Fosfoyesos: el eterno debate
La propuesta del PP sobre la retirada de los residuos tóxicos reabre las divergencias · Los informes técnicos consideran inviable el traslado; los populares y los ecologistas reclaman que se estudie la fórmula
De pregunta incómoda a irremediable en campañas electorales anteriores, y de ahí a propuesta estrella en ésta, la recuperación de las balsas de fosfoyeso ha entrado fuerte en la batalla por la Alcaldía de Huelva. Una vez completamente resuelta la tramitación judicial y finalizado el vertido de fosfoyeso a la marisma, y tras haber certificado en 2007 que el voto de la ría tiene su peso (dio el segundo concejal a Izquierda Unida), en la precampaña iniciada hace dos semanas los grandes partidos han hecho ya sus primeros movimientos en torno al considerado mayor problema medioambiental de la ciudad. El PP, con una propuesta arriesgada pero que recoge una reivindicación popular: retirar los fosfoyesos de la marisma. Y el PSOE con un plan de usos futuros para las balsas que incluye un parque empresarial o pistas deportivas.
Dos posturas contrarias
El Partido Popular ha sorprendido, y mucho, con su petición. El plan del PP pasa por retirar de las Marismas del Tinto la totalidad del fosfoyeso, aseveran fuentes populares, a pesar de que en un principio se había hablado de aquel que sobrepase los tres metros de altura, la altura máxima establecida en la concesión. Así, incluirá en su programa electoral su voluntad política de exigir "a la empresa, la Junta y el Gobierno" la retirada de los fosfoyesos y también de las cenizas de Acerinox, material radiactivo contaminado con cesio-137 y confinado en las Marismas de Mendaña.
La idea es, explican desde el partido, que se estudie la fórmula para retirar los residuos, buscando "la viabilidad técnica, que en el año que estamos seguro que existe" y económica, "si es cuestión de dinero, habrá que buscarlo". Y puede que sea el propio Partido Popular el que tenga que cumplir su promesa si se confirman las encuestas que le dan el Gobierno central y ponen a su alcance el de la Junta de Andalucía.
La propuesta no es nueva, la vienen realizando (con algunos matices) desde hace años organizaciones ecologistas, como Greenpeace o WWF, o la Mesa de la Ría (después dividida en asociación y plataforma). Se encuentra sin embargo con la oposición del PSOE-Junta de Andalucía, que aluden a un informe técnico para rechazar el traslado.
Pero, ¿es posible? Hasta ahora, los expertos han recomendado la restauración in situ de los residuos, lo que se traduce en su cubrición e implantación de una cubierta vegetal. Así se recoge en el informe elaborado por el comité de expertos creado por la Junta de Andalucía, que considera que "el traslado de las balsas de fosfoyesos a vertederos de residuos construidos ad hoc no es una alternativa viable". Según el estudio realizado sobre la posibilidad de trasladar los fosfoyesos, este movimiento "supondría la generación de unos elevados impactos negativos, tanto en el ámbito social como ambiental, sin olvidar que los costes económicos serían también enormemente elevados".
En las Marismas del Tinto se han venido depositando durante los últimos 40 años unos 100 millones de toneladas de fosfoyesos sobre 1.200 hectáreas. En primer lugar, los vertidos se realizaron en dos zonas ya restauradas: las Marismas del Pinar, la más cercana a las fábricas, donde también se depositaron otros residuos industriales y que regeneró la Junta de Andalucía; y las Marismas de Mendaña, divididas en dos zonas para su restauración. En la primera de ellas, a cargo de Egmasa (dependiente de la Consejería de Medio Ambiente), se vertieron por error cenizas radiactivas procedentes del accidente de Acerinox; la segunda, del Ayuntamiento de Huelva, se restauró con lodos y residuos de la construcción, una tarea que culminaba recientemente y alabada por los expertos en la materia.
Un apunte: el uso de las marismas como vertedero por parte de estas entidades no contaba con la aprobación de la Dirección General de Costas, titular de los terrenos, por lo que fue considerado un incumplimiento de la concesión de vertidos. A estas dos zonas se suman las Marismas del Rincón, donde se ejecutó el proyecto de reordenación de los vertidos.
