Juan José Domínguez: Un hombre hecho de justicia y corazón

Prevalece en estas horas la consternación por la pérdida irreparable de mi decano y mi amigo, pero en esta repentina despedida, dolorosa y a la vez mecida por tantos gratos recuerdos, busco palabras que nos hagan compartir el valioso legado sentimental que nos deja este hombre excepcional, que sin duda ha sido toda una institución en Huelva.

Su impronta será imborrable y la ciudad estará siempre en deuda con él por todo lo que le ha dado desde su compromiso desmesurado con nuestra tierra.

Si hay algo que siempre definió a nuestro querido y admirado Juan José, es su enorme corazón, más allá de su sapientia jurídica y de ser un referente en la profesión, con el ejercicio de la abogacía durante más de 60 años desde grandes valores. Valores de los que tanto hemos aprendido.

Huelva le dedicó una calle, rotulada en 2018, junto al Palacio de Justicia, y le concedió también la Medalla de la ciudad en 2011, pero todo reconocimiento es poco a un hombre que se ha caracterizado por un profundo sentido de la Justicia y la honradez.

Un hombre entrañable, trabajador infatigable, reputado jurista, que tanto ha entregado a esta ciudad como abogado, como defensor del arte y la cultura, el deporte, la educación, las tradiciones de Huelva, el Recreativo, la Semana Santa...

Para los abogados, un genio difícil de imitar. Para los onubenses, un referente de lo que significa mantener viva la llama de nuestra esencia y lo que nos define. Para las personas, en general, una luz brillante de las que no se apagan. De las que dejan huella, para siempre, en la memoria colectiva.

Se nos va una persona que ha sido referente y protagonista de la Huelva de las últimas décadas, por su papel como decano del Colegio de Abogados durante más de 30 años, como hermano mayor de nuestra Hermandad de Estudiantes y otras tantas facetas. Una persona que ha tenido una alta participación en la vida social y política de nuestra ciudad. Un hombre tremendamente querido.

Juan José, ya echamos de menos tu finísima inteligencia, esa enorme capacidad dialéctica, tu sentido del humor, esa bondad que te hacía preocuparte siempre por los demás, ayudarles… Y esa manera que tenías, sobre todo, de amar la vida y de enseñarnos a amarla.

DEP, maestro y amigo.