales, y su cultura está muy arraigada a sus recursos, hay un sentimiento especial y estas fiestas son emotivas, llenas de pasión y se le pone un cariño especial", subrayando que "la gente sale a la calle a pesar del tiempo, es un producto nuestro".
En ediciones anteriores se han registrado entre 2.000 y 3.000 visitantes, cifra que se prevé que se incrementará este año al coincidir la celebración en domingo.
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