Juan Bautista Cáceres lleva 'El capricho de las formas' a México

Becado por la Fundación Rojo Urbilola

Juan Bautista Cáceres en una exposición de sus tintas.
Eduardo J. Sugrañes / Huelva

10 de diciembre 2008 - 01:00

La Fundación mexicana Rojo Urbiola concedió su primera beca de residencia de 2008 para artistas españoles en México. El almonteño Juan Bautista Cáceres desarrolló su proyecto en la ciudad de Zacatecas.

El capricho de las formas, título de su trabajo, consta de una serie de tintas realizadas sobre un papel artesanal de fibra de 'gampi', donde se mezclan lo casual y el proceso reflexivo y de intervención posterior sobre las obras.

Presentada la colección ante los medios de comunicación zacatecanos, ahora se prepara una exposición para los primeros meses del próximo año. De este trabajo ha dicho el director artístico de la Fundación Cupertino de Miranda, Antonio Gonçalves, "que las intervenciones sobre las manchas son de gran equilibrio, potenciando la forma y aportándole fuerza narrativa. Hay un equilibrio de expresividad con la intervención que está muy cuidada y es muy sencilla. Encuentro también una relación con imágenes del México antiguo, me remite a algo que vi también en la pintura que Granell realizó después de estar en México, algo de ancestral…". La colección va acompañada de un texto que las argumenta y cada una de las obras genera un pequeño poema. Se trata de dos totems y diez tintas donde se aprecia la lucha, la pugna de los seres, un antagonismo que está presente en la vida del ser humano. Con esta beca, Juan Bautista Cáceres, defensor de un mayor aprovechamiento cultural de lo iberoamericano por parte de Huelva, americanista convencido, quiere poner de manifiesto lo ventajoso que este tipo de intercambio cultural sería para los autores onubenses así como para los del otro lado del Atlántico.

Nada más llegar, con los ecos de lo vivido en Zacatecas, prepara ya la réplica española de El capricho de las formas, para que en breve plazo podamos verla en nuestra tierra. Colecciones de ida y vuelta, haciendo del Atlántico un auténtico puente entre los dos mundos.

El capricho de las formas "son huecos como ausencia de la vida, como muertes que horadan la callada actitud de las figuras", dice Juan Bautista Cáceres. Dice que han podido ser sueños de una noche sin jardines, "lágrimas que forman parte de la gran catástrofe de las derrotas". A veces convergen con los silencios y suenan otras veces como flautas andinas. "He creído ver mientras las creaba las fachadas de todas las catedrales de Latinoamérica, erguidas, descomunales, bellas, nacidas para cobijar lo indígena, lo esencial. También mis manos han querido ser un homenaje a lo que tiene de ancestral la tierra americana que me acoge. Puedo ser de Zacatecas como de mi origen y estas figuras son prolongaciones de los dedos, fluidos de mí mismo que así lo testifican".

Para Cáceres tal como la vida presenta sus pugnas, así se representan sobre el papel los seres antagonistas, las herramientas de la lucha, los afilados metales, las mortales guadañas. "En los olvidos secos, en las lápidas sin nombre podéis encontrar las respuestas. Son la negra estructura de mis ciudades en guerra, la certeza irracional, lo derramado".

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