Colegio San José

Tenía el Colegio San José, cuyo nombre tomó de la calle donde se ubicaba, un encanto acogedor que aislaba un tanto del tumulto mundano e invitaba a la enseñanza a maestros y alumnos.

Este centro educativo, obra del insigne arquitecto Trinidad Gallego, comenzó sus latidos en el año 1904 y, hasta su derribo en 1963, el tiempo desfiló más allá de sus muros sin dañar su belleza uniforme que podemos observar en el dibujo de Bacedoni.

Las fachadas de ladrillo amarillo a cara vista, la sucesión de sus ventanales, coronados por líneas rectas o arcos de medio punto a placer, su airosa puerta principal, su remate almenado la enseña nacional ondeando por el suave soplo de Eolo, debió inspirar a los espíritus sensibles que pasaran por sus inmediaciones ese místico sosiego que la cercanía de los templos antiguos comunica al alma ávida de paz y de ternura.

En este colegio, niños de toda condición y de opuestas lejanías de la ciudad encontraron, a lo largo de casi sesenta años, el deleite intelectual de la enseñanza impartida por excelentes profesores. En su último tramo histórico fue utilizado para albergar a varias familias cuyas casas fueron dañadas por una crecida del mansurrón Odiel.