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‘El Mejicano’: de atracador de ultramar a decapitador de Halloween en Huelva

  • El asesino confeso de Cándido Romero asegura que perteneció al cártel de Sinaloa y que ha “cortado muchas cabezas en su vida”

  • En México pasó diez años en prisión, en España nunca había pisado una

‘El Mejicano’: de atracador de ultramar a decapitador de Halloween en Huelva.

‘El Mejicano’: de atracador de ultramar a decapitador de Halloween en Huelva. / Daniel Rosell (Huelva)

Se le conoce hoy con el sobrenombre de El Mejicano, pero es, como se dice en la milenaria Onuba, más de Huelva que un choco. M.J.N.B. nació en la capital en 1963 (57 años) y se crió en la barriada del Obispo, en una de las viviendas municipales de Rodrigo de Jerez.

Miembro de una familia numerosa, era habitual verlo trastear por las callejuelas que serpentean entre la avenida de Pío XII y la plaza Houston. A apenas unos metros de su casa, en el número 3 de la calle Teniente de Navío José Estrada Cepeda, vivía Cándido Romero, hoy víctima del asesinato y la decapitación que se atribuye indiciariamente al ya popularmente conocido como el decapitador de Halloween. Cándido era un año menor que su presunto verdugo. "Jugaban juntos en la calle", cuenta su familia.

A mediados de los 90, M.J.B.N. decidió abandonar Huelva para instalarse en México "a ganarse la vida", como él mismo confesó a los investigadores. Entonces tenía 31 años y en Huelva atesoraba una ristra de antecedentes de poca monta. Pero nunca había entrado en prisión.

En el país azteca, donde estuvo hasta finales de 2019, se torció su rumbo. Él mismo ha contado un sinfín de batallitas delictivas, incluida la de que ha pertenecido al cártel de Sinaloa y que "ha cortado muchas cabezas en su vida". Esto último debe ser cierto, porque los expertos han llegado a calificar la sección de la cabeza de su víctima como "profesional", de "mucha calidad".

M.J.N.B. era conocido por aquellas latitudes como El Español. En febrero de 2009 el diario 20 minutos se hacía eco de una información recogida por la web elporvenir.com, en la que se detallaba que la Policía mejicana había detenido unos días antes a los cuatro miembros de una peligrosa banda de atracadores que tenía atemorizados a los comerciantes de Monterrey, al nordeste del país.

Llegada al Palacio de Justicia de 'El Mejicano', el martes en Huelva. Llegada al Palacio de Justicia de 'El Mejicano', el martes en Huelva.

Llegada al Palacio de Justicia de 'El Mejicano', el martes en Huelva. / Josué Correa (Huelva)

Uno de ellos, concretamente el cabecilla, era el onubense. Llevaba 15 años residiendo en "la colonia Hacienda Los Ángeles de San Nicolás", en el mismo municipio.

A los delincuentes se les atribuían como mínimo 15 atracos a tiendas del centro de la ciudad mejicana. En solo un día, la violenta banda llegó "a perpetrar con éxito hasta cuatro robos, concretamente el pasado 16 de febrero" de 2009. A día de hoy, él se imputa otros asaltos a bancos de los que asegura haberse llevado millones de dólares.

En aquellos atracos de Monterrey, El Español y los suyos no dudaban en usar la violencia. Es precisamente esta una de las características de la personalidad del decapitador de Halloween, la agresividad impulsiva. A Cándido Romero, sin ir más lejos, lo mató a traición porque consideró que “se había pasado, que le había faltado al respeto a un familiar suyo”, como ha venido repitiendo en los últimos días en la prisión de Huelva.

El periplo delictivo mejicano del onubense llegó a su fin en la jornada del 17 de febrero de 2009, cuando fue arrestado frente a su domicilio. Un día antes, agentes de la Agencia Estatal de Investigaciones de México les habían echado el guante a sus tres compinches. "Fueron cayendo en contradicciones hasta que acabaron por confesar los atracos cometidos", reza en la publicación de entonces. La Policía registró el coche y encontró un arma en su interior.

Cándido Romero, la víctima del decapitador de Halloween. Cándido Romero, la víctima del decapitador de Halloween.

Cándido Romero, la víctima del decapitador de Halloween. / M.G. (Huelva)

Estos hechos llevaron a M.J.N.B. a cumplir condena de diez años en una prisión mejicana, de la que no salió hasta finales de 2019. Según cuenta él, allí sufrió torturas. Puso rumbo a España porque temía que el cártel quisiera rendirle cuentas.

Lo que sí es un hecho es que el pasado martes por la tarde El Mejicano ingresaba por primera vez una penitenciaría patria. En el penal de La Ribera tiene a un hermano y una hermana cumpliendo condena.

Regresó a Huelva hace unos ocho meses y volvió a instalarse en la casa familiar de la calle Rodrigo de Jerez, donde vivía con dos sobrinas. Cándido Romero estaba viviendo solo en el piso que había sido de sus padres. De nuevo ambos estaban separados por solo unos metros, como en la infancia.

No eran amigos, pero sí conocidos, y parece que gustaban de compartir ratos de charla entre cervezas y porros de marihuana. La familia de la víctima ha podido saber que El Mejicano había agredido en varias ocasiones a Cándido –en la vía pública y sin achararse– en las últimas semanas. "Nos hemos enterado de que pegó a mi tío hace un mes y de que iba dándole collejas por la calle", cuenta la sobrina del asesinado, Elisabeth Arcángel.

El crimen de Halloween se produjo el día anterior, el viernes 30. Víctima y verdugo compartían bebidas mientras fumaban, hasta que Cándido dijo algo que el otro consideró ofensivo. No dudó un instante. Lo sorprendió en la cocina, por la espalda. El Mejicano echó mano a un tubo de hierro y le asestó un único golpe mortal en la parte central de la cabeza. Cayó de bruces, "fulminado".

M.J.N.B. decidió poner en práctica una de sus macabras dotes aprendidas en ultramar: decapitar a "su amigo", como él lo sigue considerando. Un cuchillo convencional de cocina le bastó para mutilar el cadáver. Ejecutó una acción que a cualquiera le podría llevar horas en solo unos minutos.

Lo siguiente pone el vello de punta: se pasó la noche hablando con la cabeza de Cándido, tomándose unas cervezas con él, como ha confesado.

Un cuchillo convencional de cocina le bastó para mutilar el cadáver. Ejecutó la acción en solo unos minutos

Cuando finalizó la velada de juerga macabra, se decidió a "sacar a pasear la cabeza, como se hace en México entre los cárteles, para exhibir su trofeo" al respetable. Si se cruzaba con alguien, lo paraba para mostrarle el botín. "¡Mira lo que tengo!", les indicaba. Hasta que dos chicos se percataron de que no era una broma de Halloween y alertaron a las autoridades. Al verse perseguido, el decapitador decidió deshacerse de su ganancia lanzándola a un contenedor de basura de la avenida de Pío XII.

Cuando la Policía fue a por él, lo encontró en su casa. Llegó a preguntarles que si "eran ninjas que venían de México a por él", enviados por el cártel. Más adelante, tras largas horas de conversación en comisaría, les anunció que los invitará a unas copas cuando salga de prisión.

M.J.N.B., quien al ser preguntado por su profesión responde que es "culturista", pasa las horas en una celda de observación especial de Enfermería. Los que han hablado con él mantienen que su relato es ordenado. Si padece o no una enfermedad mental, lo determinarán los forenses.

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