Blanqui-Azul destaca la labor del periodista que trabaja intensamente con amor y honestidad

Crónicas de otra Huelva

La despedida profesional de Félix Lorenzo al frente del diario “El Sol” inspira este artículo del periodista onubense José Ponce Bernal

Ponce animó a los onubenses a convertirse en entusiastas campeones en defensa de su ciudad

Rotativa.
Rotativa. / Espínola
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

17 de junio 2024 - 07:00

La Introducción

El Reencuentro con el Periodismo

Morbosa y Adorada Profesión

Ponce Bernal instruía a los lectores sobre la vida y la obra de periodistas y escritores a los que admiraba, tanto del momento que le tocó vivir como de otros tiempos. Demostraba conocerlos sobradamente, bien por declararse seguidor de sus trabajos o por haberse documentado para escribir. Vimos recientemente cómo admiraba a Luis Araquistáin, en los artículos dedicados desde El Sol al pedagogo Luis Bello.

En uno de los primeros textos que reprodujimos en esta serie, titulado Nosotros los periodistas, defendió la profesión con figuras que honraban el periodismo español de todos los tiempos: Julio Burrell, Bécquer, Alfredo Calderón, Mariano de Cavia, Miguel Moya, Eusebio Blasco… Los llamó “cinceladores de la pluma”.

Pues bien, tras la despedida profesional de Félix Lorenzo (cuyo seudónimo era Heliófilo, amigo del sol), como director de El Sol, le dedicó el artículo que hoy presentamos, en el que cita también al caricaturista Luis Bagaría -a ojos de Antonio Elorza, “miembro especialmente lúcido” de la Generación del 14-; y al filósofo y ensayista José Ortega y Gasset. Los tres pasaron a la redacción de Crisol, el naciente rotativo que fundó Nicolás María de Urgoiti y que salió a la calle el 4 de abril de 1931. Con Félix Lorenzo al frente, se dieron cita las firmas de más relumbrón de la época. Por destacar algunas podemos citar a Fernando de los Ríos, Azorín, Rodolfo Llopis, Pérez de Ayala o Gómez de la Serna.

Blanqui-Azul pedía a sus lectores que estuvieran atentos a los editoriales, que se fijasen en las firmas con seudónimo porque ahí descubrirían el fruto del trabajo del “verdadero periodista, del que trabaja con amor y del que nadie sabrá que ha escrito esos textos”. Aludió a los “famosos editoriales” que se habían publicado en El Sol desde el día siguiente de ocupar Félix Lorenzo su dirección, textos que “afirmaron su relevante personalidad de excelentísimo periodista. ¡Qué mentalidad más bien organizada!”, exclama en el artículo.

El periodismo ha cambiado notablemente desde esas “Charlas al sol” del genial Heliófilo. Quienes ahora practicamos la profesión sentimos el mismo amor por ella que quienes nos precedieron, estamos tocados por su “virus embriagador”. Hoy me reencuentro con el periodismo de calle, del que he estado separada 27 años por mi ocupación en gabinetes de prensa, desde donde también se hace periodismo, qué duda cabe, aunque de manera diferente. La fortuna ha querido que vuelva para practicar géneros que casi nunca he tenido la ocasión de enfrentar. Espero estar a la altura y solo deseo contribuir al engrandecimiento de esta “morbosa y adorada” profesión nuestra que, en ocasiones y en boca de mi abuelo, “tantos sinsabores trae”. Pero que es tan hermosa, apasionada y comprometida.

El comentarista ha leído con profunda emoción la despedida profesional que en El Sol de ayer hace el ilustre director de dicho rotativo madrileño Félix Lorenzo.

Don Félix, como Bagaría, Ortega y Gasset y demás queridos compañeros que cesan en la redacción de El Sol, son casos merecedores de alabanzas, de elogios, que queremos hacer resaltar hoy, aunque suene mal a los que siempre están prontos a hipotecar sus pensamientos por el clásico plato de lentejas. El comentarista los tiene que exteriorizar en el momento en que esos admirados compañeros abandonan la profesión por el imperativo de un alto sentimiento de dignidad profesional.

Para el lector que únicamente busca en las columnas de los periódicos la firma de relumbrón, la sección de autor conocido aún cuando el anónimo lo encubra, pocas veces tiene aprecio, pocas veces llega a conocer el valor puro de los que llenaron centenares de cuartillas que ocupan aquellas otras columnas sobre las cuales pasa la vista distraído. Quien las escribió no le interesan. A veces se piensa que son de generación espontánea, y sin embargo, aquello es fruto del trabajo del verdadero periodista. Del que trabaja con amor, intensamente y del que nadie sabrá que lo escribió.

Félix Lorenzo se va ahora de esta morbosa y adorada profesión del periodismo. Al día siguiente de encargarse de la dirección de El Sol aparecieron esos famosos editoriales suyos que afirmaron su relevante personalidad de excelentísimo periodista. ¡Qué mente más bien organizada!

Sin embargo de la despedida, sin embargo de su forzoso y digno apartamiento, no damos el adiós a “Heliófilo”. Su alejamiento de la labor diaria será circunstancial. Pasado un tiempo, cuando “las circunstancias” cambien (que será muy pronto) el maestro volverá a dar sus cuartillas al periódico, sus sabrosísimas “Charlas al Sol” porque lleva inoculado el virus embriagador del periodismo, porque el periodismo necesita de gente digna, culta, animosa, buen escritor como él.

Querido “Heliófilo”: Este humilde gacetillero provinciano, que sueña con Madrid cuya alta meseta periodística teme no poder escalar nunca, te envía en estas líneas un fuerte abrazo, y la expresión del deseo de que puedas volver pronto a compartir los sinsabores y alegrías de este oficio nuestro.

BLANQUI-AZUL

Diario de Huelva, 27-03-1931

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