Respons(H)abilidades

Ahora más que nunca, autocuidado emocional

  • Baja la percepción de peligro, pero sube la intensidad emocional porque la incertidumbre sigue creciendo, igual que crece la sensación de falso control

Ahora más que nunca, autocuidado emocional

Ahora más que nunca, autocuidado emocional

Afortunadamente, parece que estamos doblegando la puñetera curva de la pandemia, si me permiten la expresión. Se aleja la percepción de peligro que alimentaba hasta no hace mucho nuestras emociones, sobre todo el miedo. Así, y sobre todo en sitios donde la incidencia del virus no ha sido especialmente adversa, muchísimas personas vivimos ahora una extraña sensación de alivio y alegría mezclada con el miedo y el enfado que emanan de la creciente e incómoda incertidumbre. Los desencadenantes de nuestras experiencias emocionales van cambiando, ya no son tan primarios, pero suben en intensidad. Por eso, es fundamental atender nuestra gestión emocional y prevenir la sensación de falso control.

La vuelta a esa nueva normalidad que nos están preparando no va a ser ni rápida ni fácil. Entre otras muchas razones de peso, porque está generando más incertidumbres que certezas. Y no toleramos nada bien la incertidumbre. Es biológico. La duda y su inquietud nos hace ponernos en guardia, gracias al miedo, y nos prepara para atacar, gracias al enfado. Así que las dos emociones a las que mejor alimenta esta incertidumbre en la que vivimos, siguen siendo el enfado y el miedo, pero de otra forma.

Ojo con la normalidad

Quizás ya no pese tanto el miedo más básico a morir o ver morir a nuestros seres queridos, y por eso la intensidad emocional se la gana ahora un miedo menos primario y, sobre todo, el enfado, que nacen del millón de dudas que nos surgen: cuándo podré trabajar, cuándo podré recuperar mi negocio, cuándo podré abrazar a mis seres queridos, cuándo podré cenar con mi enorme grupo de amigos en un bar, cuándo podré ir a otras localidades… Y así, una lista infinita de grandes y pequeñas dudas que nos van surgiendo a medida que sube la sensación de normalidad.

Esa sensación de vuelta a la normalidad suele venir acompañada de la sensación de falso control, y ese podría ser nuestro talón de Aquiles en este momento.

Sólo hay que consultar las teorías de la motivación de las personas. Doblegar la curva puede hacer que pensemos que ya tenemos los recursos suficientes para superar el reto, pero todavía no es así, o llevarnos a pensar que controlamos la situación, cuando tampoco es todavía así. Recuerden esto. Porque de la habilidad para responder o “responshabilidad” individual y colectiva, va a depender que evitemos volver atrás en la gestión de la pandemia y en la propia gestión emocional, recuperando la ansiedad y la angustia de la que venimos.

Claves de autocuidado emocional

Desarrollar nuestra inteligencia emocional es una de las mejores decisiones que podemos tomar en cualquier situación, pero en ésta que estamos viviendo, muchísimo más. Es, de hecho, una decisión muy racional: atender y tomar conciencia de cómo influyen nuestras emociones en nuestras conductas y en el resultado de todo lo que hacemos.

No me cabe duda, porque lo estoy percibiendo como profesional, que la preocupación por dar a las personas recursos de autogestión emocional está creciendo, y muchas empresas e instituciones los están buscando. Justo es lo que quiero compartir aquí, apuntándolas al menos: cinco claves del autocuidado emocional.

De los más cognitivo a lo más emocional

Una primera clave es gestionar bien nuestro tiempo identificando nuestras tareas y clasificándolas como más o menos importantes y más o menos urgentes. Es un ejercicio muy cognitivo y racional. La idea es hacer primero lo que es importante y urgente, y luego agendar lo importante y resolver lo urgente sin que se nos cuele como si fuera importante. Parece un trabalenguas, y quizás lo sea, porque es muy habitual que confundamos y mezclemos los dos conceptos. Así que prestar mucha atención a diferenciarlos, es un buen comienzo.

La segunda clave también tiene que ver con nuestra parte más cognitiva. Es identificar y tomar conciencia, esta vez, de los pensamientos que nos limitan. ¿Que cómo nos limitan? Pongamos un ejemplo. Pienso que “no soy capaz de expresarme con claridad”. Eso me genera un estado de ánimo negativo, construyendo una actitud posiblemente defensiva, dubitativa, tímida… Pero tengo que hablar de lo que necesito o me preguntan, así que lo hago. Con la actitud que he construido quizás hable bajito, con la voz entrecortada y dudando. El resultado será probablemente negativo: ¡claro, si no soy capaz de expresarme con claridad! Y cada vez que el resultado de la acción confirma el pensamiento, estamos fortaleciendo el pensamiento que nos limita. Hay que debilitarlo, identificando las muchas situaciones en las que, a pesar de los nervios, no lo hice tan mal. ¿Cuáles son sus pensamientos?

La tercera clave es evitar, en nosotros y en los demás, las conductas tóxicas a las que llegamos cuando no sabemos gestionar esos pensamientos limitantes. Se trata de estar muy atentos y atentas, como mínimo, a las conductas soberbias, victimistas y agresivas, para huir de ellas, para apartarlas si podemos o dejar de reaccionar si hemos de convivir.

Cuarta clave: modulen los retos, conozcan bien sus recursos, facilítense las cosas de forma consciente y dedíquense ratos de desconexión. Es importante tratarnos bien nosotros, establecer los retos y la metas un poquito por encima de lo que pensamos que podemos conseguir, para que el estrés que nos generemos siempre sea el bueno, que se llama eustrés y es el que nos motiva a la acción y focaliza nuestra atención. Y no se olviden de programar ratos de ocio, de ejercicio, de meditación o de cualquier otra actividad que les guste y les permita descargar el estrés acumulado, sea del bueno o del malo.

Y la quinta clave es la más emocional de todas: perdonar y avanzar. Tiene tres pasos. El primero es comprender, y es el más cognitivo, y complicado. Consiste en identificar en qué fallé, qué puede hacer mejor, qué esperaba de los demás o de la situación que no se dio, y cómo lo hubiera hecho ahora. El segundo es mucho más fácil: aceptar, comprender y aceptar que lo hice lo mejor que supe y pude en ese momento. Así, será mucho más fácil el tercer y liberador paso de esta quinta clave: perdonar y dejar ir, para avanzar aprendiendo sin llevarnos el dolor. Suerte.

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