Fallece José Luis Garrido Bogado, exprofesor del colegio SAFA Funcadia de Huelva
El que fuera maestro del centro hasta su jubilación, ha fallecido este sábado tras una larga enfermedad. El funeral se celebrará este domingo a las 17:30 en el Tanatorio nuevo.
El SAFA Funcadia, primer colegio en superar un simulacro de maremoto
José Luis Garrido Bogado, quien fuera profesor del colegio SAFA Funcadia de Huelva durante más de tres décadas, ha fallecido este sábado tras una larga enfermedad.
'Pepe Luis' como era conocido cariñosamente por sus alumnos y compañeros fue maestro del centro y, anteriormente, alumno de este. Su referente siempre fue Salvador López Vélez, maestro y director del citado colegio.
El funeral se celebrará este domingo a las 17:30 en el Tanatorio nuevo de la capital.
Su compañero y exdirector gerente del colegio, Ángel Luis Macías, ha querido rendir homenaje al maestro a través de una emotiva despedida a la que se une toda la comunidad educativa y exalumnos del centro.
A Pepe Luis
José Luis Garrido Bogado nunca fue fácil. Lo sabemos todos aquellos que hemos convivido con él en esa tarea tan apasionante de la docencia. Nunca lo fue. Vivía su profesión con la radicalidad de esos eremitas que ponen una frontera entre lo que hace el común de los mortales y los principios y la misión de ser un grito en medio de la nada. Y, por eso mismo, su presencia, su voz resonaba para establecer otros referentes, para interrogarnos sobre nuestro propio hacer.
Era maestro, y así quería que le llamasen. O Pepe Luis. Con cercanía y, al mismo tiempo, marcando el lugar de cada uno. Uno es el maestro; otro, el alumno o alumna. Pero no enfrentados: el maestro, al lado, acompañando en ese camino de preguntas y respuestas que van más allá del conocimiento académico. Diálogos para avanzar juntos y silencios para la reflexión. Atento siempre a la necesidad del niño, de la niña, sin perder detalle de todo lo que pasaba en el aula.
Cuando estaba en Primer Ciclo —cito este, pero da igual en qué Ciclo estuviese— tenía las sesiones tan estructuradas que los cincuenta minutos de esta eran cincuenta minutos de trabajo continuado por su parte. En gran grupo, para esbozar las líneas de trabajo, para motivar, para exponer…; en pequeños grupos o por rincones, con tareas diversas, con proyectos…, y el trabajo individual, que supone enfrentarse solo o sola a las dificultades del aprendizaje. Y, mientras tanto, atendía a aquellos con un ritmo más lento o con dificultades para solventar la lectura o algún algoritmo matemático. Me impresionaba verlo trabajar. Aunque estuviera inmerso en una tarea observaba a cada uno de sus pupilos, para que avanzasen, para que no se perdieran. Tenía claro que la Educación, así, con mayúscula, era la clave para el progreso de las personas. Y no se podía perder el tiempo. Y cada alumno, cada alumna era una singularidad que requería su propia receta. Y era un buscador nato de estrategias para lograr los mejores resultados. Siempre aprendiendo. Su familia es consciente de la cantidad de horas que dedicaba en su casa a la preparación de las clases del día siguiente
Su radicalidad, esa de buscar la raíz de las cosas, de ir a ella… no siempre le granjeó simpatías. Pero no podía hacerlo de otra manera. Y, a pesar de ello, o por ello mismo, era querido. Con ese cariño de compañero, de hermano… de ese compañero, de ese hermano que nos saca de nuestras casillas, de nuestras seguridades, pero con el que podemos contar porque está disponible para enderezar cualquier entuerto. Tenía una gran facilidad para meterse en los charcos de la vida y mojarse hasta el tuétano. No le importaba levantar el brazo en una asamblea para pedir la palabra y cuestionar con sus razones las razones de la autoridad.
Los últimos tiempos han sido difíciles, tanto para él como para su familia. Y en la distancia hemos estado atentos a esos sufrimientos. Siempre es poco.
Ya ha descansado. Sigue vivo entre nosotros que lo hemos conocido.
También te puede interesar
Lo último