Retirar todos esos fosfoyesos llevaría más de 30 años, señalan los especialistas. El estudio elaborado por encargo de la Administración autonómica recoge un vaciado de las balsas para llevar los fosfoyesos a vertederos de nueva construcción a un radio no superior a 100 kilómetros, salvando los espacios protegidos (lo que restringe mucho la zona que sería posible utilizar). Un proceso para el que se necesitarían 485 viajes diarios de camiones, según sus cálculos, y que conllevaría impactos ambientales por el propio proceso de extracción de los residuos (emisión de partículas, de gases de efecto invernadero) o el transporte por carretera, además del rechazo social o el riesgo de accidentes. Otro aspecto negativo, y no el menor, sería su coste 2.551 millones de euros, de los que 1.000 millones serían sólo para su extracción y carga en origen. Otro cantar son las cenizas de Acerinox, sobre las que el Consejo de Seguridad Nuclear decidió cuando se depositaron por error en la marisma que lo mejor era dejarlas allí (tras retirar el material más radiactivo), pero sobre las que los europarlamentarios de la comisión que estuvieron en Huelva para analizar las denuncias ecologistas sobre la situación ambiental de la ría también solicitaron su traslado.
Estos argumentos esgrime la Junta de Andalucía para rechazar de plano el movimiento de los fosfoyesos; de hecho, concedió la autorización ambiental integrada a Fertiberia considerando el depósito de fosfoyeso en altura la mejor técnica disponible. La empresa no se pronuncia al respecto, pero durante años ha argumentado que el traslado era inviable.
Frente a ellos, las organizaciones ecologistas reiteran su petición: retirada de los residuos y depósito en un vertedero adecuado para ellos. Los últimos estudios realizados determinan que el fosfoyeso es un residuo no peligroso, frente a lo que aseveran los ecologistas. Pero más allá de esa consideración, la propuesta verde se mantiene con el objetivo de alcanzar la recuperación total de la marisma, en consonancia con lo requerido por la Ley de Costas.
Algo que sólo se lograría con la retirada de los residuos y después de mucho tiempo, advierten los expertos, pero que es lo que reivindican estos colectivos. El ejemplo a seguir, aseguran, sería la restauración ambiental que se está llevando a cabo en Flix (Tarragona), donde se están retirando los residuos vertidos en el pantano durante un siglo por una empresa química (Erkimina en los últimos años). Eso sí, en este caso son sólo 300.000 toneladas.
La Asociación Mesa de la Ría, hoy convertida en partido político también en pugna en las elecciones municipales, reiteró no hace mucho su propuesta para la recuperación de las marismas: retirada de los residuos y su traslado por ferrocarril a una corta minera abandonada. O, como segunda opción, su retirada por vía húmeda, mediante la construcción de tuberías. Además, la Mesa propone una responsabilidad compartida: que sea la empresa la que se haga cargo de trasladar los fosfoyesos que superen los tres metros de altura (límite establecido en la concesión otorgada por el Gobierno) y que sean las administraciones las que, con la ayuda de fondos europeos, se encarguen del resto.
Fondos europeos
Esta propuesta de buscar fondos europeos también ha sido incorporada por Pedro Rodríguez a su programa electoral. Aunque plantea muchas dudas: los europarlamentarios ya advirtieron en su día que el sitio debía ser descontaminado y marcaban claramente que habría que adoptar el principio de quien contamina, paga. Una directriz básica en la Unión Europea, que no ha sido seguida en numerosas ocasiones en España (véase Aznalcóllar), pero que la Junta recuerda para aseverar que Europa no aportará fondos para la restauración de las balsas. Otra cuestión sería la financiación de la UE para un "proyecto de desarrollo sostenible respetuoso de la integridad de la región", explicaban los eurodiputados en su informe.
En Flix sí se ha conseguido una aportación europea: 117 de los 223 millones de euros de coste del proyecto de descontaminación del embalse está financiados con fondos de cohesión. Sin embargo, el caso de las balsas de fosfoyeso causa también dudas por otra cuestión: la Comisión Europea apercibió a España por permitir el almacenamiento de residuos industriales en las marismas sin el tratamiento adecuado. Europa considera el fosfoyeso un residuo; la Junta de Andalucía lo trata como subproducto, y por ello la Comisión consideraba que se infringían tres directivas europeas: la de residuos, de vertido de residuos y de prevención y control integrados de la contaminación. Con este antecedente de incumplimiento, la cuestión de los fondos europeos se complica.
En fase de redacción
Mientras tanto, el proyecto de restauración de las balsas está aún en redacción conforme a las pautas dadas por el estudio encargado por el Ministerio de Medio Ambiente. El periplo judicial de las balsas ha finalizado y la sentencia que declara la caducidad de la concesión para verter es firme, por lo que tanto el Gobierno como WWF, partes en el proceso, reclaman su ejecución, es decir, la regeneración de las balsas y el depósito de un aval sobre ésta. Eso sí, el Ministerio da nuevos plazos y los ecologistas reclaman una actuación inmediata, recordando de nuevo que la marisma debe volver a su situación inicial; mientras, el auto de la Audiencia Nacional hace referencia a una recuperación que cumpla los parámetros marcados por el estudio elaborado por las administraciones. El debate no está cerrado y se anima de cara al 22-M.
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