Entrando por la finca Conquero

1. Por esta ladera, entre las lomas de dos cabezos, baja la correntía de agua que llega hasta la llamada Fuente Vieja; desde arriba se ve cómo se une por calles de Las Colonias hasta llegar a la misma marisma. 2. Esta imagen da continuidad a la anterior, de la colección de postales de ediciones Arribas. Se puede ver el campo labrado y la hilera de casas. 3. En el Chorrito Alto las casas eran muy humildes, como barracones, con techo de juncos o chapas en el mejor de los casos. 4. Una antigua fotografía tomada por un viajero francés, a finales del siglo XIX, sobre la zona tal y como se encuentra hoy. 5. El mismo lugar, donde en la zona alta se encuentra el bar Mandala. 6. La encrucijada donde está el monumento a Pedro Gómez, en 1929. 7. El kiosco de Francisco Arjona, en pleno cabezo de El Conquero.
Eduardo J. Sugrañes Huelva

08 de mayo 2016 - 01:00

Llegamos a la encrucijada de la calle de Padre Marchena y las avenidas de San Antonio y Manuel Siurot, con el que terminamos el primer tramo en la subida hacia el Paseo de El Conquero. Estamos cerca de lo que debió ser la llamada finca Conquero. No se sabe si esta es la que da nombre a la zona o lo recibe de ella. Del llamado Conquero nadie ha dado norte fiable de su etimología. Para algunos es un gran conchero, de conchas marinas que aquí se encuentran fosilizadas, pero son propias de todos los cabezos de la ciudad que igualmente pudieron haber tenido este nombre y sólo es el del cenit de Huelva. Diego Díaz Hierro, en sus investigaciones, nos sitúa aquella heredad denominada Conquero. Está en el codicilo de Juan de Villalobos, ante F. López Machado el 27 de junio de 1660, en el que se hace referencia a que lo tenía arrendado a Ana Ramírez cuya propiedad pasó a Juan Rengel y este vendió la finca a los frailes del Convento de la Victoria de la calle Puerto (situado donde hoy se encuentra el Colegio Santo Ángel), el 10 de octubre de 1673, ante Antonio de Vera y Estoque. Desde entonces la finca Conquero perteneció a los padres mínimos, hasta que fueron exclaustrados en 1835 y volvió a propiedad de particulares.

En lo que antaño fue una explanada hoy existe una pequeña isleta peatonal donde se levanta el monumento al pintor Pedro Gómez, al que recientemente le repusieron las lozas que le faltaban aunque no la placa de su nombre. El primero que construyó en esta zona una chalé fue el impresor Antonio Plata de la Corte, que fuera hermano mayor de la Hermandad de la Cinta, en este periodo que historiamos. A él se debe siendo alcalde la construcción del Parque Moret, que vino a completar con este paseo el gran proyecto de expansión recreativa de la ciudad, convirtiéndolo todo en la zona pública de la que hoy es un referente para la ciudad, quizás merezca don Antonio un recuerdo en el parque. El chalé está hoy restaurado y conserva el azulejo de la Virgen de la Cinta.

Esta primera explanada tuvo bastante popularidad y en ella se levantó, hacia 1915, el kiosco de Francisco Arjona. Aquel sencillo establecimiento va a ofrecer todos los domingos, a partir de la primavera de 1918, conciertos a cargo de "notables profesores de música", como se indica en La Provincia del 1 de marzo de aquel año. Arjona fue el adelantado de lo que hoy podría ser el Mandala como referente de la zona. A Francisco Arjona le concedieron, en 1922, un kiosco de la Plaza de las Monjas, esquina con la calle Vázquez López.

En este tramo hacia El Conquero, se levantó a mediados del siglo pasado el Palacio Episcopal, tras la constitución de la Diócesis en 1954. Su creación fue todo un acontecimiento en Huelva y a la hora de elegir lugar para el Obispado el primer prelado, Pedro Cantero Cuadrado eligió este punto. Arriba de la ciudad, con una espectacular vista hacia la Marisma del Odiel que se confunde a lo lejos con el mar. Entre sus ilustres visitantes tuvo el 14 de junio de 1993 a San Juan Pablo II, que tras la ceremonia de la avenida de Andalucía, en la que se clausuró la celebración del V Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América, se dirigió hasta estas dependencias para el almuerzo y descanso.

Aquí arriba, El Conquero se nos presenta pletórico la visión es única. A los pies de las laderas, las Marismas del Odiel y al fondo en el horizonte Gibraleón. El castillo en el cabezo de San Pedro y estos puntos altos de El Conquero eran la clave para otear la entrada de naves incursoras en el río Odiel, como aviso hacia la población de Gibraleón, controlando así el acceso hacia las minas.

Este es un punto marcado en dos ocasiones. La primera con la antena repetidor para la televisión y la radio, que viene a marcar un despertar en el progreso de las comunicaciones en los años sesenta. El otro es uno de los miradores del 92 que con diseño moderno juega a enmarcar en un rectángulo la puesta de sol. Hoy todo esto es deterioro, hay que confiar en Edusi, que no es nombre de pila, sino del proyecto europeo al que el Ayuntamiento va a poner en manos la rehabilitación de El Conquero, habrá que estar alertas.

Para conocer este espacio en su estado virgen tomo la imagen de un viajero francés, al menos por la leyenda al dorso. Se muestra un Conquero completamente distinto, más árido, llega en algún momento a recordar los cabezos de Mazagón. Luego aquí nacerá la vida al amparo del Chorrito Alto, así se le llamó a la zona que gracias a un punto de agua en esta correntía del viejo acueducto. Al amparo de ese chorro de agua la gente humilde levantó sus casas, abajo de este surco de cañaverales está la Fuente Vieja, quizás más abastecida por ese canal de agua que por parte del propio acueducto en sí, al haberse destruido en parte con los años. Lo cierto es que la Fuente Vieja sigue ofreciendo un chorro constante de agua, ahora no se destina para el uso de los vecinos de la Barriada de las Colonias, como antaño ocurriera, pero sí convertido en un lugar de esparcimiento a las faldas del cabezo.

Es algo más que un chorro de agua, es el que hizo posible la vida en esta zona humilde de El Conquero. Donde las casas se apiñarán unas a otra, sin espacio para utilizar la tierra de labranza. Así que solo era para vivir, bueno mal vivir, en unas cazas de chapas.

Lo que sin duda llama la atención son los viñedos que aun se puede ver en la colección de postales de los años cincuenta de ediciones Arriba.

Hoy la belleza de El Conquero de siempre se une con la mirada cultural. Lo mismo que en el primer tramo, aquí arriba hay que nombrar a los dos institutos, el llamado Alto Conquero para Enseñanzas Medias y, más adelante, el de Formación Profesional, que lleva el nombre de Pedro Gómez. Así como el Colegio Mayor San Pablo, siempre cercano a los universitarios de Huelva.

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