Juicio por el asesinato de Laura Luelmo

Bernardo Montoya se enfrenta a la petición de tres condenas de prisión permanente

  • La Fiscalía y las dos acusaciones de la Junta y los familiares de la joven profesora coinciden en sus respectivas calificaciones de los hechos

  • Las vistas comenzarán dentro de una semana en la Audiencia Provincial de Huelva

Bernardo Montoya sa su entrada en los juzgados de Valverde tras ser detenido.

Bernardo Montoya sa su entrada en los juzgados de Valverde tras ser detenido. / Alberto Domínguez (Valverde del Camino)

Sin duda será uno de los juicios que marcará la historia negra de la provincia de Huelva. Sería necesario remontarse hace más de una década, cuando el mismo edificio en el que se celebrará el proceso judicial contra Bernardo Montoya, vivía escenas dramáticas con la condena a Santiago del Valle por el asesinato de la niña Mari Luz Cortés, desaparecida el 13 de enero de 2008 cuando salía a comprar golosinas y cuyo cadáver fue encontrado 54 días después en la ría de Huelva. En aquella fecha, la condena fue de 22 años de cárcel.

Ahora, Bernardo Montoya se enfrenta a no volver a pisar la calle. La Fiscalía y las dos acusaciones tanto la particular ejercida por la familia, como la representada por la Junta de Andalucía, piden para él la prisión permanente revisable. Durante los próximos días, los miembros de un jurado popular deberán escuchar los testimonios de unos hechos que en los últimos días del año 2018 conmocionaron no sólo a una localidad, sino a todo un país.

En un principio los hechos parecen claros: una joven de 26 años, recién llegada a la provincia para comenzar su carrera profesional desaparece sin dejar rastro de su vivienda situada en la localidad de El Campillo, donde había alquilado una casa próxima al instituto de Nerva donde empezaba a dar clases de dibujo en el Instituto de Educación Secundaria Vázquez Díaz de Nerva.

Especialistas de la Guardia Civil recogen muestras en la casa de Bernardo Montoya. Especialistas de la Guardia Civil recogen muestras en la casa de Bernardo Montoya.

Especialistas de la Guardia Civil recogen muestras en la casa de Bernardo Montoya. / Alberto Domínguez (El Campillo)

Los días de intensa búsqueda por los alrededores trajeron escenas trágicamente conocidas en otros lugares, con distintas caras y con la misma angustia. El 17 de diciembre de aquel año, un voluntario que participaba en el dispositivo encontraba en una zona del paraje de Las Mimbreras el cuerpo de Laura, semioculto en una zona de terraplén y matorrales.

La detención de Bernardo no se hizo esperar. Sobre él se centraron todas las investigaciones que lo situaban como la mano que se encontraba detrás de los hechos. Su historial delictivo, con crímenes a sus espaldas, habló más alto que él. Al día siguiente era detenido y tres días después comparecía ante la juez de Valverde del Camino que se ocupaba de la instrucción de los hechos. Al salir de las dependencias judiciales, rumbo a la prisión de La Ribera, esposado y custodiado por agentes de la Guardia Civil, Bernardo miró a las cámaras de televisión y pidió perdón por lo que había hecho a los familiares de Laura.

Los hechos no parecían que daban más de sí, aunque desde entonces el acusado ha cambiado de versión, al menos en tres ocasiones, en lo que se interpreta como un intento de hacer creer que sufre una personalidad inestable. Primero sostuvo que fue la joven la que se golpeó en la cabeza; después que intentó paliar su sufrimiento después de agredirla en el transcurso de una discusión y ya mientras estaba en prisión apuntó directamente a Josefa, una mujer con la que mantuvo una relación sentimental, como la autora material de la muerte. También ha declarado ante la juez que sufre trastornos que impedirían ser el autor de la agresión sexual que también se le imputa.

Agentes de la Guardia Civil en el lugar donde apareció el cuerpo de la joven. Agentes de la Guardia Civil en el lugar donde apareció el cuerpo de la joven.

Agentes de la Guardia Civil en el lugar donde apareció el cuerpo de la joven. / H. I. (El Campillo)

Además, durante la instrucción del caso, según adelantó Huelva Información, la grabación con su primer declaración en la que confesaba ser el autor del crimen, se perdió por motivos técnicos, algo que motivó que el abogado que se hizo cargo de su defensa solicitara su puesta en libertad ya que a su juicio, la legislación vigente no permite que una transcripción escrita pueda ser utilizada como prueba.

La elección de los integrantes del jurado, será la primera gran prueba de este juicio. De su cuidadosa elección puede determinar tanto la evolución de las sesiones en la Audiencia Provincial de Huelva, como el propio veredicto al que lleguen. Hay que recordar que deben ser legos en derecho y no estar influidos de manera previa por lo que hayan leído o escuchado acerca de los hechos, algo que parece más que complicado, además de no tener ideas preconcebidas sobre el acusado. Pruebas, testimonios y lecturas de aquellos aspectos que tratarán de esclarecer a sus ojos lo que ocurrió en aquellos días en la localidad de El Campillo. Cualquier previsión sobre lo que ocurrirá en la sala, es una aventura. Serán cinco días más que intensos, una semana en la que lo único claro es que buena parte de la conciencia de Huelva y de todo el país, estará presente en lo que se diga y se vea en esa sala.

La investigación de la Guardia Civil será una de las claves en las que se centrarán las pruebas que parecen existir contra el acusado. El día después de Navidad de aquel año, el coronel jefe de la Guardia Civil de Huelva, Ezequiel Romero, comparecía ante los medios de comunicación para explicar los detalles que llevaron a la detención de Bernardo. Lo extraño del caso es que lo hizo en Madrid, no en la capital onubense debido a la expectación levantada por el caso.

Ezequiel Romero en su comparecencia en Madrid par explicar los detalles del caso. Ezequiel Romero en su comparecencia en Madrid par explicar los detalles del caso.

Ezequiel Romero en su comparecencia en Madrid par explicar los detalles del caso. / H. I. (Madrid)

Desde un primer momento y al lado del teniente coronel Jesús García Fustel, de la Unidad Central Operativa de la Benemérita, responsable de las investigaciones que se llevaron a cabo alrededor de las pistas que se siguieron en aquellos días en la provincia de Huelva, manejaron la misma hipótesis en las que centraron sus pesquisas desde el primer momento. Bernardo abordó a Laura en la puerta de su casa, cuando esta regresaba del supermercado de hacer unas compras, forcejeó con ella, le causó la muerte y se deshizo del cadáver en el lugar donde fue encontrada. La Guardia Civil no se movió de ahí y los hechos conocidos con posterioridad, parecen apuntar en esa misma dirección.

De sus informes, de las pruebas recogidas y del testimonio de las personas que las llevaron a efecto, dependerá buena parte de la evolución de lo que ocurra a lo largo de la próxima semana en la Audiencia Provincial. Según vayan las sesiones, se verá si se entrega el objeto del veredicto a los miembros del jurado a lo largo de la misma o se esperará al lunes, algo poco probable. Será entonces cuando se decida la suerte de Bernardo Montoya; en la lista de preguntas que hay que responder y argumentar (de no hacerlo se puede anular todo el proceso y tener que repetirlo desde su inicio) estará el futuro del acusado de uno de los crímenes más mediáticos que ha vivido Huelva en toda su historia.

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