Balada triste de trompeta en el PP
El partido de González retrocede 21 años en cuota de voto Achaca el resultado al "fuerte voto ideológico" de la provincia Asegura que sus tres diputados "se dejarán la piel por Huelva"
Habían mandado sus barcos a luchar contra los elementos y el más determinante fue "el fuerte voto ideológico" de Huelva, por más que en la campaña trataran de convencer a esta provincia de corazón socialista que "esto no va de ideologías, sino de gestión".
Ganó el voto seguro del PSOE, el miedo al desamparo social, el alegato proteccionista contra "la derecha". Los partidos de nuevo cuño hicieron el resto, en una nueva acepción del populismo que ha dejado al PP en niveles de hace dos décadas. Podemos y Ciudadanos capitalizaron el desgaste por los casos de corrupción y en la coctelera hubo también efecto Rajoy, desatino de promesas de campaña y un contexto sociopolítico que se sabía a años luz de las autonómicas de 2012.
La caída fue más funesta de lo esperado. Y sin red. El partido de la gaviota pierde dos diputados para conservar tres (los que tuviera en 2004) y retroceder dos décadas en lo que atañe a cuota de voto y volumen de papeletas (un total de 62.027), que no alcanzó ni al que se registró en 1994. El PP se situó así en el extremo más pesimista de los sondeos y solo llegó a mantener cinco municipios de los 12 que le dieron su máximo histórico en las autonómicas de hace tres años.
Por mucho que en estas últimas semanas mantuvieran el tipo ante las cámaras, espantando el fantasma de las encuestas, los dirigentes del PP montaron ayer el dispositivo de la jornada electoral asumiendo que de ningún modo serían el caballo ganador, con lo que la cúpula del partido se guareció en la sede de El Punto (nada de despliegues en el Hotel Luz, como fue costumbre hasta las europeas) y fue rumiando el escrutinio entre humaredas, alguna copa rota, la evasión del fútbol y, al final, los aplausos balsámicos. Una burbuja invisible para la prensa, que esperó en la sala de la planta baja hasta que el cabeza de lista y presidente provincial, Manuel Andrés González, puso palabras al resabio: "Para nada estamos satisfechos con el resultado. Es evidente que hay que reflexionar, tomar nota de lo que ha ocurrido y encauzar el camino".
Agradeciendo el respaldo de "los más de 60.000 onubenses que han depositado su confianza en el PP y a todos los que han colaborado en esta intensa campaña", el candidato popular aseguró que los tres diputados que ha conseguido la formación por Huelva en el Parlamento -escaños que serán ocupados, además de por González, por Carmen Céspedes y Guillermo Garcia Longoria- van a seguir "dejándose la piel por la provincia y pateando todas las comarcas. Estamos convencidos -recalcó- de que hemos hecho una buena campaña, en la que hemos estado pendientes de los problemas de los ciudadanos". González se remitió al "mensaje claro" que los electores han sellado en las urnas de este 22-M para "fragmentar el Parlamento", lo que el PP recibe como una llamada al "diálogo" entre las fuerzas políticas.
Con estos resultados sobre la mesa, los populares tienen por delante una tarea de autocrítica en torno a sus apuestas programáticas ya que, por ejemplo, no han sabido atraer el voto del cabreo de los profesionales y usuarios de la sanidad. En la que había sido una de sus líneas estratégicas de campaña, González había prometido acabar con el colapso de los servicios de urgencias, frenar la fusión de los hospitales Juan Ramón Jiménez e Infanta Elena, reforzar las plantillas sanitarias y culminar la construcción de los tres hospitales comarcales.
¿Fue un desacierto tomar el caos sanitario como bandera electoral en esta campaña? "No lo creo", contestaba ayer el número uno de la candidatura a preguntas de los periodistas, esgrimiendo que "la ciudadanía nos trasladaba este problema y realmente vemos que la situación de la sanidad es precaria y que los onubenses se merecen un servicio mejor".
Otra apuesta no exenta de riesgo era la ancestral promesa de la carretera Huelva-Cádiz, una obra de afección medioambiental y alto coste de inversión que en los tiempos que corren de emergencia social podía no contar con la empatía del electorado, aunque respondiera a una histórica demanda empresarial. El PP abogó de lleno por dar prioridad a esta infraestructura, al punto de que durante la campaña, Moreno Bonilla firmó en Sanlúcar de Barrameda un compromiso por escrito de que sería la primera obra que realizaría de llegar a la Presidencia de la Junta. González defendió ayer que todavía es "prematuro" evaluar el acierto o desacierto de esta estrategia pero que la "Huelva-Cádiz es necesaria", insistió.
Otro arma de doble filo era el efecto Rajoy (podía ser una ayuda o un castigo, y no ayudó precisamente), en cierto modo un test de las políticas de La Moncloa en el electorado onubense. Los populares tiraron de la ministra Fátima Báñez en un mitin en el polideportivo de San Juan del Puerto para poner de ejemplo la gestión del Gobierno central en materia de creación de empleo. Una jugada cuyo resultado dependía de si los ciudadanos están visualizando en carne propia ese resurgir del que hablan desde Madrid. Si había ya algún atisbo de percepción de bonanza económica.
"La mejora de la economía es algo innegable, como el hecho de que el paro va disminuyendo", aseguraba ayer González, negando que estos resultados provinciales puedan interpretarse como una reprobación de las políticas del Gobierno central. "Esperamos que sigamos teniendo buenas noticias -aseveró- con el trabajo del Gobierno de España".
No fue suficiente el mensaje reiterado hasta la saciedad por el PP de que "el PSOE maltrata históricamente a Huelva" en todos los ámbitos y que, como apuntó González "en 14 años no han hecho ninguna obra en la provincia, ya que lo último que hicieron fue la autovía a Punta Umbría". Los populares, viéndoselas venir, llevaban 15 días pregonando que "el único voto útil para el cambio en Huelva y Andalucía" era al PP, porque "votar a Podemos y a Ciudadanos es tirar el voto a la basura". Un discurso que no ha frenado el batacazo en este nuevo esquema de fuerzas, semblanza de una sociedad, etimológicamente, en crisis.
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