Crimen del salón de juegos

La pelea de un minuto que acabó en tragedia

  • La víctima agredió al investigado, con el que mantenía graves desavenencias, antes de recibir dos puñaladas

Croquis realizado por los investigadores sobre una imagen del lugar donde se produjo la pelea mortal en el salón de juegos .

Croquis realizado por los investigadores sobre una imagen del lugar donde se produjo la pelea mortal en el salón de juegos . / H. Información (Huelva)

En la noche del 10 de abril el encuentro fortuito entre dos viejos amigos (convertidos en enemigos acérrimos) acabó en tragedia. La víctima, F.J.H.V., llegó al salón de juegos Picasso de la avenida Galaroza en torno a las 21:45. Acompañado por un par de amigos, permaneció en la zona de bar, una estancia claramente diferenciada de la otra de casino, donde además de tragaperras hay incluso una ruleta.

Como consta en las actuaciones, a las que ha tenido acceso en exclusiva Huelva Información, el otro protagonista de esta historia, C.J.M., llegó al mismo local a las 22:28 con un amigo. Ni uno ni otro se habían visto hasta entonces. Uno de los acompañantes de F.J.H.V. pasó a la otra sala para pedir un papel de fumar a los que allí se encontraban. C.J.M. se lo suministró y posteriormente salió a fumar con la víctima, a la que debió informar de que este se encontraba allí.

Hagamos un inciso. Para entender el germen de la disputa entre víctima y presunto homicida hay que remontarse a unos años atrás. A los dos los unía una estrecha amistad que se acabó rompiendo cuando C.J.M. inició una relación sentimental con la expareja de F.J.H.V. Los testigos de la causa –como hace constar la juez en el auto por el que decretó la prisión provisional, comunicada y sin fianza el 13 de abril– apuntan que la víctima "amenazó en varias ocasiones" a su verdugo. El propio investigado solo abrió la boca ante la titular del Juzgado de Instrucción 3 de Huelva para manifestar que "era amenazado de forma continua por F.J.".

Regresemos a la noche del 10 de abril. F.J.H.V. ya sabía que C.J.M. estaba en la estancia contigua del salón de juegos. Este hombre se encontraba jugando a la ruleta con su amigo y otras cinco personas más. De pronto, a las 22:45, F.J. decide ir a por él.

Como se desprende de la declaración de uno de los testigos, el asesinado "entró en el salón y comenzó a golpear a uno de los hombres que se hallaban jugando". Uno de los acompañantes de F.J.H.V. afirma que "al verlo se dirigió a él y le dio un puñetazo, comenzando una pelea entre los dos". Otro de los testigos imparciales concreta que, además de golpear por la espalda a C.J.M., el fallecido "le dijo que lo iba a matar".

Los dos se engancharon y se propinaron golpes sobre la ruleta, girando sobre ella "en sentido de las agujas del reloj" y desplazándose unos 320 grados, siempre F.J.H.V. sobre C.J.M. (como afirma la Policía Nacional en uno de sus informes). Alguno de los presentes intentó separarlos, sin éxito. El resto dio un paso atrás para evitar entrar a formar parte de la trifulca.

La defensa deja ver que esgrimirá la legítima defensa como eximente del homicidio

Los dos examigos acabaron cayendo en "un hueco entre la columna y unas máquinas tragaperras, justo antes de la entrada al servicio y sala de grabación", se relata en el informe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional, al que también ha accedido este diario.

Todo ocurrió muy rápido. Y ninguno de los testigos pudo ver lo que ocurrió, según indican. La pelea solo duró un minuto y 20 segundos. Justo después, C.J.M. se levantó del suelo y abandonó el salón de juegos a toda prisa y sin decir ni media palabra.

F.J.H.V. se quedó sentado en el suelo y empezó a gritar que "me ha pinchado", mientras se echaba la mano al costado. Consiguió auparse y pidió que lo llevaran al hospital. Los testigos vieron cómo emanaba sangre de su cuerpo y que tenía una herida en el costado cuando se levantó la sudadera.

La instructora, Margarita Borrego, indica en el auto de prisión que "se deduce claramente" por lo manifestado por los allí presentes "que ambos hombres se enzarzaron en una pelea y que, finalmente C.J.M., con una navaja u otro objeto similar, terminó asestando a F.J. dos puñaladas".

La magistrada observa que "pese a que el momento de la agresión no llegó a ser visto directamente por ninguno de los testigos al desarrollarse la misma detrás de una columna, lo cierto es que el hecho de que instantes después de que ambos hombres cayeran al suelo, C. se marchara corriendo y F.J. se levantara sangrando y manifestando que le había pinchado, demuestra un devenir de los hechos que lleva a concluir por lógica que C. fue el autor de la agresión que causó la muerte de F.J., máxime cuando no había otra ninguna otra persona implicada en la referida pelea".

En el mismo documento judicial se subraya que "resulta significativo además que la encargada del local manifieste que vio cómo C. rebuscaba entre sus ropas mientras se encaraba con F.J., lo que unido a los demás indicios, lleva a considerar que el investigado estaba buscando algún arma blanca que llevaba escondida".

La víctima fue trasladada por sus amigos al hospital Juan Ramón Jiménez. Había recibido dos puñaladas, una en la región dorsal derecha y otra en la lumbar izquierda (con sangrado activo). Fue la primera, que le perforó el pulmón, la que le causó la muerte.

C.J.M., al que no constaban hasta ahora antecedentes penales, estuvo unas horas en paradero desconocido, hasta que acabó entregándose a la Policía Nacional al día siguiente de los hechos.

La defensa, tras la puesta a disposición judicial de su patrocinado, solicitó su puesta en libertad o la prisión eludible con fianza. Esgrimió que "de lo actuado hasta el momento, solo se desprende que ha habido una agresión ilegítima contra el detenido por parte del fallecido, y si acaso una actitud defensiva por parte del primero de ellos, sin que conste ni un solo dato objetivo en las actuaciones que verifique que el detenido es el autor directo del hecho mismo del apuñalamiento". Es decir, que tratará de alegar la eximente de legítima defensa de C.J.M. en el delito de homicidio, que conlleva una pena de entre diez y 15 años de prisión.

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