A finales de mes, los países miembros de la OTAN tienen un encuentro en Madrid, en concreto los días 29 y 30. En medio de las turbulencias internacionales derivadas de las consecuencias militares de la invasión rusa de Ucrania, los líderes mundiales se enfrentan, además de a la propia amenaza expansionista del régimen de Putin, a las consecuencias que sus actuaciones han tenido en todos los ámbitos de las relaciones entre países. Entre ellas, se encuentra la energética. El acuerdo alcanzado para parar las compras de petróleo ruso (con las excepciones de aquellos países para los que son imprescindibles) que han seguido a las tomadas con el gas natural, han hecho que la Alianza Atlántica tome conciencia por primera vez de un concepto que estará sobre la mesa en Madrid, como es la necesidad de crear redes energéticas estratégicas para no depender de países externos a la organización.

Se da por hecho que Barcelona, en concreto su puerto, estará en dicha red estratégica. Así lo adelantó esta semana Enric Juliana en La Vanguardia quien esgrimió la principal planta de regasificación del Mediterráneo, con capacidad para almacenar 760.000 metros cúbicos de gas, como uno de los argumentos que destacan a las instalaciones portuarias de la ciudad condal para que tenga “una bandera clavada con un alfiler en el cuartel general de la OTAN”. También reconoció que “habrá muchas más banderas señalizando enclaves de alta importancia para el suministro y almacenamiento de energía en Europa, puesto que la salvaguarda de las redes energéticas va en camino de quedar inscrita en el nuevo concepto estratégico de la OTAN”.

Es en ese nuevo marco en el que Huelva puede jugar un papel más que destacado. ¿Porqué no pensar que también sus instalaciones portuarias pueden ser elegidas como lugar estratégico en la OTAN? Si la planta de Barcelona es la primera del país, Huelva tiene la segunda con una capacidad de almacenamiento de 600.000 metros cúbicos y con una capacidad de carga de 50 cisternas diarias. Cuando se produjo el cierre del gasoducto que desde Argelia discurría a través de Marruecos hasta las costas de Tarifa en la provincia de Cádiz, el Puerto de Huelva adquirió Dispone de unas instalaciones conectadas a la red interior del puerto con más de 110 kilómetros de tuberías, así como a la red de gasoductos y oleoductos de España y la red de ferrocarril nacional.

En lo que se refiere a la refinería, por sus instalaciones pasan 200.000 barriles de petróleo crudo, posee una monoboya con las últimas medidas de seguridad y ha puesto en marcha recientemente una segunda línea de refino para satisfacer una demanda que en los cuatro primeros meses del año ha superado los 3 millones de toneladas y ha llegado a más de 8 entre todos los graneles líquidos.

Vista aérea de los pantalanes de graneles líquidos en el Puerto Exterior de Huelva.

Si importantes son las infraestructura que Huelva ya tiene, más aún son los planes de futuro a corto plazo. Precisamente esa segunda línea de refino de Cepsa se ha puesto en funcionamiento con la intención de ser la base de suministros en mercados para los que la transformación energética todavía resulta una quimera, con el objetivo básico de ser el punto de partida de todos los envíos de petróleo españoles a África Occidental.

Los planes de Cepsa por construir una planta de amoniaco verde para servir de suministro a todos los barcos que transitan por el Estrecho de Gibraltar, una de las rutas marítimas más concurridas del mundo, junto con otra de hidrógeno verde a la que añadir a la presentada por Iberdrola en alianza con Fertiberia, se encaminan a hacer de Huelva la capital europea de lo que está llamado a ser el combustible del futuro. Dicho de otro modo, en ningún otro lugar de Europa se va a producir más hidrógeno verde que en Huelva. Salvaguardar todas estas infraestructuras en una evolución constante, puede ser la principal baza de Huelva para tener el paraguas de la OTAN garantizando la supervivencia de dichas instalaciones.

Los inconvenientes se encuentran a pocas millas de distancia. Algeciras es el quinto puerto del continente y su trascendencia se extiende a toda la bahía. Se trata de un nodo logístico que controla el tráfico en el Estrecho. Además, la naviera que opera en él, tiene en el vecino Tánger la otra orilla de esa ruta bajo su control, con lo que su trascendnecia es incuestionable.

Hacia occidente se encuentra el puerto de Sines, un proyecto de país que, por poner sólo un ejemplo es responsable de la totalidad de gas natural licuado que llega a todo Portugal. Al igual que en el caso de Huelva, el gas llega al puerto cargado en barcos metaneros que proceden mayoritariamente de Estados Unidos, pero también de África. La mayoría proviene de Estados Unidos, pero también de países de África, como Nigeria; después se almacena en tanques, antes de inyectarlo por la red de gasoductos para su distribución.

La emergencia energética es una realidad y Sines tiene capacidad para la distribución de gas a otros países europeos pasando por España y Francia. De hecho, hay un proyecto para que la alianza hispano-portuguesa, pueda llegar a suministrar el 20% de todo el gas que necesita el continente europeo. La terminal de Gas Natural en este puerto de Sines inició su actividad en 2003, operado en régimen de concesión por la empresa REN Atlántico. En el puerto operan la petrolera portuguesa GALP y la española Repsol.

Tampoco sería descabellado un eje Huelva-Sines como uno de los integrantes de esa red energética estratégica de la OTAN, ni que en la misma puedan participar también puertos en el norte del país como Bilbao, o en el Mediterráneo como Cartagena o Tarragona en alianza con Barcelona.

El objetivo es salvaguardar los suministros, protegerlos ante cualquier amenaza exterior. Por primera vez, en una alianza exclusivamente militar, la energía pasa a tener el papel estratégico que le corresponde, como un vector más para protegerlo ante amenazas exteriores. Habrá que esperar a finales de mes para conocer con exactitud el alcance de estas redes, en una cumbre en la que por primera vez en su historia, Huelva puede estar encima de la mesa entre las discusiones de los principales líderes mundiales y en el que su futuro puede cambiar de manera radical.