Carta al cura Paco Girón
Hoy se conmemora que hace cinco años falleció el sacerdote Francisco Girón y se espera se abra su proceso de beatificación.
QUERIDO Paco: acaban de decirme que mañana (por hoy) se celebra la misa de tu quinto aniversario. Y he saltado como un resorte, diciendo: ¡No! No es posible que hayan pasado cinco años. Cuando, incluso, el día 31 llamaron al telefonillo de la puerta y, por un instante, pensamos que eras tú, como en otros años.
En la cena, por tanto, no estabas físicamente, pero sí estuviste en espíritu, porque mi hija María, y ahijada tuya, se acordó de ti en más de una ocasión, y lamentaba tu ausencia diciendo: "Al tío Paco le encantaría estar aquí, esta noche, y conocer a la niña". Es decir, a su hija de dos meses. Un sentimiento compartido por mi mujer, Carmen, a quien tú querías profundamente.
Han pasado cinco años de tu marcha a la casa del Padre, y a mí me parece que fue ayer. El tiempo vuela. Tengo la percepción de que no vivimos la vida, sino que la vemos pasar delante de nosotros, a toda velocidad. ¿Y por ahí?
Paco, recuerdo los años 80. Cuando te marcaste el reto de construir un bloque de viviendas sociales en la barriada de Fuentepiña para familias sin recursos económicos, y lo lograste gracias al apoyo de un grupo de personas responsables y comprometidas socialmente, como el arquitecto Paco de la Corte, Diego Morón, Luis Manzano, Juan Nicolás, Héctor Pallarés y otros.
Tampoco se me puede olvidar otro de tus proyectos estrella, con el que tú estabas muy contento. Me refiero al Centro de Formación Agua Viva, para ayudar a los chavales del barrio con más dificultades de inserción sociolaboral. El Centro sigue funcionando, gracias al tesón y a la entrega de los mismos que te acompañaron en su nacimiento, aunque algunos, como Sebas, ya está contigo. Por cierto, tu amiga Mari González acaba de recibir el Premio al Onubensismo y, en sus palabras de agradecimiento, te citó como una de las personas más importantes en su vida.
¿Recuerdas, Paco, las reuniones en la Casa de Ejercicios para planear la construcción de Valdocco? Este proyecto se debe en gran parte a ti. ¿Te acuerdas de la implicación de tanta gente en la venta del pequeño ladrillo para financiar el edificio? ¿Y tu nueva parroquia? Cuántas horas y trabajo te costó. Ahora mismo, Paco, te estoy viendo subir las escaleras del Ayuntamiento, acompañado por tu inseparable Esteban Gil, buscando a Curro Moro para pedirle que no tardaran en Urbanismo en conceder la licencia de obra de la parroquia de San Pablo. Los técnicos la concedieron rápidamente y, después, el constructor también se dio prisa, y pudiste inaugurar la iglesia en la fecha que te habías propuesto, presidida por la imagen del Resucitado, obra del escultor Alberto Franco.
La inauguración de la nueva parroquia fue, sin duda, uno de los días más felices de tu vida. ¿Verdad, Paco? Recuerdo que no sabías cómo agradecerle a tu comunidad de San Pablo el compromiso colectivo, social, moral y económico de personas como Juan García, Julio Martín Pedrós, Esteban Gil, Toni, Rosario, María Jesús...
¿Y de los Cursillos de Cristiandad, qué puedo decirte? Tus rollos de sacramentos están enmarcados. ¿Y tus palabras en las clausuras? Inolvidables. Tú no eras sólo el consiliario de Cursillos, sino nuestro líder espiritual.
Ahora me vienen a la memoria mis experiencias vividas contigo, junto a los enfermos. Por ejemplo, la noche en la que, a las dos de la mañana, fuimos a ver a tu amigo Domínguez, que tenía un cáncer de pulmón. ¿Te acuerdas de lo mal que lo pasamos, viendo cómo se asfixiaba, y cómo las enfermeras no encontraban una 'bala' de oxígeno? O aquella mañana viendo y abrazando a José Manuel, un niño de nueve años, hijo de un trabajador del Ayuntamiento, con una leucemia incurable, de la que murió unos días después de la visita.
Como ves, Paco, tengo muy dentro de mí lo que vivimos juntos. Y tampoco se me han olvidado tus mensajes y tus palabras. Por ejemplo, cuando me decías: "Perico, se puede tener poco tiempo libre, por estar muy ocupado, pero nunca se puede tener prisa. Y, menos todavía, prisas en el corazón...". Si supieras, amigo, lo grabadas que tengo estas palabras en mi interior, y las veces que quiero llevarlas a la práctica diaria, reconociendo que, como humano, puedo fallar.
¿Y la letra del fandango de Toronjo, que tanto me repetías? "Aliciente, ponle a la vida aliciente, que un hombre no vale ná, si no lleva en la mente algo grande pa luchar". Tú sabes, cura, que el cante flamenco fue inventado para poder quejarse con belleza, y en las letras del flamenco están las madres, las cárceles, las ingratitudes, los celos, y el amor, y el amor, y el amor. El amor que tú llevabas en el mismísimo centro de tu corazón.
Y lo mismo que te cautivaba la letra de Paco Toronjo, te fascinaba la historia de la boda de Caná. En la que como faltaba vino, María le dice a su hijo: "No tienen vino". Paco, en el sitio privilegiado donde te encuentras, podrías cambiar el sentido de la frase y decirle al Padre: "En Huelva, hay quienes no tienen trabajo, no tienen viviendas, no tienen comida y, como consecuencia de ello, no tienen esperanza". Y estoy seguro de que te escucharían, y, a la vez, nos iluminarían y ayudarían a los responsables de la recuperación de la crisis, del crecimiento económico y la creación de empleo.
Paco Girón, don Francisco, mi cura, mi amigo, he sido feliz hablando contigo a través de esta carta. Con lo que cuesta escribirla, en la era de las frases cortas de los whatsApp y de twitter. Providencialmente, cuando estoy llegando al final, descubro en una de las tablas de mi librería dos fotos. En una de ellas, estamos los dos, en Higuera; y, en la otra, estoy con el Litri. Por cierto, Paco, qué buen amigo tuyo era Miguel, ¿verdad? También su hijo, y Pedro Macías. Y cuánto te ayudaban, los tres, a organizar el Festival Taurino de Higuera de la Sierra y, con él, la Cabalgata de Reyes, de tu pueblo del alma.
Tengo que despedirme necesariamente, Paco, ahora que estaba tan a gusto. Podría seguir contigo hasta la eternidad. Pero, el periódico me limita el artículo a 1.200 palabras, ni una más ni una menos. Como ves, la prensa manda mucho: continúa siendo el cuarto poder.
De todas formas, esta noche seguiremos juntos en tu parroquia de San Pablo. Y ya que no pudimos brindar con el cava del fin de año, lo haremos en la misa. Brindaremos con el vino, que representa la sangre del que tienes a tu lado. Y, si te parece, dale a leer esta carta. No me importa. Y dile que el obispo de Huelva va a iniciar los trámites para tu beatificación, que espero que sea pronto, para que nos estés esperando en la primera fila de barrera del cielo. Finalmente, para ti, y para los amigos comunes que disfrutan contigo de las marismas del cielo, mi afecto, mi cariño, y un abrazo muy fuerte para todos.
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