Gente Inteligente

Conductas que dejan en evidencia la falta de inteligencia emocional

Un hombre descolgando el teléfono.

Un hombre descolgando el teléfono. / M. G.

Pueden parecer menores, pero no lo son. Hay ciertas conductas que creemos sutiles o insignificantes pero que en realidad revelan la falta de inteligencia emocional de quienes las exhiben. Por eso, hoy me gustaría identificar contigo conductas muy concretas que suelen ver más las personas con las que tratamos que nosotras o nosotros mismos, y que afectan muy negativamente a la imagen que proyectamos.

Yo te cuento algunas de ellas enseguida, pero antes déjame recordarte que justo las conductas es lo único que se ve de nosotros o nosotras, y que hablan de cómo somos mucho más alto de lo que pudiera parecer.

Y como el primer paso para cambiar lo que no nos gusta es identificarlo, te invito a recorrer el siguiente listado con un sano enfoque de autocrítica. Porque supongo que estarás de acuerdo conmigo en que es mejor saberlo porque me observo y no porque me llaman la atención.

Conductas que te pueden dejar en evidencia

Interrumpir constantemente. Mal, y molesto. No permitir que las demás personas terminen sus pensamientos o frases demuestra no solo falta de respeto, sino también un interés bastante limitado por las opiniones ajenas.

Monopolizar las conversaciones. También mal, y más molesto aún. Hablar excesivamente de ti o de lo tuyo, sin dar espacio para que otras personas compartan sus experiencias o puntos de vista es egoísta y poco productivo para hacer amistades.

Si te ves en alguna de estas dos primeras un poco, o un mucho, te sugiero que practiques la paciencia y el respeto activo. Espera tu turno para hablar, por ejemplo, o espera unos minutos antes de dar tu opinión. Pero, sobre todo, muestra interés genuino en las conversaciones valorando las contribuciones ajenas con comentarios de valor sobre ellas. Para eso, hay que escuchar.

Mostrar falta de consideración por el tiempo de las demás personas. Dicho de otra forma: llegar tarde de manera crónica o incumplir con las fechas de entrega o compromisos. Aquí pasa algo muy dañino, porque puede que no te lo digan, pero la gente se acuerda, y deja de confiar en que llegues a tiempo o que cumplas compromisos. Dejan de confiar en ti. Si sabes que vas a llegar tarde… ¡avisa!

Uso excesivo del sarcasmo o el humor a expensas de otras personas. Tampoco habla bien de ti esta conducta. Hacer ‘bromas’ que pueden ser hirientes o despectivas bajo la fachada del humor es, a la larga, contraproducente para quien lo hace. Mejor usa el humor con inteligencia, que se llama ironía, y con sensibilidad, con ánimo de fomentar el ambiente positivo y no sólo la risa a través de la burla.

Desvalorizar las contribuciones ajena. Ojo con esta, porque además de ponerte en evidencia, habla de tu propia autoestima. Restar importancia o ignorar el trabajo y esfuerzos de colegas y compañeros o compañeras, puede indicar sensaciones internas de inferioridad. Un simple agradecimiento o un reconocimiento sincero fortalece las relaciones y promueve un ambiente de apoyo mutuo.

Evitar el contacto visual o mostrar lenguaje corporal desinteresado. ¡Ay, todo lo que habla el cuerpo! Si no cuidas tus posturas, puedes lanzar mensajes descontrolados que digan lo que no quieres. Inclinarte hacia atrás demasiado, dar golpecitos con las piernas o los dedos de la mano, tener la mirada perdida… ¿qué crees que significa? Mejor mantén la mirada y adopta un lenguaje corporal abierto y sereno. Y asiente de vez en cuando, para demostrar que prestas atención.

Te sugiero reflexionar sobre estas conductas, observarte por si tienes algún comportamiento automatizado que no te gusta, y prestarle atención un tiempo a tu intención de hacerlo de otra manera emocionalmente más inteligente: con empatía y mucha habilidad social. El hábito hará por ti el resto del trabajo.

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