“Actuar sobre un órgano histórico es siempre una responsabilidad”

Óscar Laguna: Organero

Óscar Laguna.
Óscar Laguna. / M. G.

El burgalés Óscar Laguna es uno de los más afamados organeros del panorama actual. Por sus manos han pasado infinidad de instrumentos históricos, el último el de la Iglesia Colegial del Salvador de Sevilla, recuperado por iniciativa del Cabildo Catedral tras varios años de trabajo. Durante dos décadas ha tenido responsabilidad en el equipo de restauración del taller Gerhard Grenzing. También ha participado en la redacción de más de un centenar de proyectos para órganos nuevos, incluyendo numerosas presentaciones a mesas de contratación en concursos internacionales. Es autor de numerosos artículos divulgativos y habitual en congresos.

Pregunta.–Es usted el médico de cabecera de un buen número de órganos, instrumento musical que es considerado una de las señas de identidad de la cultura europea.

Respuesta.–No solo las grandes catedrales como Sevilla, Málaga o Granada tienen órganos imponentes; ciudades como Antequera también poseen 14 órganos históricos en recuperación. Incluso comunidades modestas y remotas tenían instrumentos y disfrutaban de música sofisticada por intérpretes profesionales familiarizados con la evolución musical. Se reconoce el papel histórico de los órganos y sus organistas como portadores de la música culta a todas las capas sociales.

P.–Le he leído en una entrevista que hasta el siglo XIX un órgano era el ingenio más complejo que el ser humano era capaz de construir. ¿Hoy día hay hueco para la tecnología?

R.–La organería ha avanzado con los desarrollos tecnológicos, permitiendo que los instrumentos sean más grandes y eficientes. Muchos órganos modernos utilizan sistemas electrónicos que facilitan la labor del organista. No obstante, el sonido continúa generándose por la vibración del aire al pasar por los tubos del órgano. También la restauración de órganos se beneficia del desarrollo científico. Por ejemplo, he tenido la oportunidad de colaborar en investigaciones con D. Ángel Justo, del Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla-CSIC, que nos han permitido entender mejor las composiciones de metales, los procesos de corrosión y las soluciones a aplicar, mediante estudios científicos que generalmente no están disponibles para un taller de organería.

P.– ¿Cuál es el órgano más complejo al que se ha enfrentado?

R.–Actuar sobre un órgano histórico es siempre una responsabilidad. Cada instrumento es único y refleja la técnica de generaciones de organeros de una escuela específica. Aunque parecen sencillos, requieren alta precisión en la construcción: sistemas de viento herméticos y teclas ligeras. Mis mayores retos incluyen trabajar con el claviórgano de 1590 del museo de la música de Barcelona debido a su antigüedad, fragilidad y tamaño. En contraste, los órganos de auditorios y catedrales como la de Sevilla presentan desafíos por sus grandes dimensiones y tecnología moderna.

P.– ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta en la restauración de un órgano?

R.–Los órganos históricos son “artefactos en uso” que requieren mantenimiento constante: ajustes mecánicos, afinaciones y reparaciones. Algunas intervenciones han mejorado los órganos, mientras que otras, mal ejecutadas, han causado deterioro. La mayor dificultad es decidir qué modificaciones mantener y cuáles revertir durante la restauración. La armonización del órgano, en especial su sonoridad, es un aspecto intangible y notablemente frágil. Comprender el estilo de armonización de la escuela de origen y dominar sus técnicas requiere un extenso aprendizaje y considerable experiencia. Delegar la afinación del órgano a una persona no cualificada puede resultar en modificaciones significativas al instrumento, como cambios en su temperamento.

P.– Háblenos del órgano que acaba de restaurar para la Iglesia del Salvador de Sevilla. ¿Qué ha sido lo más complicado en su restauración?

R.–Este órgano, de alta calidad técnica, ha mantenido su configuración musical casi intacta, a pesar de un traslado en el siglo XIX y pequeñas modificaciones posteriores. Tras restaurar componentes nunca antes restaurados como secretos, fuelles y tablones acanalados, el ensamblaje fue preciso. El montaje de los más de 3.200 conductos portavientos fue especialmente laborioso, para garantizar su estanquidad. La recuperación de la sonoridad es un proceso difícil. En este caso, el reto fue equilibrar el temple de las lengüetas, que tras la restauración se han adaptado al viento fresco y abundante.

P.– ¿Cuáles son las características que debe tener un órgano histórico?

R.–Los órganos han evolucionado junto con los estilos musicales. Algunos han sido modificados para adaptarse a las tendencias, mientras que otros, como los de la catedral de Málaga y el Palacio Real de Madrid, se han mantenido inalterados debido a su versatilidad musical.

P.– En España existen unos 2750 órganos de tubos realizados entre los siglos XVI al XXI, de ellos, el 80% son anteriores a 1850, pero desgraciadamente, apenas el 18% se encuentra en funcionamiento. Es evidente que faltan políticas de reconstrucción y rehabilitación.

R.–La falta de políticas sobre los órganos históricos provoca su deterioro y pérdida. También dificulta la consolidación de equipos en los talleres, donde se forma a los organeros. Para que estos talleres puedan acoger aprendices, necesitan perspectivas de trabajo estables a medio plazo. En 2005, la Junta de Andalucía inició el proyecto Andalucía Barroca, restaurando 8 órganos en sus 8 provincias. Bien asesorados, con recursos adecuados, talleres profesionales y expertos, lograron restauraciones exitosas y modélicas. Lamentablemente, la crisis económica impidió continuar con otros instrumentos, y algunos de ellos hoy carecen de uso y mantenimiento. Sin embargo,, hay cada vez más conciertos de órgano que reciben una excelente acogida del público.

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