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Juan Barranco Posada: 'Juanito Posada', torero de dinastía

Juan Barranco Posada.

Juan Barranco Posada. / M. G.

Mi abuelo paterno, Sixto Barranco Herrera, tenía un hermano llamado Juan que era un hombre polifacético que incluso fue torero y, además, se casó con una chica sevillana de apellido Posada, hija y descendiente de una familia de amplia tradición torera. Y cuando ella iba a tener un hijo se marchó a casa de sus padres a Sevilla para estar arropada en el parto por su madre, como hacían tantas mujeres por entonces. Así, el 24 de septiembre de 1931 vino al mundo el pequeño Juanito, pero enseguida se volvieron a su casa de la onubense calle Valencia, que fue donde vivió su infancia y juventud el niño al que todo el mundo llamaba Juanito Posada porque desde pequeño vivió rodeado de objetos taurinos como muletas, capas y banderillas. Me contaban mi padre y su hermano, mi tío Sixto, que cuando iban a casa de su tío Juan, hermano de su padre, era sorprendente el ambiente taurino que había en aquella casa y recordaban perfectamente a la madre de Juanito y a sus hermanas con una capa en las manos haciendo lo que se llama “toreo de salón”.

Yo era muy pequeño y no lo vi torear nunca, pero sí que lo conocí en una ocasión que vino a Huelva, ya de mayor, a dar un pregón con motivo de las Fiestas Colombinas en el antiguo matadero de Huelva, que ya estaba convertido en la Escuela de Artes y Oficios “León Ortega”. Juanito Posada, una vez que dejó el toreo, estudió y se hizo licenciado en Periodismo y fue cronista taurino de varios medios, entre los que recuerdo y leí varias crónicas en el famoso “Diario 16” y en “Cambio 16”, también en la revista “Sábado Gráfico” y en Radio Nacional de España. Además, también fue redactor y presentador en Televisión Española del programa “Tauromaquia”. Cuando le sobrevino la muerte llevaba la sección taurina del periódico “La Razón”.

Juan fue hermano nazareno de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre, más conocida como “la de los Estudiantes,” y por ello, su nieto, el afamado matador de toros Posada de Maravillas, cuando vino a torear a la plaza de toros de La Merced, recibió la medalla de la hermandad, que se la impuso el entonces hermano mayor Javier Pérez Blanco, como recuerdo a su padre en un acto muy bonito en la Hacienda Montija, en las afueras de Huelva. Asistí a esa gran corrida de toros en la que también toreó el triguereño David de Miranda. Fui junto a algunos de mis hermanos, al igual que fui a la bonita población extremeña de Zafra, donde tomó la alternativa y posteriormente, en el bonito hotel “Huerta Honda”, tomamos unos aperitivos y charlamos un buen rato con el torero sobre cosas de la familia.

Maravillas Barranco es el nombre de su madre, hija de Juan, mi tío, primo hermano de mi padre. Pero el verdadero nombre del nieto es Juan Luis Ambel Barranco, que también tuvo otro hermano que, antes que él, se dedicó al mundo de los toros y que también llegó a tomar la alternativa con el nombre de Ambel Posada. De la trayectoria de estos toreros y de su abuelo me hablaba y contaba cosas mi gran amigo de la infancia y juventud Vicente Parra Roldán, que además de abogado y profesor también es crítico taurino.

Juanito Barranco Posada fue un torero de dinastía, sobrino de Francisco y de Antonio Posada, además de otros tíos suyos que también fueron novilleros y banderilleros. De hecho, su tío Faustino Posada murió en el albero de la plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda corneado por un Miura. Su padre, hermano de mi abuelo, también fue novillero y, ya por último, sus nietos. En definitiva, toda la familia torera desde hace muchos años hasta nuestros días.

Juan se presentó vestido de luces cuando solo tenía 16 años junto a Miguel Báez “Litri”, debutando los dos en la plaza de toros de Valverde del Camino. A continuación toreó en la Maestranza de Sevilla y posteriormente en “Las Ventas” de Madrid, siendo aún novillero, donde tuvo una tarde espléndida y con un éxito sin precedentes, ya que no pudo entrar a matar porque fue cogido de gravedad y llevado a la enfermería, donde recibió las dos orejas que le habían concedido. Allí mismo, en “Las Ventas”, tomó la alternativa durante las fiestas de San Isidro. Luego, ya siendo torero, actuó en muchas ocasiones en Sevilla con notable éxito hasta que, en otra ocasión, fue gravemente cogido por un toro y ya, en 1956, se cortó la coleta y cambió la plaza de toros por la Universidad Complutense de Madrid, donde se hizo licenciado en Periodismo. No obstante, toreó luego en muchos festivales a beneficio de la Hermandad el Rocío de Huelva y otros. Incluso toreó otro festival a favor de los padres del novillero de Huelva Rafael Carbonell, que falleció en la plaza de toros de La Merced cogido por un toro.

Me une gran amistad con su hijo Javier Barranco, gran artista y diseñador de joyas con quien he tenido largas conversaciones cuando vivía en Zafra. Se da la casualidad de que uno de mis hijos también se llama como él, pero a ninguno de los dos le gustan los toros. De todas maneras, mi primo me contó algunas cosas de su padre y me enseñó y facilitó algunas fotos.

Ya que me gusta escribir sobre personas de esta tierra, le he querido dedicar unas letras a un hombre que llevaba mi mismo apellido y que destacó notablemente en el arte de torear.

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