Bernardo Montoya insiste en acusar a su expareja de la muerte de Laura Luelmo
Josefa G. C. presentó en mayo de 2019 ante la juez de Valverde una coartada para el día del crimen cuando se encontraba en Jerez
Huelva/Lo malo de descubrir tu juego demasiado deprisa, es que el rival conoce tus cartas. La máxima del póker rige también para otros aspectos de la vida, incluida la partida que supone entre las partes un proceso judicial. La defensa de Bernardo Montoya, único acusado por el secuestro, la violación y el asesinato de la joven profesora Laura Luelmo ocurrido en diciembre de hace tres años, se aferró a la última de las tres versiones que ofreció Bernardo desde que fuera detenido y acusó a la que era su expareja, Josefa Carmina G. C. de ser la autora material de la muerte de la profesora. Habrá que recordar, tal y como adelantó Huelva Información el 21 de mayo de 2019 la acusada por Bernardo presentó ante la jueza de Valverde la documentación que probaba que el día en el que se cometieron los hechos se encontraba en un centro de desintoxicación en Jerez, por lo que fue puesta en libertad sin cargos.
Por comenzar de manera cronológica, eran las 9:45 de ayer, cuando el acusado por el crimen de Laura Luelmo, salía del furgón policial que le trasladó desde la prisión de La Ribera para su asistencia al juicio. Apenas cinco personas ajenas al despliegue de medios que se vivía desde primera hora de la mañana en los alrededores de la Audiencia Provincial, le lanzaron gritos de “asesino” , “criminal” y “basura”. No fueron más allá. Chándal, zapatillas deportivas y el pelo más corto y la barba más arreglada de lo que se conocía de su imagen anterior, era el atuendo elegido por el acusado para encarar el proceso judicial.
Éste iba a comenzar, apenas una hora después, con la elección de los miembros del tribunal popular, al menos en teoría uno de los hitos más complejos de todo el proceso judicial. No fue para tanto y en algo más de una hora, quedaban elegidos los nueve componentes del jurado que debería decidir sobre el futuro inmediato de Bernardo Montoya.
El teoría, su trabajo como tal, además de asistir a las sesiones y a estar pendientes de todas las pruebas que se les presentaran, así como escuchar todos los testimonios, no comenzaría de manera efectiva hasta el viernes. En ese momento se les haría entrega del objeto del veredicto, una serie de preguntas que deberían contestar y, aún más importante, argumentar con las pruebas exhibidas ante ellos durante el transcurso de las sesiones.
No obstante su protagonismo comenzó antes de tiempo, ya que fueron requeridos por el magistrado que preside la causa, Florentino Ruiz Yamuza, para que nombraran un portavoz y decidieran sobre una cuestión previa, la de celebrar el juicio a puerta cerrada, una petición a la que se adhirieron las dos acusaciones (la de la familia y la de la Junta de Andalucía), la Fiscalía y la defensa. Así lo acordaron y, mediante un auto que será comunicado previsiblemente a lo largo del día de hoy, desde ese momento, todo lo que ocurre en la sala queda a expensas de lo que deseen manifestar cada una de las partes.
Una de ellas, la representada por el abogado de la defensa, Miguel Rivera, fue el único que ofreció explicaciones sobre lo ocurrido en la sala. Según el letrado Bernardo, “en absoluto se había declarado culpable del asesinato”, sino que se remontó a la tercera de las versiones que esgrimió desde que fuera detenido y que mantiene desde el 4 de abril de 2019, cuando desde la prisión de Morón a la que fue trasladado por motivos de seguridad, sacó a relucir el nombre de su expareja, Josefa Carmina G. C. como autora material del crimen.
La ahora señalada tuvo que declarar ante la juez de Valverde que llevaba la instrucción del caso después de que ésta dictara un auto en el que ordenaba su detención por no presentarse cuando fue requerida. Lo hizo en mayo de hace dos años. Según el testimonio expresado por ella misma a la salida de los juzgados, Josefa indicó que “no estaba en la localidad de El Campillo el día que se cometieron los hechos, sino en el Centro de Atención al Drogodependiente de Jerez, haciéndome analíticas y comiendo en un comedor social”. Según las declaraciones recogidas por Huelva Información, Josefa llegó a aportar documentación que respaldaba su declaración. “Mira, como hay dios que es verdad, que puedo explicar todas mis cosas, así que Bernardo lo tiene claro. Más vale que se muera solo ahí en la o que lo maten en la cárcel mejor, que le hagan lo que le ha hecho a Laura allí en la cárcel”.
Poco después, en concreto el 5 de febrero del año pasado, la titular del Juzgado de Instrucción número uno de Valverde, denegaba a la defensa de Bernardo la realización de una diligencia de entrada y registro en su domicilio de El Campillo, para requisar y analizar un tazón en el que sostiene que la acusada tomó café el día de los hechos. Se trataba de demostrar que Josefa sí estaba ese día en el domicilio, cuando Laura Luelmo fue asesinada. También se pidió la incautación de un mechero que, igualmente, tendría rastros de Josefa aunque dicho objeto debería estar entre aquellos que le fueron intervenidos a Bernardo cuando entró en prisión y, por lo tanto, la cadena de custodia no se habría roto como en el primer caso.
Según la declaración de Bernardo ante la juez de Valverde reconocida por su abogado y adelantada por Huelva Información el pasado 6 de febrero, la joven se acercó a su casa de El Campillo a preguntarle por un supermercado y que él le ofreció indicaciones. Cuando la joven regresó con una bolsa, “le preguntó si lo había encontrado; en ese momento Josefa sale de la casa, recriminándole por qué está hablando con esa chica”. Al salir nuevamente de su domicilio se encontraron a ambas discutiendo, momento en el que “Josefa le propina un golpe en la cara con un palo de escoba, provocando la caída de Laura al suelo y un abundante sangrado en su cara”.
La víctima empezó a gritar y pedir auxilio. Bernardo dado que había salido de prisión y “que no quería más líos, por lo que agarra a Laura para trasladarla a un dormitorio, procede a maniatarla por la espalda y en ese momento se presenta Josefa con un martillo que Bernardo guardaba en una caja de herramientas, propinándole a Laura un golpe en la cabeza”. Laura en ese momento aún se encuentra viva, momento en el cual se aproxima Josefa, propinándole dos nuevos martillazos que, dejando un reguero de sangre en la pared, acaban con su vida”. Ambos discutieron qué hacer con el cuerpo y decidieron dejarlo en el campo. “Josefa permanece en el coche, encargándose en solitario Bernardo de sacar el cuerpo del maletero, ocultándolo entre la maleza”.
A pesar del “apagón informativo” sobre lo que acontece en la sala, la vista continúa. Además del acusado, por la mañana declararon cuatro testigos. En la sesión vespertina, se produjo la declaración de otros nueve y para el día de mañana está previsto escuchar a otros veinte, al menos según la planificación previa del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.
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